Alejandro Horvat, La Nación/GDA
El cáncer de próstata es uno de los tumores más frecuentes en varones. Los especialistas consultados destacan la importancia de realizarse los estudios preventivos, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de una afección que, en un principio, no genera síntomas.
“El cáncer de próstata en sus inicios es una enfermedad silente, es decir, no da síntomas. Cuando los da es porque ya está avanzado, por eso es importante el control previo. Algunas de las señales pueden ser tener problemas para orinar, ardor, urgencia, sangre en la orina, dilatación de los dos riñones y su respectivo dolor lumbar o dolores óseos porque suele hacer metástasis en los huesos”, explica Paula Grinstein, uróloga del Centro Argentino de Urología.
Según Norberto Bernardo, director médico del Centro Argentino de Urología, entre los factores de riesgo más claros, se encuentran la edad y los antecedentes familiares.
“La prevención debe hacerse a partir de los 45 años si hay una predisposición genética o algún antecedente familiar. De lo contrario, los controles se deben hacer a partir de los 50 años. Es un estudio que debe realizarse una vez por año”, agrega Grinstein.
El diagnóstico.
Bernardo describe que durante tres décadas, al cáncer de próstata se lo diagnosticó mediante el análisis de sangre del antígeno prostático específico (PSA) y el examen rectal digital (DRE). Tradicionalmente, indica, se realizaba una biopsia con aguja, con 12 a 24 punciones aplicadas por vía transrectal y guiadas por ecografía.
“Esa se trataba de una biopsia con limitaciones porque las áreas de prueba debían elegirse al azar, es decir, se podían pasar por alto algunos cánceres importantes y tratarse tumores no amenazantes (indolentes)”, detalla Bernardo.
Actualmente, se hacen biopsias de fusión en un entorno ambulatorio bajo anestesia como procedimiento para la detección temprana. “El procedimiento dura unos minutos y el proceso consta de dos pasos, comienza con una resonancia magnética (RMN) que muestra imágenes detalladas de la glándula prostática, permite establecer la localización y el tamaño de lesiones sospechosas con alta sensibilidad”, señala el especialista.
Según explica, varios estudios han demostrado que la RMN tiene un valor predictivo negativo mayor al 90%, es decir, su información descarta la existencia de tumores significativos y así evita biopsias innecesarias. Adicionalmente, en pacientes considerados para realizar vigilancia activa, la resonancia identifica lesiones más agresivas que, potencialmente, requieren ser tratados en vez de vigilados.
“La RMN antes de una biopsia en un paciente con sospecha de cáncer ha evitado diagnosticar cánceres indolentes que son vigilables y ha aumentado la detección de aquellos con mayor grado de agresividad que requieran un tratamiento activo. Además, mejora la determinación del grado cuando se compara con el estudio de la próstata extraída en la cirugía”, describe Bernardo.
Tratamiento del cáncer de próstata.
Una vez diagnosticada la patología, los especialistas definen la extensión de la enfermedad a través de estudios como el centellograma óseo y la tomografía para evaluar en dónde habrá metástasis. Las opciones de tratamiento incluyen la cirugía de prostatectomía radical (extirpar la próstata) y la radioterapia.
Para la prostatectomía, la técnica con cirugía robótica avanzada tiene un gran éxito en la curación y minimiza los efectos secundarios en pacientes. En Estados Unidos, el 95% de las cirugías realizadas en pacientes con cáncer de próstata se realizan con este tipo de intervención. “Esta técnica se ha desarrollado y refinado durante la última década sobre la de miles de cirugías efectuadas en el mundo, basadas en la anatomía de la próstata, la ubicación del cáncer y la estructura de los nervios, para trazar las relaciones especiales del cáncer con la fascia, los músculos y los nervios que la rodean. La clave de la técnica es la delicada extracción para preservar la función sexual y urinaria.