Una familia, un deporte, oportunidades, solidaridad, esfuerzo y puertas que se abren. Ese sería un buen punteo de los temas que aborda esta nota, que tiene como protagonista a Susana Reyes, hija, esposa y hermana de rugbiers. “Vos armá una cancha, que cuando vean las H los chiquilines empezarán a arrimarse”, le dijo su padre un día. Ella puso manos a la obra en el predio de más de 50 hectáreas que posee la familia en el barrio Benzo, de Toledo. El puntapié incial fue en 2017 y hoy, allí, practican casi 300 niños y adolescentes que llevan la camiseta del Titanes Rugby Club.
“El lugar se llama Rugby Chacra Carlos Reyes, en honor a mi papá”, contó Susana, orgullosa, y aseguró que han sido años de esfuerzo, de mucho trabajo, pero también de enormes satisfacciones.
“Lo que acá hacemos desde el comienzo, es ayudar a chicos de nivel socioeconómico bajo y se han visto resultados enormes. Hay muchos que estaban en las drogas, en la mala noche o que andaban a la deriva, con padres no presentes. Y lo que encontraron fue apoyo, cariño, un grupo y la enseñanza del trabajo en equipo”, dijo a El País.
Susana recordó que su padre -que jugó en Los Teros, fue entrenador de rugby y uno de los fundadores del equipo La Cachila- conocía bien la zona en la que se enclava la chacra. A él le preocupaba mucho ver cómo crecía el fenómeno de las drogas, de la violencia hacia las mujeres y quiso ayudar. “Y nos volcamos al rugby porque somos una familia del rugby”, aseguró su hija.
Tanto lo viven como una misión familiar, que un día un empresario quiso comprarles los terrenos por US$ 3.000.000 y los seis hermanos, casi al unísono, respondieron: “La chacra no se vende”. Además de la sangre rugbista que le corre por las venas, Susana es esposa de Mario Lamé, ex jugador de Carrasco Polo y actual entrenador de su categoría sub 19. Lamé también jugó en Los Teros y fue entrenador de Los Teritos.
El 8 de diciembre, Titanes organizará el seven Carlos Reyes, torneo en honor al “Cacique”, como todos conocían al papá de Susana. Será con entrada libre y el objetivo es que la gente se acerque, conozca la iniciativa y a los chicos, “que charlen con ellos y vean cómo este deporte les cambió la vida”.
“Uno de los chicos que entrena acá me dijo ‘yo salí de las drogas porque el deporte a mí me ayudó, porque necesito salir adelante y siento que soy responsable’, contó Susana.
Ese día, como en otras ocasiones, tendrán apoyo de sus vecinos del Batallón 14 del Ejército, que prestan carpas para vestuarios y zona médica; de SAPP, emergencia médica de Pando, y del médico Cristian García, traumatólogo y cuñado de Susana.
Además, habrá “tercer tiempo” con hamburguesas. “Y ahí nos ayudan amigos,como el dueño de la panadería de Casarino y el Frigorífico Santa Clara”, agregó.
Una cancha, el comienzo
Tal como vaticinó su padre, cuando se instalaron las H de la cancha (el equivalente a los arcos de fútbol, pero en rugby), los jóvenes del barrio empezaron a arrimarse. Eran unos 15, cuando un día golpearon a la puerta Sebastián Pereira y Leticia Fleitas, “un matrimonio re humilde y trabajador que tiene un hijo al que le picó el gustito por el rugby y se empezaron a meter en el deporte”.
“Me preguntaron si los podía recibir y les dije ‘por supuesto’”, recordó Susana. Desde ese día, ellos son los coordinadores de este emprendimiento solidario.
En aquel momento, el matrimonio Pereira-Fleitas trajo consigo a un grupo de jóvenes que conocían de zonas como Casarino, Suárez y Camino del Andaluz, que estaban interesados en el rugby y no tenían donde practicar.
“En estas zonas no hay políticas deportivas para que los chicos estén ocupados. Este tipo de proyecto, en cualquier país europeo se hace en campos de zonas periféricas de la ciudad, donde se brindan lugares para practicar deportes. En París, por ejemplo, se hace así”, apuntó Susana y recalcó que todo el trabajo que realizan se hizo sin ayuda oficial.
“Todo esto lo hicimos sin apoyo de ningún organismo del Estado, solo de amigos o familias del entorno del rugby. Algunos donan championes, por ejemplo, otros ayudan con traslados en ómnibus o camionetas que precisamos a veces para ir a jugar partidos a otras canchas, sin cobrarnos nada”, contó. Además, colaboran en el proyecto Jonathan Mirandas y Federido Espondaburu, que son entrenadores.
Ahora en el Titanes Rugby Club tienen categorías infantiles, sub 13, sub 15, sub 17, sub 19 y una intermedia. Y como sumaron el equipo de mujeres, muchas veces hacen partidos mixtos. “Eso ha ayudado mucho a que bajen los niveles de violencia hacia las mujeres. Lo hablamos con los chicos”, agregó.
Por otra parte, relató que dos chicos del Titanes fueron a probarse y terminaron jugando en Carrasco Polo. “Allí se hicieron amigos, van a sus casas y comparten, es una integración real. Y a través de mi marido conseguimos invitaciones para que los chicos pudieran ir al torneo Valentín Martínez, donde participan equipos del Mercosur. No teníamos plata para pagar las entradas, pero nos invitaron y fue hermoso”, contó Susana.
Los planes futuros para Titanes Rugby Club
Consultada sobre cuáles son los planes para el futuro, la hija de Carlos Reyes aseguró que, si bien están creciendo deportivamente, a lo que apuntan es a seguir con el foco en la parte social, para lo que están creando una asociación civil. “Estamos ayudando a muchos chicos y ahora, por ejemplo, se acercaron las escuelas y liceos de la zona, porque se interesaron en la propuesta. ¿Y eso por qué pasó? Por el boca a boca, porque empezó a gustarles el deporte, porque sienten contención, sienten que encontraron su lugar”, reflexionó.
Un punto clave que necesitan para crecer es la iluminación de la cancha, dijo Susana, para que cuando baja el sol se puedan seguir realizando entrenamientos.
“Ahora yo puse unas columnas con focos, pero no es lo que se necesita. Y he golpeado muchas puertas, en todos los partidos políticos buscando ayuda y nunca tuve una respuesta. Yo no pido que me regalen ni me exoneren de nada, pero no puede ser que el gobierno o que UTE, por ejemplo, no diga ‘esta gente hace un aporte a la sociedad, pone los predios, no cobra nada, vamos a ayudarlos’”, sostuvo.
“Tenemos baños químicos y vestuarios no tenemos, pero se necesitan, así como un salón para el tercer tiempo. También nos gustaría hacer una buena cancha de fútbol, porque en esa zona los chiquilines no tienen”, apuntó Susana, quien sostuvo que quieren seguir creciendo y que tienen lugar para recibir a más Titanes.