Roni Caryn Rabin - The New York Times
Chau Índice de Masa Corporal. Se viene la redondez. Mejor dicho, el Índice de Redondez Corporal. El Índice de Masa Corporal, o IMC, es una relación entre la altura y el peso que se ha empleado durante mucho tiempo como herramienta de detección médica. Es una de las métricas de salud más utilizadas, pero también una de las más denostadas, porque se usa para etiquetar a las personas con sobrepeso, obesas o extremadamente obesas.
La clasificación ha sido cuestionada por deportistas como la jugadora olímpica estadounidense de rugby Ilona Maher, cuyo IMC de 30 la sitúa técnicamente en la cúspide de la obesidad. “Pero, ay”, dijo en Instagram, dirigiéndose a los trolls que trataron de avergonzarla por su peso, “yo voy a los Juegos Olímpicos y tú no”.
Los defensores de las personas con sobrepeso y de color señalan que el IMC se desarrolló hace casi 200 años y se basó exclusivamente en datos de hombres, la mayoría de ellos blancos, y que nunca estuvo pensada para la revisión médica. Un nutricionista negro lo llamó en su día “índice de estupideces corporal”.
Incluso los médicos han opinado sobre los defectos del IMC. La Asociación Médica Estadounidense advirtió el año pasado de que el IMC es una medida imperfecta que no tiene en cuenta la diversidad racial, étnica, de edad, sexo y género. No distingue entre quienes tienen mucha masa muscular y quienes tienen grasa en los lugares equivocados.
“Según el IMC, Arnold Schwarzenegger, cuando era físicoculturista, habría sido considerado obeso”, dijo Wajahat Mehal, director del Programa de Salud Metabólica y Pérdida de Peso de la Universidad de Yale.
Así que dale la bienvenida a una nueva métrica: el Índice de Redondez Corporal o IRC. El IRC es justo lo que parece: una medida de lo redondo o circular que eres, mediante una fórmula que tiene en cuenta la altura y la cintura, pero no el peso.
Es una fórmula que puede proporcionar un mejor cálculo de la obesidad central y la grasa abdominal, que están estrechamente relacionadas con un mayor riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2, hipertensión y enfermedades del corazón, a diferencia de la grasa almacenada en las nalgas y los muslos.
“El IMC no distingue la grasa corporal de la masa muscular”, dice Wenquan Niu, quien trabaja en el Centro de Medicina Basada en la Evidencia del Instituto de Pediatría de la Capital, en Pekín, y fue uno de los autores principales del estudio. “Para cualquier IMC, la distribución de la grasa y la composición corporal pueden variar drásticamente”.
De hecho, Niu escribió: “Cuando el IMC se utiliza para enmarcar el riesgo, a menudo sobreestima el riesgo para los atletas musculosos, mientras que subestima el riesgo para las personas mayores con masa muscular que ha sido reemplazada por grasa”.
La grasa almacenada en la cavidad abdominal es de vital importancia, ya que rodea órganos internos como el corazón y el hígado, y contribuye a la resistencia a la insulina y a la intolerancia a la glucosa que suelen preceder a la diabetes de tipo 2. También favorece la hipertensión arterial y las anomalías lipídicas que pueden conducir a enfermedades cardiacas y a la muerte.
“El depósito excesivo de grasa visceral es como un asesino silencioso que acecha en nuestro cuerpo y que puede atacar a una persona durante años con pocos síntomas perceptibles, especialmente en personas aparentemente delgadas”, dijo Niu.
El IRC es una creación de la matemática Diana Thomas, quien ahora es profesora en la Academia Militar de Estados Unidos en West Point, Nueva York. Ella lo describió por primera vez en un artículo de 2013 en la revista "Obesity".
Thomas dijo que, aunque el IMC se basa en la geometría de un cilindro, un día se miró al espejo y pensó: “Yo no soy un cilindro, soy más bien un huevo. Tengo unas caderas que me asemejan más a un huevo. ¿Cómo lo capto?”.
Casi la mitad de las personas consideradas con sobrepeso, según se define por tener un IMC entre 25 y 29,9, y casi un tercio de los que se decía que eran obesos —con un IMC de 30 o más— tenían en realidad una buena salud metabólica. Y el 30% de los que tenían un IMC de 18,5 a 24,9, que se considera un peso saludable, tenían en realidad una mala salud metabólica.
Los expertos médicos reconocen cada vez más la variación étnica como una fuente de incertidumbre. Las personas asiáticas y aquellas con ascendencia asiática, por ejemplo, presentan un patrón de obesidad central que les sitúa en una situación de alto riesgo de diabetes de tipo 2, incluso con puntuaciones de IMC más bajas.