Redacción El País
El hígado graso no alcohólico (HGNA) afecta al 25% de la población global y está asociado con condiciones como la obesidad, la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico. Este trastorno, conocido clínicamente como esteatosis, abarca desde la acumulación de grasa en el tejido hepático hasta inflamaciones más severas, como la esteatohepatitis.
Según estudios, entre el 20% y el 30% de la población general sufre de HGNA, cifra que aumenta al 70%-90% en personas con obesidad o diabetes. La Fundación Favaloro lo identifica como "la manifestación hepática del síndrome metabólico", una condición que puede derivar en complicaciones si no se trata adecuadamente.
Cómo detectar el hígado graso
El diagnóstico de esta condición se realiza mediante ecografías, análisis de laboratorio y, en casos avanzados, biopsias hepáticas.
- Ecografía: Permite evaluar el grado de infiltración grasa y detectar posibles daños adicionales.
- Pruebas de laboratorio: Los valores elevados de glucosa, colesterol y triglicéridos, junto con alteraciones en las enzimas hepáticas, suelen ser indicadores.
- Biopsia: Este método se reserva para casos donde se sospecha progresión hacia una enfermedad hepática más grave.
Es importante descartar otras patologías, como hepatitis B o C, antes de confirmar un diagnóstico de HGNA.
Prevención del hígado graso
Aunque no existe un tratamiento definitivo para el HGNA, se recomienda adoptar hábitos saludables para prevenir y controlar la enfermedad:
- Mantener un peso saludable: Una pérdida gradual de peso combinada con actividad física regular puede marcar una gran diferencia.
- Evitar el alcohol y medicamentos hepatotóxicos: Estos pueden agravar la afección.
- Controlar enfermedades asociadas: Un manejo adecuado de la diabetes y el colesterol alto es fundamental.
El tamarindo: un aliado natural para el hígado
Entre los alimentos recomendados para cuidar el hígado, el tamarindo destaca por sus propiedades. Esta fruta, originaria de África y extendida a regiones como India y Pakistán, es rica en nutrientes como vitaminas C, K, B, calcio, potasio y fósforo.
El tamarindo contiene antioxidantes como los polifenoles y flavonoides, que ayudan a proteger las células hepáticas. Además, su alto contenido en potasio favorece la eliminación de líquidos retenidos y apoya la función renal. También tiene un efecto laxante y antimicrobiano, lo que lo convierte en un aliado para la salud digestiva.
Aunque no existen alimentos mágicos, incluir frutas como el tamarindo en una dieta equilibrada puede ser un paso importante para proteger el hígado y mejorar el bienestar general.
Cuidar el hígado es fundamental para mantener la salud metabólica y prevenir complicaciones. El tamarindo, junto con hábitos saludables, puede ser parte de una estrategia efectiva para este propósito.
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