Si podemos prevenir el accidente cerebro vascular (ACV), es un enorme beneficio para reducir todos los costos emocionales, económicos y sociales que tiene”. En esta frase el doctor Chris Fox, neurocirujano especialista en enfermedad cerebrovascular de Clínica Mayo, resume lo importante que es hoy en día evitar que ocurra un ACV.
Las cifras son elocuentes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que se producen alrededor de 15 millones de ACV en el mundo por año, de los cuales un tercio deriva en la muerte del paciente y otro tercio lo deja con alguna discapacidad.
La propia OMS sostiene que el ACV le cuesta al mundo un trillón de dólares anuales.
“Sabemos que es una causa fundamental de muerte y discapacidad en toda América Latina. Es la segunda en su categoría solamente superada por las enfermedades cardiovasculares”, informó el especialista en un encuentro con periodistas latinoamericanos del que participó El País.
Claves del ACV: Cara, brazo, habla y tiempo
Los síntomas que alertan sobre un posible ACV pueden ser bastante confusos, pero se podrían resumir en la sigla en inglés FAST.
La “F” es de “face” (cara) y alerta sobre una caída de la musculatura del rostro, como una debilidad súbita de un lado.
La “A” es de “arm” (brazo) y remite a la imposibilidad de levantar el brazo o sentirlo débil, flojo.
La “S” es “speech”, o sea el “habla”, y refiere a que la persona empieza a hablar de manera entreverada, le cuesta decir algo, cambia palabras o queda totalmente mudo.
Finalmente la “T” es el “tiempo” y es para recordarle a la gente que cuanto más tiempo se prolonguen los síntomas, más probable es que la lesión sea definitiva o permanente.
Dos tipos
Accidente cerebrovascular o ACV es un término genérico con el que se conoce a una lesión cerebral provocada por un problema de los vasos sanguíneos en el cerebro. Los hay de dos tipos.
“En el ACV isquémico o clásico, se bloquea el pasaje de la sangre en una arteria cerebral y la parte del cerebro que era alimentada por esa arteria, como no hay flujo, se lesiona. Cuánto más pasa el tiempo, peor es, más probabilidades hay de tener una lesión permanente”, señaló Fox.
A su vez, hay dos subtipos de ACV isquémico. “Uno en el cual la arteria del cerebro está bien hasta un determinado momento, cuando tiene un problema y se taponea. Es ahí cuando los pacientes tienen síntomas de inicio súbito, como debilidad, pérdida de la visión, dificultades del habla (ver recuadro)”, describió el neurocirujano.
En el otro subtipo de ACV isquémico, el paciente tiene problemas que se van desarrollando con el tiempo y, a medida que los vasos sanguíneos se afectan, se van angostando hasta el punto que llegan a bloquearse.
En cuanto al ACV en general, el segundo tipo es el ACV hemorrágico. “Es cuando hay un sangrado a nivel cerebral que también daña la sustancia del cerebro. Se da porque se rompe un vasito o porque hay un problema como un aneurisma o una malformación arteriovenosa”, detalló el especialista.
Fox explicó que un aneurisma es una debilidad en la pared del vaso sanguíneo que puede ocurrir en cualquier parte del organismo. Pero si esa debilidad –que es como una ampolla- está en el cerebro– se rompe, puede haber riesgo de vida.
“Si uno tiene un sangrado en un brazo, por ejemplo, el músculo lo puede tolerar bastante bien. Pero si a uno le sangra el cerebro, como es el responsable de manejar todos los sistemas en el organismo, esa lesión no se tolera bien”, indicó.
Entre el 80% y el 85% de los ACV son isquémicos, el restante 15% o 20% son hemorrágicos.
Presión alta encabezan factores que alertan
Existe una serie de indicios a los que prestarle atención si se teme poder padecer un ACV. El más importante es la presión arterial “porque es la causa más frecuente de un problema corregible”, señaló el doctor Chris Fox. “Si la presión es alta, hay que tratarlo”, añadió.
Otros factores que aumentan las posibilidades son: tener colesterol alto, ser diabético, padecer arritmias, fumar, usar drogas, llevar adelante una dieta no saludable.
Para los pacientes con alto riesgo hay exámenes que se pueden hacer para ir controlando su situación, como ecografía, ultrasonido, resonancia magnética o tomografía. Todo eso para evaluar cómo están las arterias del cerebro.
En cuanto al funcionamiento del corazón, se puede indicar un electrocardiograma.
Lo importante es consultar con el médico ante cualquier duda o sospecha porque, en el ACV, el tiempo es cerebro y cada minuto cuenta.
Grupos de riesgo
El riesgo de padecer un ACV crece con la edad. Más allá de eso, los pacientes que no son sanos o no llevan una vida saludable (tienen sobrepeso, hipertensión no controlada, diabetes, tabaquismo, arritmias, riesgo de infarto) tienen muchas probabilidades de padecerlo sin importar la edad.
También puede pasar que pacientes jóvenes sufran un ACV luego de un entrenamiento o de actividades deportivas, porque no estén acostumbrados a practicarlas y presenten algún problema de circulación en el corazón o en el cerebro. También pueden incidir afecciones genéticas. “Estas cosas son relativamente infrecuentes”, aclaró Fox.
El especialista añadió que otra situación que se ha visto en el último tiempo es un aumento de los ACV relacionado con la infección de covid prolongado. “Pero es difícil en este momento probarlo”, acotó.
El tiempo es clave
“El tiempo es cerebro”, subrayó una y otra vez Fox. “Cuanto más tiempo se afecte el cerebro por el ACV, más probable es que la lesión quede permanentemente, y es por eso que hay que consultar y llevar al paciente a la emergencia lo antes posible. Cuanto más rápido se lo atienda, más probabilidades hay de que se recupere”, remarcó.
La gravedad del ACV va a estar determinada por dos factores. El primero es la ubicación en el que ocurre. “Hay ciertas partes del cerebro que tienen menos tolerancia. Por ejemplo, los ACV en la parte de atrás del cerebro, en el tronco encefálico, la parte que conecta al encéfalo con la médula espinal, son más severos y tienen más probabilidad de llevar a una discapacidad”, explicó.
El segundo factor de gravedad es el lado del cerebro en el que se da. “Un ACV en el hemisferio dominante de la persona tiene peores consecuencias para ella. Por ejemplo, la mayoría de los seres humanos, particularmente los diestros, tienen el hemisferio izquierdo dominante para el idioma y si el ACV ataca ese lado, tiene más probabilidad de que se vea afectada el habla”, manifestó el especialista.
Tratamientos
“La mayor innovación en la última década, más o menos, ha sido el desarrollo de catéteres especiales que nos permiten colocarlos en el cerebro y extraer coágulos que están produciendo el ACV. Esto realmente ha cambiado el panorama de los ACV”, destacó Fox comparando con 2010, en que no había ningún tratamiento quirúrgico regular.
Desde la perspectiva de la neurocirugía, lo que se puede hacer si alguien tiene un vaso sanguíneo cerebral tapado es pasar un catéter y aspirar lo que está bloqueando, para restablecer el flujo sanguíneo e intentar impedir que haya una lesión permanente.
“La tecnología de los catéteres ha hecho avances rapidísimos en los últimos años y hemos logrado desarrollar catéteres más grandes, que son más flexibles y nos permiten viajar hasta el cerebro para extraer los coágulos. Es un tremendo avance en el ACV isquémico”, celebró el especialista.
Agregó que para el ACV hemorrágico también han habido muchas innovaciones tratando de solucionar, por ejemplo, los aneurismas. “Muchos tienen técnicas poco invasivas o menos invasivas que nos permiten tratar estas lesiones sin recurrir a la cirugía tradicional en la que hay que hacer una creaneotomía y después volver a armar todo”, indicó.
Aclaró que se abordan los aneurismas que tienen alto riesgo de provocar un ACV en el futuro, dado que no todos tienen que tratarse. “De hecho, hay muchos pacientes que tienen aneurismas que recomendamos no tocarlos, sino que los vamos monitoreando para asegurarnos que no presentan cambios. El riesgo de tratamiento no se justifica”, apuntó.
En este último caso ha sido muy importante la incorporación de la Inteligencia Artificial (IA). “En los estudios imagenológicos se utilizan algoritmos de IA para ver cuáles aneurismas tienen más riesgo de producir problemas en el futuro”, detalló.
La IA también se está utilizando para el diagnóstico. “Tenemos programas que nos ayudan a ver, basado en la imagenología del paciente que viene con síntomas, si está ocurriendo un ACV importante, en qué parte del cerebro y cuánta masa encefálica está en riesgo. Eso nos permite saber de manera rápida qué podemos hacer para que ese ACV no empeore”, comentó sobre procedimientos de IA en los que Clínica Mayo ha invertido mucho.
Finalmente Fox destacó la importancia del después del ACV. “La terapia temprana y frecuente es fundamental para mantener las conexiones entre el cerebro y nuestro organismo, porque lo que no se usa, se pierde. Además hay que controlar otras enfermedades para asegurarse de que no se produzca un segundo ACV”, sentenció.
Especialista en cerebro
El doctor Chris Fox es profesor asociado especializado en neurocirugía endovascular y cerebrovascular, así como en cirugía espinal compleja y mínimamente invasiva en la Clínica Mayo de Jacksonville (Florida, EE.UU.).
“El cerebro es un misterio, es una de las razones que me llevó a elegir la neurocirugía, porque todavía tenemos tanto para aprender y es muy entusiasmante ser parte de eso”, señaló en diálogo con periodistas latinoamericanos.