Marc Llirós Dupré - The Conversation
Recientemente, una investigación publicada en la revista Nature describía el posible papel de ciertas bacterias en la fertilidad masculina. No es el primero que aborda el estudio del microbioma del esperma, pero sus conclusiones llaman poderosamente la atención.
De hecho, los autores, que apuntan a un grupo reducido de microorganismos (bacterias del ácido láctico y de la familia Pseudomonas), llegan a afirmar en el título de su artículo que “la microbiota seminal está drásticamente alterada en hombres con parámetros anormales de esperma”. ¿Es realmente así?
¿Microorganismos también en el semen?
Con animo de contextualizar, la microbiota humana es el conjunto de microorganismos (bacterias, arqueas, hongos y virus) que conviven con nosotros de manera íntima y más o menos compleja, contribuyendo a nuestro bienestar.
No obstante, ciertas partes del organismo deben mantenerse libres de microorganismos o, en su defecto, de la presencia de microbios patógenos.
Tradicionalmente hemos considerado que el esperma carecía de esos diminutos seres vivos, y su mera presencia se ha asociado con enfermedad. Sin embargo, los últimos trabajos en este campo aportan evidencias de que el líquido seminal también contiene microorganismos de forma natural y de que posiblemente desempeñan un papel en la salud humana. Concretamente, en la fertilidad masculina.
En la actualidad, y a pesar de los trabajos realizados hasta la fecha, el conocimiento del microbioma del esperma se encuentra en fases iniciales y está lejos de alcanzar su madurez.
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Nuevas herramientas de observación
Hasta tiempos recientes, el estudio de esos habitantes microscópicos se basaba en su cultivo, pero la incorporación de las nuevas técnicas de biología molecular ha mejorado nuestra capacidad de investigarlos.
Es el caso de las herramientas de secuenciación masiva, que permiten identificar casi todos los microorganismos presentes en las muestras y establecer relaciones estadísticas entre su presencia, abundancia y actividad en determinados ambientes (el suelo, el agua, las heces, la piel…) y ciertas patologías.
Estas técnicas se basan en la extracción del material genético y la amplificación o multiplicación de un determinado fragmento del genoma o gen de los microorganismos existentes en la muestra. Luego, los datos obtenidos se analizan de manera estadística y computacional.
Por lo general, los investigadores utilizan el gen 16S rRNA como molécula diana. Sin embargo, no todos analizan la misma región del gen, lo que limita la comparación de resultados entre distintos trabajos.
Escasas evidencias hasta la fecha
Si nos fijamos en la microbiota del semen, aún no hay demasiados estudios: apenas 79 publicaciones en los últimos diez años. Y muchos de ellos, como apuntábamos, son poco cotejables entre sí. Lo que todos describen es una mezcla diversa de microorganismos, en su mayoría procedentes de los testículos, las vesículas seminales y la próstata. También se han identificado algunos que han migrado desde el sistema urinario al líquido seminal durante la eyaculación, o que han sido aportados por la pareja sexual mediante el contacto íntimo de la piel o sangre.
Con los datos recabados, los científicos han podido establecer ciertas diferencias entre personas sanas e individuos con resultados alterados en sus análisis de espermatozoides y la fertilidad de ambos grupos. Aun así, todavía no existen pruebas claras para asociar la microbiota seminal con la infertilidad masculina.
Una bacteria en el punto de mira
Concretamente, la mayoría de los trabajos han resaltado el papel de una especie de bacteria del ácido láctico: Lactobacillus iners, un microorganismo comensal (es decir, que convive con un huésped sin causarle daño y este obtiene un beneficio) de la microbiota vaginal y también vinculado a la infertilidad femenina. Ahora se ha detectado en hombres sanos y en algunas personas (en mayor proporción) con semen alterado, como indica el estudio aparecido en Nature.
A pesar de ser resultados preliminares, este trabajo parece dejar claro que hay diferencias entre la microbiota seminal de las personas sanas y la de los individuos con anomalías en la movilidad y concentración del esperma. De todas formas, insistimos: hace falta más investigación para establecer el rol exacto de los microorganismos del esperma en la infertilidad del hombre.
Y no sería baladí dilucidarlo. La infertilidad es un problema que afecta a entre el 10 y el 20 % de la población mundial. Su tratamiento puede ser una fuente de estrés y suponer una importante inversión económica, y casi el 50 % de los casos tienen origen en el hombre.
Si finalmente se confirmara el papel de las bacterias, en un futuro podrían diseñarse estrategias terapéuticas para atacar la infertilidad masculina con las mismas armas con que se aborda la femenina: con antibióticos y probióticos que permitan recuperar el equilibrio de la microbiota seminal sana.