La Nación / GDA
Cuando se piensa en la longevidad, se la asocia con hábitos saludables y una vida privada de “placeres culpables” como el alcohol o los dulces. Sin embargo, hay personas que desafían esta percepción, como aquellos que llegan a los 90 e incluso los 100 años disfrutando regularmente de una cerveza o un helado.
Es el caso de una mujer que vivió hasta los 97 años de edad y confesó su fuerte gusto por la cerveza, el helado y las galletas y demostró que, aun consumiendo este tipo de alimentos no recomendados, se puede llegar a edades altas, tal como el médico Sanjay Gupta aseguró en CNN.
La importancia de los hábitos saludables
En el ámbito de la medicina y la ciencia de la longevidad, existe una convicción clara y es que los hábitos saludables juegan un papel significativo en mejorar la calidad de vida y reducir el riesgo de enfermedades. La dieta equilibrada, el ejercicio y el manejo del estrés son factores clave que fueron respaldados por especialistas.
Pero, sorprendentemente, existen otros factores, tales como el entorno, la genética y hasta el nivel de conexión social, que también son determinantes en la ecuación de la longevidad.
El papel de la genética en la longevidad
De acuerdo con MedlinePlus Genetics, la genética influye en la duración de la vida, aunque no en el mismo grado para todos. Se estima que los factores genéticos representan entre el 20% y el 30% de la longevidad, especialmente en personas que superan los 90 años. En estos casos, ciertos genes favorecen una mayor resistencia a enfermedades como el cáncer, las enfermedades cardíacas y la diabetes, permitiendo a estos individuos disfrutar de ciertos “lujos” en su estilo de vida sin que esto afecte severamente su salud.
La mayoría de las personas se benefician de los efectos positivos de una vida activa y una dieta equilibrada. De todos modos, al mismo tiempo, los estudios muestran que una visión menos restrictiva, que permitir un consumo moderado de ciertos placeres como una cerveza ocasional o un postre, podría ser igualmente beneficioso.
Esto se debe en parte a que el bienestar emocional juega un papel importante en la salud física. El placer y la satisfacción que se obtiene de disfrutar una vida equilibrada, incluso con algunas indulgencias, pueden influir en el bienestar general y, posiblemente, en la longevidad.
¿Importa o no el estilo de vida?
La respuesta es que sí importa, pero no necesariamente en la forma estricta que se suele imaginar. El hecho de mantener hábitos saludables sigue siendo una de las mejores estrategias para la longevidad, pero el disfrute y la satisfacción personal, que incluyen esos pequeños “placeres culpables”, también pueden ser una parte valiosa de una vida larga y feliz.
En resumen, vivir mucho tiempo no siempre significa sacrificar cada gusto. La clave parece estar en el equilibrio y en encontrar lo que funciona para cada persona.
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