O Globo / GDA
En la búsqueda constante de una vida saludable, la alimentación juega un papel crucial. Sin embargo, algunos alimentos que consumimos a diario pueden suponer un riesgo para nuestra salud a largo plazo, aumentando la posibilidad de desarrollar cáncer.
Varias investigaciones científicas han arrojado luz sobre este problema, identificando ciertos componentes y procesos que transforman estos alimentos en potenciales cancerígenos.
Entre algunos de los ingredientes mencionados por el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, la OMS y el Gobierno de México se encuentran:
- Embutidos como jamón, tocino y otros: contienen nitritos y nitratos que, cocinados a altas temperaturas, pueden formar nitrosaminas, compuestos cancerígenos vinculados al cáncer colorrectal.
- Carnes ahumadas: el proceso de ahumado expone las carnes a hidrocarburos aromáticos policíclicos, sustancias cancerígenas.
- Carne de vaca, cerdo, cordero: el consumo elevado de carnes rojas, especialmente cocinadas a altas temperaturas, se asocia con un mayor riesgo de cáncer colorrectal.
- Comida rápida (hamburguesas, pizzas procesadas, etc.): generalmente son ricas en grasas saturadas, grasas trans, azúcares refinados y sodio, factores que se asocian con un mayor riesgo de obesidad y enfermedades como el cáncer.
- Snacks procesados (patatas fritas, galletas, etc.): contienen grasas trans, acrilamida (que se forma durante la fritura a altas temperaturas) y otros aditivos que pueden aumentar el riesgo de cáncer.
- Bebidas alcohólicas: El consumo excesivo de alcohol se asocia con un mayor riesgo de cáncer de boca, faringe, laringe, esófago, hígado, colon, recto y mama.
- Bebidas azucaradas (refrescos, zumos procesados): el alto contenido de azúcar está relacionado con la obesidad, factor de riesgo de varios tipos de cáncer.
- Frituras, especialmente en aceite recalentado: freír a altas temperaturas puede generar acrilamida y otros compuestos potencialmente cancerígenos.
- Alimentos quemados o carbonizados: La cocción excesiva, que produce partes quemadas o carbonizadas de los alimentos, genera HAP y aminas heterocíclicas, sustancias cancerígenas.
- Azúcares refinados y jarabes ricos en fructosa: su consumo excesivo está relacionado con la obesidad, la inflamación crónica y un mayor riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer.
- Edulcorantes artificiales: algunos estudios preliminares sugieren una posible asociación entre ciertos edulcorantes artificiales y un mayor riesgo de cáncer, aunque se necesita más investigación.
- Alimentos ahumados (pescado ahumado, etc.): al igual que las carnes ahumadas, contienen HAP.
- Aceites vegetales recalentados repetidamente: Recalentar aceites repetidamente genera compuestos tóxicos que pueden aumentar el riesgo de cáncer.
- Conservas con bisfenol A: es un compuesto químico utilizado en el revestimiento de algunas latas que puede tener efectos hormonales y aumentar el riesgo de cáncer.
- Alimentos con moho (en algunos casos): algunos tipos de moho producen aflatoxinas, sustancias cancerígenas.
- Dietas ricas en grasas saturadas y grasas trans: se asocian con un mayor riesgo de obesidad y ciertos tipos de cáncer.
- Dietas bajas en fibra: la fibra dietética desempeña un papel protector contra el cáncer colorrectal.
- El exceso de sal y los alimentos muy salados: se asocian con un mayor riesgo de sufrir cáncer de estómago.
- Alimentos procesados con aditivos y conservantes artificiales: algunos aditivos y conservantes pueden tener efectos negativos para la salud a largo plazo.
- Alimentos irradiados: aunque la irradiación de alimentos es un método de conservación de alimentos, algunos estudios sugieren posibles efectos negativos para la salud, aunque la evidencia no es concluyente.
Moderación y equilibrio como base de la salud
Según el Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU., "estos resultados indican sólo que el componente dietético está asociado con un cambio en el riesgo de cáncer y no que el componente dietético cause el cambio en el riesgo".
Por eso, es importante recalcar que el secreto está en el equilibrio y la moderación. No se trata de eliminar por completo estos alimentos de nuestra dieta, sino de consumirlos con menor frecuencia y en porciones controladas, priorizando una dieta rica en frutas, verduras y cereales integrales.
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