La Nación/GDA
Pequeñas e invisibles a simple vista, pero con un impacto enorme en la alimentación y la sostenibilidad, las microalgas están ganando protagonismo como una alternativa nutritiva y ecológica. Estos microorganismos fotosintéticos destacan por su eficiencia en la producción de proteínas, su alto contenido en antioxidantes y su capacidad para capturar dióxido de carbono, lo que las convierte en una opción prometedora frente al agotamiento del modelo alimentario tradicional.
Ricas en proteínas completas, lípidos saludables y antioxidantes, algunos tipos de microalgas tienen un perfil nutricional comparable —o superior— al de muchas fuentes animales.
Pueden cultivarse en espacios reducidos, sin necesidad de suelo agrícola, utilizando aguas residuales o salobres, y capturando dióxido de carbono durante su crecimiento.
La composición nutricional de las microalgas varía según el tipo. “La Spirulina sobresale en proteínas y hierro, la Chlorella en clorofila y detoxificación, y especies como Dunaliella o Haematococcus aportan antioxidantes específicos”, señala Milagros Sympson, nutricionista (M.N. 12067).
Aunque no son idénticas, las proteínas en algunos tipos de microalgas sí son comparables con las proteínas animales, señala Facundo Pereyra, médico especialista en gastroenterología. Son completas y pueden ser una alternativa viable, especialmente para aquellos cuyas dietas están basadas en plantas. “Sin embargo, su digestibilidad es menor sin un procesamiento adecuado, y su perfil de aminoácidos, aunque completo, no está tan optimizado como el de fuentes animales”, agrega Sympson.
Pereyra agrega que, además, las microalgas son ricas en omega 3 de alta disponibilidad, un ácido graso esencial para el bienestar digestivo, inmunológico y cerebral para la ingesa del ser humano”.
Entre los compuestos clave presentes en las microalgas, los expertos destacan los siguientes:
- Proteínas. Hasta un 70% de su peso seco son proteínas de alta calidad, dependiendo del tipo de microalga.
- Ácidos grasos: Son una buena fuente de ácido gamma-linolénico (GLA), un omega-6 beneficioso para la salud cardiovascular.
- Ácidos grasos omega-3. Los tres ácidos grasos omega-3 más famosos en la alimentación son el ALA, el EPA y el DHA. El primero (ácido α-linolénico) se transforma en nuestro organismo en EPA (ácido eicosapentaenoico) y DHA (ácido ácido docosahexaenoico), y son estos dos compuestos los que tienen un papel bioactivo en nuestro cuerpo.
- Vitaminas. Son ricas en vitamina B12, B1 (tiamina), B2 (riboflavina) y provitamina A (betacarotenos).
- Minerales. Son altos en hierro fácilmente absorbible, magnesio, potacio, fósforo y calcio.
- Antioxidantes. Contienen ficocianina, un pigmento con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. “Los antioxidantes son clave para limpiar las células del cuerpo de los radicales libres y, además, son alimento para la microbiota intestinal”, observa Pereyra.
- Clorofila. Apoya la detoxificación y la salud sanguínea.

Al hablar sobre aquellos que más podrían beneficiarse del consumo de este tipo de alimentos, Pereyra comenta que, además de ser especialmente funcional para aquellos con dietas vegetarianas o veganas, el consumo de microalgas puede ser clave para adultos mayores (por el contenido de omega-3, clave para la salud cognitiva y ocular, áreas que tienden a deteriorarse con la edad), en personas con síntomas digestivos (por el contenido de polifenoles que funcionan como prebióticos) y en deportistas (por el contenido de hierro y proteínas, útiles para mantener la masa muscular y energía).
En el caso de la chlorella, gracias a su alta concentración de clorofila y capacidad para unirse a toxinas como metales pesados y pesticidas, también es útil para procesos de detoxificación, agrega Sympson.
En cuanto a su rol en materia económica, las microalgas destacan por la sostenibilidad y eficiencia en el uso de recursos. Requieren menos agua y tierra que los cultivos convencionales y tienen una tasa de crecimiento hasta tres veces superior a las plantas terrestres, lo que las convierte en una opción altamente productiva.
Además de absorber el dióxido de carbono durante su crecimiento, pueden integrarse en procesos de economía circular (cultivándose en aguas residuales) y, después de extraer sus componentes nutritivos, los residuos pueden transformarse en biocombustible como biodiésel.
Pereyra asegura que el potencial de las microalgas de masificarse es enorme pero que todavía hay mucho desconocimiento sobre sus beneficios.
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