Redacción El País
En las últimas décadas, la vitamina D ha cobrado una relevancia significativa debido a su asociación con diversas enfermedades. Aunque se descubrió su estructura química en la década de 1930, los estudios sobre sus funciones en el organismo han evolucionado considerablemente. Inicialmente, la investigación se centró en su papel en el metabolismo del calcio y la salud ósea, pero con el tiempo se ha revelado su impacto en otras áreas de la salud.
A pesar de los avances científicos, ciertos mitos sobre la vitamina D siguen circulando y generando confusión. Un estudio reciente de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) ha abordado y desmontado algunos de estos mitos prevalentes.
1. Mito: La luz solar es suficiente para obtener niveles óptimos de vitamina D
Es común pensar que una exposición regular al sol es suficiente para mantener niveles adecuados de vitamina D. Sin embargo, un informe de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición sugiere que esta creencia no es del todo precisa. La protección solar excesiva, la latitud geográfica (especialmente en regiones por encima del paralelo 35° norte), y la falta de aportes nutricionales son factores que contribuyen a la deficiencia de vitamina D, incluso en países con abundante luz solar.
2. Mito: La vitamina D se adquiere principalmente a través de la alimentación
Otro mito extendido es que la dieta es la principal fuente de vitamina D. En realidad, entre el 80% y el 90% de esta vitamina se obtiene a través de la exposición solar, mientras que solo el 10% o 20% proviene de los alimentos. La vitamina D, al ser liposoluble, se encuentra en alimentos grasos. Esto significa que frutas, verduras y cereales, que son pobres en grasas, no son fuentes significativas de esta vitamina. Por ello, es fundamental entender que la suplementación o una dieta equilibrada son necesarias para cubrir las necesidades diarias, especialmente en ausencia de suficiente exposición al sol.
3. Mito: El pescado azul es la única fuente alimentaria de vitamina D
Si bien el pescado azul es una fuente rica en vitamina D, no es la única. Otros alimentos como la yema de huevo, los lácteos enteros y las vísceras también contienen cantidades apreciables de esta vitamina. Además, descubrimientos recientes han mostrado que ciertos hongos pueden ser una buena fuente de vitamina D, ampliando las opciones dietéticas para quienes buscan diversificar su ingesta de este nutriente esencial.
La desmitificación de estas creencias es crucial para asegurar que las personas adopten hábitos alimentarios y de exposición solar que realmente favorezcan su salud, evitando caer en prácticas ineficaces o potencialmente perjudiciales.
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