La Nación / GDA
Desde que nacemos, nuestra piel tiene olor. Es habitual y no tiene nada de malo. El olor a bebé es cierto y muchas veces no desagrada. No obstante, en la adolescencia y hasta mediana edad adulta, la transpiración puede ser un problema cotidiano por su aroma fuerte e invasivo. Esto es algo que se revierte con desodorantes, cremas, perfumes, lociones y aceites. En tanto, en la ancianidad, el conocido “olor a viejito” también es un hecho frecuente, pero que no posee un aspecto desagradable.
Ese “olor a viejito” se debe al contacto de bacterias con la dermis. Sin embargo, para evitar que suceda esto, existen remedios caseros y económicos para aplicar a diario.
El concepto surgió en Japón en 2001 como kareishu y se relacionó como el olor de los abuelos, algo que suele ser común y que está impregnado en las casas, su ropa y ambientes de uso cotidiano. Suele aparecer a partir de los 60 años, pero diversas investigaciones apuntaron que desde los 30 años el olor corporal puede tornarse poco a poco de esta manera.
El químico José María Antón, investigador durante años en biotecnología para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) contó al diario español El País, que “los cambios hormonales de la madurez traen como consecuencia un aumento en la producción de lípidos en la superficie de la piel. Paralelamente, se va reduciendo nuestra capacidad antioxidante natural y el resultado es que aumenta exponencialmente la peroxidación y el cuerpo huele cada vez peor. Es ese olor que se nota en los asilos, por muy limpios que estén”.
Esto sucede “cuando el sudor entra en contacto con las bacterias de la piel, principalmente a partir de las glándulas sudoríparas apocrinas que actúan como una especie de caldo de cultivo para los microbios”, señaló el doctor Ramiro Heredia (M.N. 117882), médico especialista en clínica médica del Hospital de Clínicas José de San Martín.
Por lo tanto, en una investigación que se denominó El Olor de la Edad: Percepción y Discriminación de los Olores Corporales en Diferentes Edades, se intentó demostrar este cambio inevitable. Se le propuso a un grupo de 44 hombres y mujeres de diferente rango etario, utilizar una camisa durante cinco días consecutivos para que se acumulara el olor a transpiración. El resultado mostró que los adolescentes y adultos de mediana edad, no tenían diferencia en cuanto a sus olores.
No obstante, para los que superaban 60 años, se les hizo más difícil hallar un patrón identificable. Tras ello, explicaron que los cambios en el olor corporal probablemente no tengan nada que ver con cuestiones de higiene personal, sino que se trata de compuestos de aroma y bacterias que interactúan en la piel.
El principal de ellos, la molécula 2-nonenal, se produce en la dermis de forma natural como consecuencia de la peroxidación lipídica y que aumenta con el paso del tiempo, afectando el olor en el cuerpo.
Cómo eliminar el olor de la piel
Hay tres trucos caseros para retirar aromas de la piel. Cada uno de ellos tiene compuestos no tóxicos; sin embargo, se sugiere consultar con un médico de confianza antes de aplicarlo.
- Aloe vera: Esta planta posee una rica pulpa que ayuda a mantener hidratada nuestra piel. Además, lucha contra las bacterias que residen allí y que pueden generar mal olor en contacto con el sudor.
- Bicarbonato de sodio: Sirve como un desodorante natural si se lo mezcla con agua y talco. Es especial para colocarlo debajo de las axilas con el fin de reducir los olores de mal gusto.
- Vinagre de manzana: Este potente producto ayuda a combatir los hongos y las bacterias, por lo que se propone aplicarlo en las zonas afectadas como los pies.
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