El conducto externo del oído tiene un revestimiento de folículos pilosos (pelo) y glándulas que producen un aceite ceroso denominado cerumen. Si bien esta cera casi siempre se abre paso hasta la abertura del oído, puede acumularse y bloquear el conducto auditivo externo.
El propósito del cerumen es proteger el oído al atrapar polvo, bacterias, microorganismos y objetos pequeños que puedan penetrar y lastimar el oído. Además de esto, protege la piel delicada del conducto auditivo para evitar que se irrite cuando entra agua.
En algunas personas, las glándulas que producen cerumen pueden hacerlo de forma excesiva. A causa de esto, resulta difícil remover la cera y esta puede llegar a endurecerse y bloquear el oído, lo que generaría una compactación.
Algunos de los síntomas más comunes de los tapones de cera son dolor de oído, sensación de llenura o taponamiento en el oído, ruidos en el oído y pérdida parcial de la audición que puede llegar a empeorar.
Sin embargo, la mayoría de síntomas pueden tratarse desde el hogar. La información publicada por la ciencia asegura que es posible utilizar aceite de bebé, gotas comerciales para el oído, glicerina, aceite mineral o agua para remover los tapones.
De igual manera, es posible extraer el exceso de cerumen por medio de lavados. Para lograr esto, se debe usar agua a temperatura corporal; mantener la cabeza erguida, sostener la oreja y jalarla suavemente hacia arriba; usar una jeringa para dirigir un chorro de agua hacia el cerumen y, finalmente, inclinar la cabeza para que drene el agua.
La biblioteca también recomienda guardar ciertas precauciones al realizar los tratamientos. Una recomendación es nunca irrigar el oído con agua o gotas si existe la posibilidad de que el tímpano esté perforado. Asimismo, sugiere no utilizar un irrigador a presión diseñado para limpiar dientes.
(El Tiempo - GDA)