Elegir el centro maternal adecuado es una de las primeras y más importantes decisiones que deben tomar los padres cuando su hijo comienza su camino en la educación inicial. No se trata únicamente de factores como la cercanía al hogar o el costo de la institución, sino de considerar un conjunto de elementos que influirán en la experiencia del niño y su desarrollo. Desde la infraestructura hasta el enfoque pedagógico, pasando por la seguridad y la calidad del equipo docente, son muchas las cuestiones a analizar antes de tomar una decisión.
Para ofrecer una guía sobre qué evaluar a la hora de elegir un maternal, consultamos a la licenciada en psicomotricidad y máster en psiquiatría infantil Silvia Caloca y a la especialista en primera infancia Inés Velasques (directora de Inicial de la sede de Tortuguitas, Argentina, del grupo educativo SCMG y acompaña la apertura del Moorlands School en Uruguay), quienes compartieron sus conocimientos sobre esta etapa fundamental en la vida de los más pequeños y sus familias.
Confianza
El maternal representa la primera experiencia del niño fuera del hogar y, en muchos casos, su primer vínculo con un entorno distinto al familiar. Es esencial que el espacio elegido genere confianza y bienestar, tanto en los niños como en sus padres.
“Cuando una familia visita un maternal por primera vez, la sensación que perciben es clave. Si el lugar transmite calidez, orden y seguridad, los padres se sentirán tranquilos, y esa seguridad será la que luego transmitan a sus hijos”, explica Caloca.
Este primer contacto con la institución debe ser positivo y generar un sentido de pertenencia. Además de la infraestructura, la calidez humana juega un papel fundamental.
“El acompañamiento en la adaptación es clave. La separación del niño con sus padres puede ser difícil y un buen maternal entiende esto, ofreciendo estrategias para hacer la transición de manera progresiva. Contar con tiempos de adaptación escalonados y mantener una comunicación fluida con las familias ayuda a que el proceso sea más natural y llevadero”, agrega.
Estimulación temprana
Uno de los aspectos más relevantes a considerar en un maternal es su enfoque en la estimulación temprana (u oportuna como algunos autores refieren en la actualidad).
Esta etapa es crucial para el desarrollo neurológico, emocional y social del niño, y la institución debe ofrecer experiencias que potencien su crecimiento en estos aspectos.
“La estimulación temprana no significa adelantar contenidos escolares, sino brindar oportunidades para que el niño explore, experimente y desarrolle sus habilidades de manera natural”, señala Velasques.
“El juego es la base del aprendizaje en los primeros años de vida; es importante que el maternal ofrezca actividades lúdicas y sensoriales que promuevan la curiosidad y el descubrimiento”.
El espacio debe contar con materiales adecuados para que los niños puedan desarrollar su motricidad, creatividad y habilidades sociales. “Desde la música y el arte hasta el movimiento y el contacto con la naturaleza, cada experiencia contribuye a un desarrollo integral. Un maternal de calidad prioriza estas experiencias sobre las actividades mecánicas o estructuradas en exceso”, afirma la especialista.
Es importante destacar que la estimulación debe respetar el ritmo de cada niño. No todos evolucionan al mismo tiempo ni muestran interés por los mismos estímulos. “Un buen maternal ofrece opciones variadas y permite que el niño explore sin presión, asegurando que cada uno se desarrolle a su propio ritmo”, advierte.

Docentes capacitados
El equipo docente es uno de los factores determinantes en la elección de un maternal. “Los educadores que trabajan con la primera infancia, no solo deben estar bien preparados desde lo pedagógico, sino también ser capaces de brindar un acompañamiento afectivo y emocional. La vocación y la formación continua son esenciales para garantizar una experiencia enriquecedora para los niños”, subraya Caloca.
Además de la capacitación, es fundamental que los docentes y cuidadores comprendan las necesidades individuales de cada niño. “Cada niño es único y su proceso de adaptación es diferente. Un buen docente sabe leer esas señales y acompaña a cada pequeño en su propio ritmo, brindándole seguridad y confianza”, agrega Velasques.
Otro aspecto a evaluar es la relación entre educadores y niños. Un número reducido de niños por docente permite un mejor seguimiento individualizado y una atención de calidad. “Las familias deben averiguar cuántos niños hay por educador y cómo es la dinámica en el aula. Una atención personalizada es clave en los primeros años”, destaca Caloca.
Ambiente
La seguridad del entorno es otro punto clave. “El maternal debe contar con un espacio adaptado para niños pequeños, con mobiliario adecuado, materiales no tóxicos y medidas que prevengan accidentes”, explica Velasques.
Además de la infraestructura física, es fundamental que la institución tenga protocolos para situaciones de emergencia, desde primeros auxilios hasta la prevención de enfermedades contagiosas. “Los padres deben consultar sobre estos protocolos y asegurarse de cumplen con todas las normativas de seguridad”, agrega la especialista.
El espacio exterior también es relevante. Contar con patios o áreas de juego seguras al aire libre es un plus, ya que permite a los niños moverse, jugar y desarrollar sus habilidades motoras en un ambiente natural. “El contacto con el aire libre favorece la salud y el bienestar. Es importante que el maternal tenga espacios abiertos para que los pequeños puedan explorar y jugar libremente”, explica Velasques.

Antes de la adaptación
La entrada al maternal representa un cambio significativo en la vida del niño y su preparación comienza en el hogar. “Es recomendable que los niños tengan experiencias previas de socialización antes de ingresar al maternal. Jugar con otros niños, compartir actividades grupales o quedarse por períodos cortos al cuidado de otro adulto de confianza son estrategias que ayudan a la adaptación”, sugiere Caloca.
Velasques refuerza esta idea y destaca la importancia de establecer rutinas previas al ingreso. “Es útil que los niños comiencen a seguir horarios similares a los que tendrán en el maternal, tanto en la alimentación como en el descanso. También es beneficioso fomentar cierta autonomía en actividades básicas, como el uso de utensilios para comer o la identificación de sus pertenencias”.
Asimismo, hablar con el niño sobre el maternal de forma positiva y transmitirle seguridad es fundamental. “Si los padres le cuentan con entusiasmo lo que va a vivir, le muestran imágenes del lugar o le hablan de las actividades que realizará, el niño llegará con mayor confianza y predisposición a esta nueva etapa”, sostiene Velasques.
Impacto a futuro
La decisión de qué maternal elegir no solo tiene un impacto inmediato en la adaptación del niño, sino que influye en su desarrollo a largo plazo. “Los primeros años de vida son clave para la construcción de la autoestima, la autonomía y el desarrollo de habilidades sociales. Un inicio escolar positivo, en un entorno afectuoso y estimulante, favorece la confianza y la curiosidad del niño por aprender”, afirma Caloca.
Velasques concluye que, al momento de tomar una decisión, los padres deben priorizar la seguridad y la confianza. “Cuando los padres están convencidos de que eligieron un buen lugar, transmiten esa tranquilidad a su hijo. Y esa confianza es el mejor punto de partida para una experiencia feliz en el maternal”.
Tomarse el tiempo necesario para visitar distintas instituciones, conversar con los educadores y observar la dinámica de cada espacio permitirá a los padres hacer una elección informada. Más que un simple lugar de cuidado, el maternal es el primer paso en la trayectoria educativa del niño y su impacto será fundamental en su desarrollo futuro.
Los niños requieren entendimiento, paciencia, comprensión y límites en un clima de afecto.
“Decir que los niños no deben escolarizarse antes de los tres años es desconocer la situación real de las familias”, sostiene la pediatra Alicia Fernández.
Por eso resalta la importancia de que asistan a centros formales. “La educación familiar y extrafamiliar coexisten, se complementan”, suma.
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