El currículum vitae de Jesús San Miguel lo presenta en el mundo. Líder médico y catedrático de hematología; director de Medicina Clínica y Traslacional de la Universidad de Navarra; especialista en hematología y hemoterapia, experto en mieloma múltiple. El expresidente de la Sociedad Internacional de Mieloma tiene cientos de publicaciones y revolucionó el tratamientode esta enfermedad. En una visita relámpago a Montevideo, presentó la Clínica de la Universidad de Navarra ante profesionales locales y conversó con El País.
—¿Qué conoce de la medicina en Uruguay y cómo está el país en relación a otros?
—Conozco la medicina uruguaya, especialmente la onco-hematología. Acá hay excelentes especialistas, pondría a cualquier familiar en sus manos. Pueden faltar algunos aspectos tecnológicos, pero son los propios médicos uruguayos quienes pueden encauzar la solución a sus casos. Siempre repito que el médico no puede tener el gen de la autosuficiencia, sino el de la insuficiencia; ese es el gen que te permite acudir a otros colegas, a pedir otras opiniones, a consultarles para repensar sus casos.
—¿El cáncer puede convertirse en una enfermedad curable?
—Este es el sueño de los centros que nos dedicamos de manera preferente al cáncer. Ya existen variantes de cáncer hematológico, como el linfoma de Hodgkin, la leucemia linfoblástica o la leucemia mieloide crónica que son curables. Pero, por desgracia existen otras variantes como algunos tumores sólidos, los carcinomas de páncreas, el hepatocelular o los del sistema nervioso central que, aún son incurables.
—¿Cuáles son las grandes estrategias para intentar curar esta enfermedad?
—Para vencer a un enemigo hay que saber cómo juega. La primera estrategia es conocer por qué se desarrolla. Aquí surge la importancia de la investigación: cuáles son los motivos por los que una célula se multiplica de forma desordenada o es capaz de no morir. La segunda, contar con las mejores herramientas para el diagnóstico y para monitorear la eficacia de los tratamientos. La tercera, es la detección e intervención precoz y la cuarta, usar los mejores tratamientos en los tumores que podemos considerar curables y, en los que son incurables, los mejores tratamientos experimentales.
—Al hablar de cáncer se marca la importancia detectarlo a tiempo y de una intervención precoz.
—Las campañas de detección precoz del cáncer de mama, de próstata o de colon han sido la herramienta más importante para avanzar en la curación de estos tumores. Siempre decimos “ojalá lo hubiéramos detectado antes”. En nuestro grupo de investigación estamos desarrollando técnicas de alta sensibilidad para detectar células tumorales desde el inicio, para evitar que las que están en estadios precoces desarrollen posteriormente el tumor. Y me gusta pensar en la detección e intervención precoz una vez que has completado el tratamiento. Desgraciadamente, muchos de esos pacientes que están en remisión completa, luego recaen. Y eso ocurre porque ha quedado una enfermedad mínima residual que no visualizamos con las técnicas convencionales. Por eso, existen esfuerzos para posibilitar técnicas de alta sensibilidad que identifiquen esa enfermedad mínima residual, para que podamos atacarla y no demos tratamientos por terminados antes de tiempo.
—¿Por qué se desarrolla el cáncer y cómo atacar sus debilidades?
—Existen alteraciones genéticas que favorecen el desarrollo, el crecimiento incontrolado de las células tumorales. Son factores intrínsecos, dentro la célula tumoral. No hay que confundir la genética que nos transmiten nuestros progenitores con los cambios genéticos en la célula tumoral, que se producen por radiaciones solares, por el tabaco, o por cualquier otra razón, conocida o no. Pero junto a esos mecanismos de la célula tumoral, existen otros en el micro medioambiente en el que aparece el tumor y que facilitan su crecimiento. Por tanto, tenemos dos focos en los que atacar el cáncer: uno, las alteraciones propias de la célula tumoral y, otro, las alteraciones en el micro medioambiente de la célula.
—Se habla de medicina personalizada y de precisión. ¿Qué significa esto para un paciente oncológico?
—Tenemos técnicas a nivel genómico que permiten caracterizar las alteraciones genéticas, propias de cánceres específicos. Por tanto, la medicina personalizada permite precisar el diagnóstico y desarrollar estrategias terapéuticas. Además, al tratar a nuestros pacientes, queremos que tengan los menores efectos secundarios posibles. Al pensar en la radioterapia no suele citarse a la protonterapia como una medicina de precisión, pero lo es, porque consigue dar la radiación justa en el lugar preciso y no afecta a otros tejidos. La protonterapia es uno de los paradigmas para evitar la lesión en los tejidos sanos. Es el caso de niños, por ejemplo, con tumores cerebrales, en los que la radioterapia podría afectar a regiones sanas y que no deberían de recibir radiación.
—Otro término que se menciona son las terapias avanzadas. ¿Qué significa este concepto?
—Nuestro sistema inmunológico está capacitado para controlar el cáncer. Cuando una célula se empieza a alterar, intenta atacarla y, de hecho, el cáncer no debería existir porque nuestro sistema inmune debería controlarlo. Lo que ocurre es que las células tumorales desarrollan mecanismos para bloquear nuestro sistema inmune y no le dejan actuar de manera eficiente. Las terapias avanzadas vencen esa resistencia de las células tumorales al sistema inmune, haciendo a nuestros linfocitos T —los que atacan a las células tumorales— mucho más eficientes. El paradigma de estas terapias son los anticuerpos biespecíficos y las terapias con células CAR-T, que toman nuestras propias células y las modifican genéticamente para que venzan esos mecanismos de resistencia y destruyan a las células tumorales. Hoy sabemos que, con esa estrategia, algunos tumores hematológicos ya se curan.
—¿En qué casos es importante contar con estas terapias?
—En las enfermedades hematológicas es donde existe mayor evidencia. Pero nosotros —y otros grupos de investigación— estamos trabajando también en tumores sólidos con los CAR-T. Además, existen otras estrategias de inmunoterapia para tumores hepáticos y para tumores cerebrales.
“Lo más barato en medicina es curar, sobre todo si pensamos en personas jóvenes a las que la curación podría devolverles a la vida activa profesional”, remarcó San Miguel. Su estrategia ha sido idear tratamientos de manera académica. Por ejemplo, en el desarrollo de CAR-T o con la protonterapia.
“En nuestro centro los tratamientos son más asequibles que en países como EE.UU.”, destacó. Y agregó que en la Clínica Universidad de Navarra comprobaron que los mejores resultados se obtienen a través de equipos multidisciplinares. “Trabajamos con cirujanos, oncólogos médicos, oncólogos radioterapeutas y todos los especialistas implicados”, enfatizó.
El equipo se reúne para debatir qué es lo mejor que puede aportar. “En una sesión discutimos sobre el paciente con todos los especialistas posibles. Hay que individualizar el tratamiento cada vez más y procurar aportar al paciente el conocimiento de todos”, explicó.
“El reto que abordamos, cada vez con mayor pasión, es asegurarle la mejor calidad de vida a los pacientes. Cuando se empezaron a curar los niños con leucemia linfoblástica les hacíamos radioterapia y, sí, les curábamos, pero quedaban con problemas motores o de aprendizaje. Esto nos pasa con muchos tumores en los que la quimioterapia, la inmunoterapia o la radioterapia conllevan secuelas. Por eso es muy importante, de nuevo, la medicina de precisión”.
Y concluyó: “La protonterapia evita la lesión en los tejidos sanos, de tal forma que los pacientes puedan tener luego la mejor calidad de vida y se reincorporen a la vida laboral con un 80%, 90% ó 100% de capacidades con respecto a la que tiene la población sana”.