Para Pablo Ortiz, la huerta es terapéutica. “En casa converso con las plantas. Mi señora me dice que estoy loco, pero es que hace bien”, contó. Aprendió a trabajar la tierra a los seis años, con su papá, y hoy, con 49, se encarga de cuidar las huertas comunitarias del proyecto Cultivando Desarrollo en Fray Bentos, su ciudad natal.
Uno de los aspectos más importantes en todo proceso de huerta es preparar la tierra, sostuvo Ortiz. En este sentido, el compostaje es clave: esta mezcla de materia orgánica en descomposición sirve para mejorar la estructura del suelo y proporcionar nutrientes. En Cultivando Desarrollo han hecho compost con hojas muertas y cáscaras de papa, entre otros elementos, y han cultivado acelga, lechuga, zanahoria, perejil, remolacha, cebolla, mostaza, habas, arvejas y más.
El proyecto culminó su primera fase con cuatro huertas instaladas: una en Centro de Barrio Fray Bentos 2000, otra en Escuela N°6 Agustín Ferreiro, la tercera en el Centro Juvenil de Fray Bentos del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) y, por último, un invernáculo en Escuela Agraria Fray Bentos de la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU).
Participa gente de todas las edades y se aprende mucho más que a plantar y cosechar. “Se practica la paciencia. Hay que ponerle tiempo y dedicación a la huerta todos los días. No hay que desesperarse. Los chiquilines plantan y ya quieren cosechar, pero de a poco van entendiendo la importancia del proceso”, expresó Ortiz.
La huerta: cooperación y autosustento.
Cultivando Desarrollo nació a partir de un deseo: educar cooperativamente a través de la creación de huertas comunitarias. El impulsor de esta idea fue Carlos Estigarribia, ganador del Premio ReachingU al docente uruguayo 2022, que reconoce a profesionales de todo el país por sus prácticas innovadoras y transformadoras. La Fundación ReachingU contactó a Alejandro Chu, un filántropo de origen chino que pasó su juventud en Uruguay y ahora vive en Estados Unidos, quien se sintió muy afín con la propuesta y colaboró con la donación de US$ 10.000.
El proyecto se materializó en marzo de este año. Participan alrededor de 40 personas de la comunidad —mamás y papás, abuelas y nietos—, 12 pacientes de un centro de ASSE para la salud mental, niños del Centro CAIF Las Ranitas y tres grupos del Liceo N°2 —entre 80 y 90 chicos— con sus docentes.
“Todo lo que puede ser cultivable se está cultivando. Y además las flores, que no solo embellecen, sino que son indispensables porque atraen a insectos beneficiosos para la vida de los cultivos”. manifestó Estigarribia.
Para él, lo anterior demuestra que la cooperación inicia en la naturaleza: “La tierra se ayuda de una flor que atrae insectos que, a su vez, ayudarán a la polinización y a combatir otros insectos que no son buenos para la huerta. Es un equilibrio perfecto del cual los seres humanos debemos aprender”.
Otro aspecto importante del proyecto es que todo lo cosechado estará destinado al autoconsumo de quienes cultivaron. “Con Alejandro Chu coincidimos totalmente en que la huerta orgánica puede apoyar en gran medida el sustento de una familia”, explicó Estigarribia. En este sentido, Cultivando Desarrollo brinda herramientas para la soberanía alimentaria: “Una persona que aprende a cultivar orgánicamente en un suelo de calidad, aunque sea en un lugar pequeño, puede cubrir por lo menos el 40% de la demanda alimenticia de una familia de cuatro personas”, aseguró el docente, hoy en día jubilado.
Cultivando Desarrollo es el resultado de un trabajo en equipo. Para empezar, está Ortiz, responsable de poner en marcha la huerta: construir cercos y canteros, y sembrar, siempre con la gente. Lo acompaña Paula Sánchez, ex alumna del Liceo N°3 de Fray Bentos y estudiante avanzada de la Licenciatura en Trabajo Social de la UdelaR. A su vez, la directora de Políticas Sociales de la Intendencia de Río Negro, Patricia Amarillo, el director de Desarrollo, Sergio López, y el director General de Ambiente, Biodiversidad y Cambio Climático, Adrian Stagi, han sido piezas claves en la ejecución del proyecto.
Enseñanzas de la huerta.
Estigarribia aprendió a cuidar de sus primeros plantines cuando tenía cinco años, con la guía de su abuelo. Su amor por la huerta lo acompañó a todas partes, incluso durante los 20 años que vivió en un apartamento en Montevideo donde plantaba en todos los recipientes que podía. Participó en varios proyectos de huertas en el ámbito de la educación y también transmitió este conocimiento a sus hijos.
Primero fue docente, luego profesor de Educación Física y más adelante director. Su experiencia le ha dejado claro que la mejor forma de aprender es a través de la experiencia y ahí que la huerta tiene un lugar protagónico. “Aprendo lo que escucho, lo que veo y lo que vivo, y la huerta orgánica permite la totalidad de las experiencias de la vida”, sostuvo. Y añadió: “Aprendo que tengo que esperar; preparar el suelo, cuidar la semilla. Para que una semilla de lechuga se convierta en una lechuga de $40, $50 o más pesos uruguayos, deben pasar tres meses. Así, aprendo que el dinero se construye con esfuerzo, trabajo, conocimiento y tiempo”.
Asimismo, mencionó que “la ayuda social que brinda este país es fantástica, pero en este mundo el ser humano adquiere su verdadera libertad cuando gana su propio dinero”. En este sentido, subrayó: “Sabemos que las experiencias de huertas orgánicas, sobre todo cuando son cooperativas o comunitarias, generan en la gente el disfrute del trabajo. Ese es el objetivo de Cultivando Desarrollo”.
La primera fase de Cultivando Desarrollo ha sido posible gracias a la financiación de Alejandro Chu, pero la posibilidad de mantener el trabajo y ampliarlo a otras instituciones depende de tener dinero para hacerlo, sostuvo Estigarribia. En este sentido, señaló que están elaborando una propuesta para Fundación Reaching U y Alejandro Chu con el fin de continuar en una segunda fase. “Queremos seguir colaborando con la educación pública en Uruguay y brindar oportunidades a jóvenes y a todas las personas de la comunidad que aspiren a una mejor calidad de vida”, concluyó.
Claves para empezar una huerta en el hogar.
De acuerdo a Estigarribia, la condición fundamental para llevar adelante una huerta es tener paciencia. Luego, resaltó la importancia de preparar el suelo. “No hay por qué comprar macetas; sirve el reciclaje de envases o la construcción de macetones de madera”, puntualizó. También recomendó elegir un espacio que reciba muchas horas de sol.
“La tierra en Uruguay es lo más sencillo de conseguir, vivas donde vivas. Hay que acopiarla en bolsas o donde sea y acarrearla de a poquito; todos los días se lleva un poco hasta completar los macetones”, sugirió. A su vez, indicó que deben juntarse todos los restos orgánicos de la casa, sobre todo en otoño, para aprovechar las hojas caídas y el pasto seco.
Finalmente, afirmó que “el mejor alimento de calidad es el orgánico”, y Uruguay “es un sitio maravilloso en el Universo, no solo en el mundo, porque tenemos sol, aire y suelo de la mejor calidad”.