Redacción El País
Las uñas, a menudo olvidadas como indicador de salud, pueden revelar mucho sobre el estado general del organismo. La aparición de líneas en las uñas, también conocidas como "uñasrayadas," es una señal que puede apuntar tanto a factores externos como a condiciones internas.

La estructura, color y textura de las uñas responden a condiciones como deficiencias de nutrientes, desequilibrios hormonales o afecciones subyacentes, siendo las rayas una manifestación de estos factores.

La presencia de rayas en las uñas es un fenómeno común que puede deberse a causas variadas, desde el proceso natural de envejecimiento hasta cambios en los niveles de hidratación. Las rayas verticales, que se extienden desde la cutícula hasta el borde de la uña, se ven más frecuentemente con el paso de los años y son señal de una piel que pierde elasticidad y humedad. La falta de hidratación puede contribuir también a que las uñas desarrollen estos surcos a medida que la piel y las células de la uña se renuevan a un ritmo más lento.

Entre las causas más frecuentes, se incluyen la deficiencia de ciertas vitaminas y minerales esenciales. La falta de vitamina A, algunas del grupo B y minerales como zinc y hierro pueden manifestarse en la apariencia de las uñas. El hierro, por ejemplo, es vital para la producción de hemoglobina y el transporte de oxígeno a los tejidos, por lo que una deficiencia de este mineral puede comprometer la salud y estructura de las uñas. Asimismo, la ausencia de cisteína, un aminoácido fundamental en la queratina que compone las uñas, las vuelve más débiles y proclives a desarrollar rayas.

El estrés crónico es otro factor que afecta la salud de las uñas. Cuando el cuerpo atraviesa períodos prolongados de tensión, aumenta su demanda de nutrientes, lo que puede tener repercusiones en la estructura de la uña. Esta situación lleva a una producción de queratina alterada, lo que provoca que las uñas se tornen frágiles y presenten rayas, ya sean verticales u horizontales.

Además de las causas internas, el entorno y la exposición a productos agresivos pueden afectar las uñas. El uso prolongado de productos de limpieza y cosméticos o la aplicación frecuente de esmaltes y acrílicos puede debilitar la estructura natural de las uñas. Estas prácticas, al resecar las uñas y limitar su capacidad de producir queratina de manera uniforme, fomentan la aparición de rayas. Incluso el uso excesivo de ciertos productos cosméticos puede comprometer la salud de las uñas al exponerlas a sustancias químicas.

Los traumatismos repetidos, como golpear o presionar las uñas contra superficies duras, también pueden afectar la matriz de la uña, que es la zona responsable de su crecimiento. Este tipo de daño puede causar rayas visibles en la superficie de la uña, especialmente si los golpes o presiones se repiten con frecuencia.

Las líneas verticales suelen ser inofensivas y se asocian con factores relacionados con el envejecimiento o el estilo de vida. Sin embargo, las rayas horizontales, conocidas como líneas de Beau, son un signo más serio que puede estar vinculado con problemas sistémicos de salud. Las líneas de Beau se producen cuando el crecimiento de las uñas se ve temporalmente interrumpido, situación que puede estar ligada a enfermedades crónicas o períodos de salud comprometida.

De acuerdo con la Mayo Clinic, estas líneas pueden aparecer después de infecciones severas, en las que el cuerpo prioriza el combate contra la enfermedad y detiene el crecimiento normal de las uñas. Enfermedades crónicas como la diabetes también pueden producir estas rayas debido a la mala circulación y la oxigenación deficiente en las extremidades. Los problemas vasculares periféricos, que afectan la circulación y limitan el flujo de oxígeno y nutrientes hacia las uñas, también pueden dar lugar a las líneas de Beau.

Además de las enfermedades crónicas, la deficiencia de zinc, un mineral fundamental en la regeneración celular, puede causar estas rayas horizontales. Durante episodios de fiebre intensa o a causa de algunos medicamentos, como los empleados en quimioterapia, el crecimiento de las uñas también puede verse afectado, resultando en la aparición de estas líneas.

La primera medida es consultar a un médico o dermatólogo ante cualquier cambio importante en las uñas, sobre todo si se presentan rayas acompañadas de otros síntomas. Un profesional de la salud podrá descartar enfermedades graves y, en caso de ser necesario, recomendar un tratamiento adecuado o la suplementación de vitaminas y minerales.

Una vez descartadas las causas médicas, hay medidas sencillas que pueden contribuir a mantener las uñas en buen estado. La hidratación es clave tanto para la piel como para las uñas; el uso regular de cremas humectantes y aceites, como el de oliva o el de almendras, puede fortalecer la superficie de la uña y evitar la aparición de surcos.

La alimentación equilibrada es también fundamental. Una dieta rica en nutrientes esenciales favorece el crecimiento sano de las uñas, por lo que es recomendable incluir alimentos como pescados grasos, frutos secos y verduras de hoja verde, que aportan vitaminas y minerales necesarios para la regeneración celular y la producción de queratina.

Asimismo, se recomienda realizar ejercicios de manera regular para mejorar la circulación y la oxigenación de todos los tejidos, lo que favorece la salud de las uñas. Mantener una buena higiene y usar una pulidora suave en las uñas puede también ayudar a suavizar las rayas visibles. Además, dejar las uñas sin esmalte de vez en cuando permite que respiren y mantengan su aspecto natural.