Rehabilitación: el rugby como herramienta de reinserción en la sociedad en el penal Piedra de los Indios

La Fundación Las Piedras lleva adelante un programa deportivo en el Penal Piedra de los Indios, en Colonia

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Reclusos jugando al rugby.
Aprender jugando.
Foto: Fundación Las Piedras.

¿Puede elrugbyser un camino hacia una vida más plena y esperanzadora? La novel Fundación Las Piedras apuesta que sí, y lo pone en práctica en el establecimiento de reclusión Piedra de los indios, en el departamento de Colonia. Ahí, desde hace un año y medio, se forma y entrena a los reclusos en el arte de los try, mark, tackle y otras jugadas que forman parte del rugby.

Para observadores externos, recurrir a métodos como el rugby puede parecer no solo heterodoxo, sino directamente un anatema. Pero en Uruguay ya hay varias experiencias en las que se aplican enfoques que ponen la mira más allá de lo más probado —estudios formales, capacitación en ciertos oficios—, para conectar con otras facetas de la personalidad.

Reclusos jugando al rugby, Colonia
Espíritu de equipo
Foto: Fundación Las Piedras.

Por ejemplo, durante varios años la organización Nada Crece a la Sombra trabajó en las cárceles con talleres de creatividad musical y literaria, con la participación de músicos de rap impartiendo clases sobre cómo se puede componer una pieza musical de ese género, en el cual saber expresarse literariamente es esencial.

Ese tipo de enfoques, que se centra en abordajes no punitivos es comparativamente reciente en Uruguay —al menos a nivel de la discusión pública— y tal vez por esa razón sigue generando dudas y hasta resistencias.

En lo internacional, empero, valerse de por ejemplo el arte para estimular la reinserción social, tiene muchas décadas de puesta en práctica. En Inglaterra, por ejemplo, la Fundación Arthur Koestler —en honor al escritor húngaro-británico homónimo— instauró programas de diferentes expresiones artísticas (pintura, por ejemplo) en centros de reclusión desde 1969.

No solo se ha recurrido al arte. A principios de este año, el experto en comportamiento equino estadounidense Randy Helm estuvo en Uruguay (ver más abajo) para compartir algunas experiencias que recogió cuando estuvo al frente de otro programa heterodoxo: otorgarle a privados de libertad —en ese caso específico, hombres que habían sido condenados por delitos violentos— un caballo para que estos los cuiden y, de esa forma, cultiven un vínculo con el animal.

Los resultados recogidos por Helm y sus colaboradores fueron no solo alentadores, sino lo suficientemente llamativos como para ameritar la adaptación cinematográfica de alguna de las historias de redención individual (The Mustang, 2019).

En Colonia y en la actualidad, la fundación Las Piedras está probando el camino del deporte de pelota ovalada, que ahora acapara muchas miradas a nivel internacional gracias a la presencia de Los Teros, la selección uruguaya, en el Mundial de Francia.

Adolfo Gardiol, integrante de la fundación, explica que una de la principales dificultades para aquellas personas que han estado privadas de libertad es volver a la sociedad y poder retomar algo parecido a una vida “normal”, en la que los vínculos —tanto a nivel individual como colectivo— se caracterizan por el respeto y las responsabilidades recíprocas.

Adolfo Gardiol
Adolfo Gardiol.
Foto: Gentileza.

La razón para recurrir al rugby (o a otros métodos heterodoxos) es sencilla: la reincidencia —o sea, volver al delito luego de haber sido liberado, de nuevo a la cárcel y así en un círculo vicioso— es muy alta.

“Justo hace poco leía en El País que siete de cada diez personas liberadas, reinciden en el delito”, comenta Gardiol y continúa: “Eso es un gran problema. Entre los primarios que entran al sistema de reclusión, y los que por haber reincidido retornan, las cárceles están que explotan”, comenta.

Tanto Gardiol como quienes lo acompañan en la iniciativa, son conscientes de los bolsones de sospechas o resistencias que aún persisten en partes de la sociedad uruguaya hacia los métodos no punitivos, y el rechazo que genera entre mucha gente darle una segunda oportunidad a quien haya delinquido.

Sin embargo, él lo plantea así: “Puede que no se entienda, que parezca hasta descabellado pero a quienes piensan así, lo que les digo es que lo piensen desde el egoísmo: ‘No vas a querer que el recluso salga y vuelva a delinquir’”. Porque puede que ocurra que sea uno mismo el que se cruce con alguien que fue liberado y vuelve a cometer, por ejemplo, una rapiña con arma de fuego.

“Eso es una situación traumática para vos o para tu familia, si esta llegara a estar contigo en ese momento. Además, entre los privados de libertad hay gente que realmente quiere hacer las cosas bien, que quiere rehabilitarse. Lo mires por donde lo mires, el proyecto beneficia a todos”.

Gardiol menciona el caso argentino donde la Fundación Espartanos —que también aplica el camino del rugby— consiguió que la reincidencia entre quienes habían participado de su programa bajara de 65% a 5%.

“Eso nos alentó mucho, y pensamos que si funciona en el penal Piedra de los Indios, también puede llegar a funcionar en otros”.

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