Un joven paró su auto, bajó la ventanilla y, emocionado, le gritó a un hombre que pasaba: “¿Me puedo sacar una foto contigo?”. La escena, que seguro le ocurre a las estrellas del fútbol en todo el mundo, se dio en una ciudad de Canelones hace algunas semanas. Involucró a un jugador que se está recuperando de una lesión y que quiere volver a las canchas ya, para enfrentar a su ídolo, a ese que iba caminando, que es Robert Carmona, el futbolista más longevo del mundo, uruguayo, de 62 años.
La historia futbolística de Carmona fue noticia en decenas de medios y entrevistas de todas partes del globo, pero a él no le gusta tanto hablar de fútbol, sino de su objetivo en la vida. Y de eso se trató esta charla, que se dio a poco de su retorno a las canchas locales, con el club Río de la Plata, que compite en la Liga Soca de la Organización del Fútbol del Interior (OFI). Lleva jugados dos partidos y, por ahora, en lo único en que no piensa es en el retiro.
“Estoy un poco triste con la prensa de mi país, porque es donde uno puede dejar un mensaje de vida, de valores, de salud, de compromiso. Hay adultos que la están pasando mal y los niños, los adolescentes… Estamos en crisis con el alcohol, la violencia, las adicciones, el abandono de estudios, de los sueños, de la vida. Nadie es profeta en su tierra, pero me pone triste que hay pocos espacios para dar este mensaje”, dice a modo de confesión y da inicio a la charla.
-¿Sentís que no se da espacio a estos temas?
-Hablan los políticos, los dirigentes, la prensa; hablan en las reuniones, en campañas, pero no le ponen el diente el pan duro. No les interesa, no genera dinero, no es lo que buscan los sponsors. Estoy dolido, triste, pero eso no me va a detener.
-¿Por qué seguís jugando?
-Porque he tenido una vida muy dura, he tenido que luchar y salir día a día a la guerra, al mundo, que no fue el que Dios creó. Yo creo mucho en Dios y respeto a los que no, pero Dios quiso que este mundo fuera de paz, amor y de brindarse al prójimo y mirar por el que está al lado. Y eso no ocurre. Lo que me tocó vivir fue muy duro, muy oscuro y se verá en un libro sobre mi vida que saldrá este año. Sigo porque soy un elegido y me gané el lugar que tengo. Y siempre hay algún desubicado que no entiende mi mensaje y me dice que no jugué en Peñarol o Nacional, que solo integré cuadros chicos. Y a mí eso no me molesta, pero no ven realmente mi objetivo.
-¿Cuál es ese objetivo?
-Voy a otra cosa. En el fútbol jugás bien o mal, ganás o perdés, a mí no me interesa. Mi objetivo fue siempre salir a la lucha y dejar lo mejor de mí en la vida, en cuanto a valores. Y sobre todo en el tema social, llegarle al hueso a la gente.
-¿Cuando decís que te tocó una vida muy dura, a qué te referís?
-Estuve en muchos países y económicamente estuve bien y ahora estoy normal, no me falta nada. Cuando me faltó era muy chiquito, muy niño. El primer gol en contra que recibí en mi vida fue perder a mi papá, a mis 9 años. Ahí mi vida quedó marcada. Antes de morir, me pidió que jugara al fútbol y que cuidara a mi mamá. Y fijate: sigo jugando con 62 años, soy el único en todo el mundo y mi mamá vivió conmigo hasta hace cuatro años, cuando falleció a sus 87. O sea que cumplí. Y por eso sigo y por eso me siento un elegido. Estoy feliz de estar en este camino.
-¿Cuál es el secreto para que el cuerpo aguante?
-El mundo ha cambiado y los 62 de ahora no son los 62 de antes. Ni como para estar sentado en una plaza tomando sol, ni para enfrentar a muchachos de 80 kilos, que miden 1.80, tienen fuerza y físico joven. Y realmente me enfrento con chicos de 18, 20, hasta de 35 años y soy un tipo flaco, de 1,74, 71 kilos y mi masa muscular ya no es la misma. Entonces, hay que tener experiencia, habilidad y un estado físico acorde a lo que amerita un deporte de contacto y de alto rendimiento como es el fútbol.
-¿Y también tener conducta?
-Conducta intachable. Soy un profesional. Algunos me dicen que no jugué muchos años en fútbol profesional, pero no es por ahí: yo soy el profesional y si el entorno no lo es, no es problema mío. Jugué en AUF, en Europa y en Estados Unidos, si pagaban bien, mal o no pagaban, eso no te hace profesional. Muchas personas no lo entienden, pero mi vida es la de un profesional a toda hora del día. Nunca tomé alcohol, tomo agua. Ya no recuerdo ni cuando tomé la última bebida cola. No consumo carne ni frituras, no como grasas. Me alimento lo más sano posible, muchas verduras, frutas y jugos naturales. Nunca fumé. Todo eso es parte de lo que envuelve a Carmona: la conducta en la salud.
No podés no amar tu cuerpo y no cuidarte. No podés comprarte un par de zapatos de $ 5.000 y después comer una hamburguesa en un carrito porque no tenés plata. Eso lo hace el 80% de la población mundial. Tenés que gastar en una buena cena, saludable, y comprarte unos championes de $ 500. Ahí le estamos errando. La gente piensa primero en lo que ve el otro, en lo que pensará sobre uno y se mata en el gimnasio para no tener un rollito, pero después se pasa tomando alcohol, sale de noche a un boliche a tomar, a reventarse.
-¿Por qué creés que pasa eso?
-Porque tenemos un concepto equivocado de lo que es vivir una vida plena y saludable y porque está muy mal dado el mensaje y la gente engancha para ese lado. Lo que creo es que todos los gobiernos tienen plata, en todos los países, para poder atacar donde realmente se necesita. Lo que pasa que no les interesa y no importa el color: no hablamos de partidos. No les interesa, hay otros compromisos y la campaña apunta para otro lado.
-¿Cómo enfrentás temas que te generan molestia o que te enojan? ¿Tenés momentos de relax o meditación, por ejemplo?
-Soy muy vehemente, me enojo, pero sanamente. No soy de tomarme tiempos de descanso o siesta. Soy un bicho raro, tengo que estar activo, si no me siento inútil. No hago meditación, yo voy al hueso, soy un apasionado y considero que hay que dar todo de uno para salir adelante. No espero que las cosas pasen, las voy a buscar. Conquisté las cosas que tengo por ir, no por quedarme sentado; consideraría eso como un fracaso.
-¿Y en cuanto a lesiones, cómo lo llevás?
-Obviamente, con el paso del tiempo la recuperación cada día me cuesta más. Algunos días tengo que aflojar el entrenamiento y hago elongación o caminata. Vine de España el año pasado con un desgarro de cuatro centímetros en el cuádriceps y está llevando meses recuperarlo. Recién jugué dos partidos este año y como juego con intensidad quedó muy cargado, pero ya estoy trabajando conmigo y pensando en el que viene. No quiero ir al médico o hacer reposo. Estoy haciendo todo para jugar, aunque sea rengo, yo quiero estar.
-¿Tenés algún referente, algún ídolo en el mundo del fútbol?
-Como te dije, soy un bicho raro: no voy a ver partidos, ni soy hincha de nadie. La última vez fue por invitación. Y soy muy crítico de los futbolistas. Los respeto, pero me quedo con los jugadores de antes. No comparto lo de ahora, no estoy de acuerdo con todos los chiches, con cómo viven y las salidas y los colores. Me crié comiendo en un comedor del INDA, pidiendo plata para el Judas y cuando empecé a jugar en un equipo de Las Piedras, con 14 años, ¡no me olvidó más! Me daban una bolsita con pan, alguna fruta y creo que $ 5. Con eso pasamos una Navidad con mi madre y mi hermana.
No jugué en Primera División, siempre jugué en la B, la C, en el interior, en equipos chicos, pero estoy feliz porque mi idea era esta: jugar al fútbol. Y capaz que hubiera querido ir al Real Madrid, pero no me arrepiento de nada. Quería llegar a ser lo que soy y lo cumplí: el jugador de fútbol más longevo del mundo y dejar un mensaje de vida. Digan lo que digan, le guste a quien le guste, tengo varios Guinness y eso no me lo quita nadie.
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