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Sacá estos seis hábitos de tu rutina para prevenir el envejecimiento prematuro y vivir mejor por más tiempo

Cada vez vivimos más años, pero es importante cuidar nuestra salud para no solo ser longevos, sino llevar la tercera edad de forma óptima y disfrutable.

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Adultos mayores saludables
Adultos mayores saludables y felices.
Foto: Freepik.

Victoria Vera Ziccardi, La Nación/GDA
Hay un fenómeno que no pasa desapercibido por los profesionales de la salud: la creciente esperanza de vida. Precisamente, las estadísticas revelan un incremento constante en la longevidad de la población. En 1900, la esperanza de vida media de un recién nacido era de 32 años. En 2021, la cifra se duplicó hasta los 71 años.

Esto, sin embargo, trae cuestionamientos profundos sobre la calidad de vida. “Hay una relación lineal entre los hábitos saludables y la cantidad de años con una calidad de vida digna, y ocurre lo contrario con hábitos o costumbres ‘tóxicas’ que desencadenan envejecimiento prematuro o discapacidades”, afirma Gabriel Lapman, médico nefrólogo y cardiólogo especialista en medicina de vida y autor del libro Reset y Más zapatillas, menos pastillas.

Ante este panorama, los especialistas comparten hábitos que perjudican el proceso de envejecimiento.

1. Dormir mal.

Tener un descanso inadecuado es una de las principales causas del envejecimiento prematuro dado que este hábito –necesario para vivir y funcionar correctamente– hace que el organismo se reponga para sobrellevar el día a día.

Melisa Jurozdicki, médica pediatra y especialista en obesidad, explica que cuando el desarreglo en los relojes internos se vuelve común, una de las consecuencias se ve plasmada en la salud intestinal. “Aparecen cambios en la digestión y el metabolismo; aumenta el peso, la presión arterial y se desregulan las hormonas que controlan el apetito”, señala.

Además, explica que no dormir bien hace que se desequilibre el eje grelina-leptina —hormonas que desempeñan un papel clave en la regulación del apetito y el metabolismo energético—, lo que afecta el peso corporal y aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades.

2. Exceso de sol.

“La sobreexposición al sol causa el 80% de los signos prematuros de envejecimiento en la piel por lo que pasar demasiado tiempo expuestos a los rayos UV y no usar protector solar diariamente es una de las principales causas de la aparición de manchas o arrugas”, señala un estudio titulado “Protección solar: un recurso didáctico primario”.

Lo mismo expresa un comunicado de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale en el que se explica que los rayos del sol pueden tener consecuencias a largo plazo acechando dentro de la piel, incluso si no se experimenta una quemadura.

“A diferencia del envejecimiento cronológico normal, que está dictado por la edad y la genética, el fotoenvejecimiento ocurre cuando la luz ultravioleta del sol y/o las camas solares daña permanentemente la estructura de la piel. Para ver la diferencia entre envejecimiento cronológico y fotoenvejecimiento, debe compararse la piel de un área del cuerpo que no está expuesta al sol con la piel del rostro”, aconseja el comunicado.

Según la institución, algunos síntomas del fotodaño son: arrugas, cambios de pigmentación como manchas de la edad, manchas hepáticas (léntigos solares) y pecas, textura de piel áspera y desigual, capilares rotos (arañas vasculares) alrededor de la nariz y el pecho.

¿Cómo prevenirlo? Se recomienda utilizar un protector solar de amplio espectro, que proteja la piel de los rayos UVA y UVB junto con un factor de protección solar (SPF) de 50 o más.

3. Fumar y beber alcohol.

Si realmente desea evitar el envejecimiento prematuro y/o la mala calidad de vida, los hábitos de fumar y beber alcohol deberán ser los primeros a erradicar. “El alcohol envejece, cuenta con más de 500.000 muertes directas en América y sin contar las gran cantidad de muertes indirectas que produce”, dice Lapman.

Sucesivamente, añade que uno de los grandes problemas del consumo de estas bebidas es que las personas no se miden respecto de las cantidades; lo que a largo plazo desencadena afecciones como cirrosis, problemas urinarios, digestivos y cardiovasculares.

Respecto de fumar, Lapman afirma: “los fumadores respiran peor, consumen cientos de tóxicos que son factores inflamatorios que conducen al envejecimiento y tienen probabilidad de desarrollar ateroesclerosis”. Tanto el tabaco como la marihuana o los vapeadores, explica, aumentan el riesgo de muerte en un 10% y se vinculan con atrofia cerebral, trastornos psicomotrices y patologías pulmonares.

4. Dietas bajas en fitonutrientes.

Los fitonutrientes son sustancias que provienen del reino vegetal, pero que no son nutrientes en sí mismos, es decir, no son necesarios para el funcionamiento del organismo, pero su consumo ofrece beneficios para prevenir y tratar ciertas enfermedades.

Llevar una alimentación similar a la dieta mediterránea que está centrada en cereales integrales, frutas, vegetales, granos enteros y nulidad de grasas trans y baja cantidad de azúcar es ideal para incorporar fitonutrientes, revela Lapman. “Estos alimentos se asocian a un menor riesgo de acv, problemas cardiovasculares e hipertensión”, agrega.

Asimismo, el especialista hace hincapié en que hoy en la sociedad prepondera la “comida basura” y que dada la falta de fitonutrientes no hay forma de neutralizar los excesos de los alimentos tóxicos y de los contaminantes como el alcohol, las drogas o el cigarrillo. “La mala alimentación hace que las células crezcan más rápido y se genere estrés oxidativo, que se presenta cuando hay demasiadas moléculas inestables llamadas radicales libres”, advierte.

5. No hidratarse.

“La sinapsis, conexiones entre las neuronas, las células que las sostienen y las cuidan junto con todo el tejido nervioso requieren de agua para funcionar adecuadamente. Cuando este líquido disminuye, aparecen manifestaciones como la disminución del rendimiento cognitivo y esto repercute en la memoria a largo plazo”, cuenta Alejandro Andersson, médico neurólogo y director del Instituto de Neurología de Buenos Aires.

A continuación, añade que la deshidratación también impacta en el estado de ánimo. “Causa irritabilidad, ansiedad, cambios del temperamento y fatiga mental, que te hace sentir más cansado y menos alerta”, dice.

Para prevenir o evitar la deshidratación y sus efectos negativos en el envejecimiento cerebral, Andersson recomienda: mantener un consumo regular de agua a lo largo del día, incluso si no se siente sed de inmediato; prestar atención a signos como sequedad en la boca, orina de color oscuro y sensación de mareo, ya que estos pueden indicar deshidratación; e incluir en la dieta alimentos hidratantes como frutas y verduras.

6. Sedentarismo.

La actividad física regular ayuda a prevenir las enfermedades no transmisibles, como la diabetes, varios tipos de cáncer y las enfermedades cardíacas, vasculares, respiratorias y renales. También ayuda a prevenir la hipertensión, a mantener un peso corporal saludable y puede mejorar la salud mental, la calidad de vida y el bienestar general.

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