Por Fabián Muro
Digamos que uno le pregunta a un turista cualquiera: “¿Cómo se conoce a una ciudad?”. La respuesta probablemente sea: “Caminando”. Todo bien con los city tours en ómnibus o camioneta, porque ahí se abarcan distancias más extensas y se puede llegar a lugares que a pie tal vez estén vedados. Pero si uno quiere tomarle el pulso a una ciudad (lo cual conlleva sus riesgos, claro), pocas cosas son mejores que calzarse los zapatos más cómodos y salir a “patear”.
¿Cómo es la capital de Uruguay para caminar? Depende de con qué otras ciudades se compare, claro, pero con lugares como la rambla, algunas zonas en torno al Parque Batlle-Estadio Centenario y El Prado —entre otras— hay sitios que invitan y estimulan las caminatas.
Pero no deja de ser cierto que el progreso —concepto problematizado si los hay— ha traído consigo un importanteincremento de automóviles. En nuestro propio laberinto de calles y espacios públicos, el incremento del tránsito de autos ha llevado a que muchos de aquellos lugares en los que el peatón tenía un radio de acción considerable, hoy ha tenido que ceder lugar a los vehículos motorizados. Un estudio presentado este mes por el colectivo Ciudad Abierta titulado "La caminabilidad en ciudades uruguayas - Una agenda de transformaciones", da cuenta de esta situación.
También aporta algunos datos que pueden servir de insumo para políticas públicas que estimulen decididamente a que los uruguayos caminen más, porque como explica la integrante de Ciudad Abierta —la economistaAna Inés Morató— y trasciende del título de la investigación, este no es únicamente un tema montevideano.
Uno de esos datos es que la “más de la mitad de los niños se desplazan diariamente hacia su escuela caminando, de acuerdo a la Encuesta de Movilidad (2016). También señala que “La actividad física para los niños en edad escolar es fundamental para la salud, las relaciones sociales y el desempeño académico”. Vale remarcar que hay un componente de clase: ”Mientras que entre los escolares de entornos socioeconómicos bajos, 3 de cada 4 llegan a la escuela a pie, en los contextos más favorecidos, solo 1 de cada 10 utiliza ese medio de transporte para ir a estudiar”.
Para definir si una ciudad determinada tiene espacios que estimulan a la gente camine hay una serie de criterios, que pueden ser contrastados con las condiciones de la ciudad. Entre ellos se pueden mencionar:
● Veredas cómodas: lisas, sin baldosas rotas, limpias, amplias, sin obstáculos.
● Sombra, árboles.
● Espacios verdes/vegetación.
● Paisajes agradables.
● Sin humo, sin ruido.
● Limpieza.
● Iluminación adecuada.
● Accesibilidad (rampas, cruces elevados, continuidad calzada-acera, señales para ciegos) para personas con discapacidad, dificultades motrices, o con cochecitos para bebés.
● Mobiliario urbano: Asientos en cada cuadra, baños, estaciones de hidratación (canillas con agua potable), juegos.
Más allá de esos factores, que son estrictamente urbanísticos, también pueden estudiarse otros que hacen a las relaciones sociales en la urbe, como:
● Entornos atractivos, amigables, saludables y con actividades. También variados, no monótonos.
● Seguridad pública, especialmente en la noche
● Diversidad de usos, trama urbana mixta con actividades comerciales (que uno pueda entrar a un quiosco a comprar algo o una cafetería a merendar o descansar un poco mientras toma algo, por ejemplo).
● Densidad: distancias cortas entre lugares de interés (no tener que patear cuadras y cuadras para llegar a algún lugar más o menos agradable e interesante como una plaza o un parque)
● Multimodalidad: que haya más de una posibilidad de abordar el transporte público y compatibilidad con bicicletas.
El estudio también expone los obstáculos de ciudad que no incentivan las caminatas:
● Falta de veredas, veredas rotas, veredas angostas, ausencia de rampas.
● Autos y motos estacionados en veredas, perros sueltos.
● Contaminación sonora: tránsito, bocinas, motores, obras de construcción.
● Largos tiempos de espera en los semáforos (como por ejemplo en la rambla).
● Planificación pensada para el auto (giros abiertos, alta velocidad, mucho cemento, cruces largos).
● Normativa que prioriza peatones pero no se aplica.
● Falta de cruces seguros.
● Transporte público ineficiente.
● Inseguridad.
● Distancias largas.
● Grandes vehículos en zonas urbanas (camiones, buses).
Decisiones políticas
El estudio cita ejemplos de varios países en los que ya se implementaron decisiones políticas (Costa Rica y Alemania, entre otros) como aquellos en los que hay proyectos de ley que esperan su promulgación (España). Esos casos, dice el estudio —que cuenta con presentaciones de las expertas Reena Mahajan, Natalia Brener y Victoria de Álava— pueden servir de inspiración para Uruguay, como Costa Rica. En ese país, la Ley de Movilidad Peatonal aprobada en 2021 cambió la responsabilidad del estado de las veredas de los propietarios a las autoridades municipales, lo cual según Morató debería hacerse en Uruguay también para no tener el actual estado de las veredas montevideanas, que muchas veces son un tanto caóticas y hasta pueden ser un riesgo de tropezarse.
En Alemania, por su parte, el Estado de Berlín aprobó hace cuatro años la Ley de Movilidad, que según el estudio “le da rango legal a la prioridad de caminar, andar en bicicleta y en transporte público. La Ley se basa en el concepto de ‘visión cero’, que busca reducir al mínimo las muertes y lesiones en el tránsito”.
En el estudio mencionado también se dan cuenta de algunos de los posibles obstáculos políticos para las transformaciones que los responsables del mismo proponen:
● Inacción
● Resistencia a los cambios
● Ausencia de decisiones basadas en evidencia científica
Beneficios de caminar
En las caminatas uno puede ir “descifrando” una ciudad. Si desde una imagen satelital, la urbe se ve como un laberinto conformado por partes distintas entre sí, ensambladas durante décadas o siglos de acuerdo a tendencias que fueron cambiando, una caminata hace que esa caótica imagen cenital acumule paulatinamente sentido. Olores, colores, sonidos y formas cercanas al transeúnte literalmente bajan a tierra todo lo que desde arriba aparece como amorfo e inasible.
Pero no solo trata de conocer. Las caminatas por la ciudad nos familiarizan con sus recovecos y permiten conocer a sus habitantes. El quiosquero, el vendedor ambulante, la que atiende en la panadería, el cuidacoches... Esas personas que comparten la urbe con nosotros, con quien no tendríamos contacto alguno si fuéramos de casa al trabajo y del trabajo a casa siempre y únicamente en auto u ómnibus.
Más allá de eso, las caminatas regulares tienen el beneficio adicional de hacerle bien tanto al cuerpo como a la mente. Si uno se lo toma como una rutina de ejercicios, las caminatas ayudan a regular la presión arterial, desarrollar una buena salud mental y potenciar la calidad del sueño. Además, la actividad física tiene un aporte muy positivo en la salud mental. Cualquiera se practique, hace que el cerebro libere serotonina y la dopamina y estos neurotransmisores permiten que tengamos sensaciones placenteras.
Finalmente: en particular cuando ya se tienen unos cuantos años encima, salir a caminar es todo ganancia. La Organización Mundial de la Salud recomienda a las personas adultas deberían caminar como mínimo 10.000 pasos al día, lo que se traduce en una distancia de unos siete kilómetros.