Sexo animal (y humano): ¿De dónde viene el mito del macho promiscuo y la hembra recatada?

Este mito surgió de una especulación de Charles Darwin para explicar la cola de los pavos reales, en un contexto cultural victoriano.

Compartir esta noticia
Pavo real.jpg
Pavo real.
Foto: Animalia.

O Globo - GDA
Uno de los mayores mitos de la sexualidad es que los machos son naturalmente promiscuos y las hembras, naturalmente monógamas.

En esta columna, ya hemos contado la historia de las aves promiscuas. También hay varias especies de mamíferos con hembras promiscuas. Una leona en su período fértil puede tener relaciones sexuales hasta cien veces, con machos diferentes, en solo unos días.

Charles Darwin.jpg
Imagen: Wikiversity.

El mito del macho promiscuo y la hembra recatada surgió de una especulación de Charles Darwin para explicar cosas como la vistosa cola de los pavos reales machos. Para Darwin, la única explicación posible era que los machos competían por el favor de una hembra desinteresada. En el contexto victoriano, es comprensible la idea de Darwin.

Leones aparéandose.jpg
Leones aparéandose.
Foto: Flickr.

Incluso los primeros estudios en aves y mamíferos que señalaban el comportamiento promiscuo de las hembras como una estrategia evolutiva racional, con ventajas como confundir al macho, evitando el infanticidio, y aumentando la diversidad genética de la descendencia, fueron resistidos o malinterpretados. Obvio. ¿Qué pasaría si las hembras sapiens empezaran a tener ideas?

El mito de la hembra "programada por la evolución para la fidelidad" se fortalece en la década de 1940, cuando el botánico Angus Bateman publica su famoso experimento con moscas de la fruta.

Moscas de fruta.jpg
Moscas de la fruta.
Foto: Flickr.

Bateman aprovechó el hecho de que las moscas de la fruta son fáciles de manipular. Realizando cruces y examinando la descendencia, el investigador mostró que el éxito reproductivo de los machos, medido en número de crías, crecía en función del número de parejas sexuales. En cambio, para las hembras, el éxito alcanzaba su máximo cuando se limitaban a un solo compañero.

En la década de 1970, el biólogo Robert Trivers formuló la teoría del "inversión parental". Según Trivers, el esperma es pequeño, se produce en grandes cantidades y es "barato" (biológicamente). En cambio, el óvulo es grande, se produce en pequeñas cantidades y es caro para el cuerpo.

Esta teoría, conocida como el paradigma del "esperma barato/óvulo caro", se utilizó para argumentar que el comportamiento promiscuo es "natural" para el hombre, pero no para la mujer.

El problema con esta teoría, además de ser desmentida en la naturaleza —ya que la promiscuidad es una estrategia evolutiva exitosa tanto para machos como para hembras de diferentes especies, dependiendo de la situación—, es que se basa en una premisa falsa.

La investigadora Patricia Gowaty intentó replicar el trabajo sobre las moscas recatadas y encontró varias fallas. Había casos en los que las hembras promiscuas tenían más éxito reproductivo, por ejemplo.

Pero lo peor de todo fue la interpretación de Trivers, quien llegó a afirmar que, en el experimento de Bateman, las hembras parecían desinteresadas en copular más de una o dos veces, cuando Bateman nunca observó ese supuesto "desinterés".

Además, otro científico, el investigador Tim Birkhead, notó que, en la especie de mosca utilizada por Bateman, la hembra almacena el esperma en su cuerpo hasta por cuatro días, que fue la duración del experimento; cualquier "pérdida de interés" de la hembra en el sexo podría explicarse por este período de almacenamiento. Si hubiera utilizado otra especie o aumentado el tiempo de observación, los resultados podrían haber sido diferentes.

Los científicos, como cualquier ser humano, son productos de su época y contexto cultural. Darwin, Bateman y Trivers vieron lo que querían ver, de acuerdo con el sentido común de su época. Hoy sabemos que hubo fallas experimentales e interpretativas, y tenemos mucho más conocimiento de zoología y una mejor comprensión de las diferentes estrategias reproductivas. También sabemos que el sexo, como actividad, es mucho más que reproducción: también cumple funciones sociales y psicológicas.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

semillas

Te puede interesar