Redacción El País
La mayoría de las personas creen tomar la suficiente cantidad de agua pero las estadísticas cuentan otra historia.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) establece que las mujeres deben consumir 2 litros de líquidos al día y los hombres 2,5 litros, bajo condiciones de temperatura y actividad física moderadas. Esta ingesta no solo proviene del agua, sino también de otros líquidos y del agua contenida en los alimentos, que representan aproximadamente el 20% del total diario.

El agua es, sin duda, la mejor opción para mantenerse hidratado y debe constituir la mayor parte de la ingesta diaria de líquidos. Francisco Brotons (médico de familia y experto en nefrourología) enfatiza que, además del agua, otros líquidos como bebidas sin azúcar, jugos naturales, caldos, leche y productos lácteos también son útiles para la hidratación. Sin embargo, advierte contra el consumo de bebidas azucaradas y alcohólicas, debido a su contenido calórico y efectos diuréticos.

La sed es un indicativo natural de que el cuerpo necesita líquidos, pero cuando aparece, ya se ha iniciado un estado de deshidratación leve. Es especialmente importante no esperar a sentir sed para beber, sobre todo en niños, ancianos, deportistas y personas con ciertas enfermedades. Mantener una hidratación adecuada se refleja en la falta de sed frecuente y en una orina clara o de color amarillo pálido.

Hay circunstancias que demandan un aumento en el consumo de agua, como la práctica de ejercicio, altas temperaturas, humedad elevada, embarazo, lactancia, fiebre, diarrea, vómitos o respiración acelerada. Además, en condiciones médicas como la litiasis renal y las infecciones urinarias, una mayor ingesta de agua puede tener un efecto terapéutico.

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Entre los síntomas más comunes que sugieren deshidratación se encuentran la sed, sequedad de mucosas y piel, disminución del volumen de orina y un aumento en su coloración. Si la deshidratación persiste, pueden aparecer síntomas más graves como somnolencia, cefalea, aumento de la temperatura corporal y cansancio.

Aunque menos común, el consumo excesivo de agua también puede ser perjudicial. Esto ocurre cuando la ingesta supera la capacidad del cuerpo para eliminar el exceso de líquidos, lo que puede llevar a una dilución excesiva de los solutos y desencadenar hiponatremia, una condición peligrosa caracterizada por bajos niveles de sodio en sangre. En casos de insuficiencia renal avanzada, es fundamental restringir la ingesta de líquidos.

Mantener una hidratación adecuada es vital para la salud, pero es igual de importante saber cuándo se está ingiriendo demasiado o demasiado poco líquido. Reconocer los síntomas tempranos de deshidratación puede prevenir complicaciones graves y asegurar un bienestar óptimo.