Marcio Atalla, O Globo - GDA
¿Qué nos motiva a actuar, conquistar y lograr? Podemos tener una vida aparentemente perfecta –buenos estudios, una familia agradable, buenas oportunidades– y, aun así, sentir que falta algo. Por otro lado, incluso sin tantas facilidades, algunas personas logran mucho más. ¿Cuál es el secreto? Creo que tener un propósito es uno de los mayores combustibles para transformar deseos en realidad.
Es lo que nos saca de la zona de confort y nos lleva al éxito –¡en cualquier área de la vida! Y no tiene que ver solo con dinero o poder, sino con salud y longevidad.
Un metaanálisis (un estudio que analiza varios otros estudios) revisó diez investigaciones con más de 136.000 personas y descubrió que tener un propósito puede reducir en un 17% el riesgo de morir por problemas cardíacos.
Entre las investigaciones, un estudio de la Universidad de Princeton y el University College London concluyó que las personas con un propósito claro tienen un 30% menos de probabilidades de morir que aquellas que se sienten "prescindibles". Se siguió a 9.000 personas con una edad promedio de 60 años durante más de ocho años. Psicólogos evaluaron su bienestar y cómo se sentían útiles y motivadas. Los participantes se dividieron en cuatro grupos según su nivel de bienestar. ¿El resultado? Solo el 9% de las personas más felices murieron durante el período del estudio, mientras que en los otros grupos la tasa de mortalidad llegó a casi el 30%.

Y hay más: además del aspecto emocional, el estudio también monitoreó la salud física y mental de los participantes. Se descubrió que quienes tenían una razón para vivir presentaban mejores índices metabólicos, una inmunidad más fuerte, un desempeño cerebral superior y rara vez desarrollaban osteoporosis, incluso sin seguir una alimentación o rutina de ejercicios impecable. ¿La diferencia? Un nivel más bajo de cortisol, la famosa hormona del estrés.
¿Y por qué es esto importante? Porque el cortisol elevado contribuye a inflamaciones en el cuerpo y aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Pero, volviendo al tema central: tener un propósito y objetivos es esencial, pero no basta con saber adónde se quiere llegar; el proceso para alcanzar esos objetivos también importa.
¿Querés un ejemplo? Las estadísticas muestran que solo 8 de cada 100 personas que comienzan una dieta logran mantener el peso durante un año. Y que el 64% de las personas que empiezan a hacer actividad física abandonan en los primeros tres meses. Es decir, incluso cuando hay un propósito ("quiero ser más saludable"), muchas personas no logran mantenerlo.
¿Por qué? Porque, además del propósito, es necesario tener consistencia en el proceso. Es un cambio de mentalidad: en lugar de solo querer hacer ejercicio, la persona necesita comenzar a verse a sí misma como alguien activo, fuerte y capaz. No se trata solo de hacer algo, sino de ser esa persona.
Y esto aplica para todo: organizar la habitación y convertirse en alguien organizado, crecer en la carrera y convertirse en un profesional exitoso, mejorar como padre o madre y ser más presente. Son acciones que comienzan con un cambio de mentalidad, donde el primer paso es querer, luego creer y, finalmente, visualizar la transformación de antemano. Es un excelente ejercicio para educar nuestra mente a "comportarse" de manera eficiente y positiva. Claro, no siempre es fácil; a veces puede ser, incluso, muy difícil, pero también es una cuestión de entrenamiento.

Cuando el propósito, la acción y la mentalidad se alinean, tenemos más posibilidades de ser saludables, realizados y vivir mejor. Después de todo, nuestra salud física, mental y emocional están conectadas. Y, al final del día, ¡el gran propósito es ser feliz!