'Todo el mundo tiene más sexo que yo': cinco mitos sobre sexualidad que los terapeutas buscan derribar

La falta de información permite la persistencia de falsas creencias sobre las relaciones íntimas que pueden perjudicar la salud sexual.

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Las relaciones sexuales son más complejas que lo que ciertos mitos dan a entender.
Foto: Rawpixel.com.

O Globo - GDA
Al pensar en el bienestar de las personas, la salud sexual no es exactamente el primer factor que viene a la mente. Esto se debe, en parte, a la falta de educación específica: cuando se trata de relaciones íntimas, hay muchos tabúes que aún persisten, incluso en las sociedades y entornos más abiertos y sexualmente positivos.

"La sexualidad es una parte muy importante de la salud, pero está totalmente rodeada de falsas creencias que dificultan una vida sexual saludable", reconoce la psicóloga clínica y sexóloga Miren Larrazábal. El problema, explica, es que muchas de las informaciones consideradas como ciertas no tienen base científica y se transmiten de generación en generación en forma de "mitos" que terminan perjudicando las relaciones íntimas.

Pensar que el placer y el deseo tienen que venir al mismo tiempo, o que el sexo tiene que ser espontáneo y no puede ser programado, son algunas de las creencias que los expertos consideran esencial destruir para mejorar la salud sexual de sus pacientes.

1. "Los demás tienen más sexo que nosotros'

Uno de los mitos más comunes es pensar que todo el mundo, especialmente cuando se tiene una relación que perdura en el tiempo, tiene más sexo que nosotros. Larrazábal indica que es un tema que aborda mucho en sus consultas, a pesar de no existir una "frecuencia sexual normativa" con la cual compararse.

"Es un gran error mirar a los demás. Primero, porque lo más importante es encontrar el ritmo que nos conviene, que puede variar dependiendo de muchos factores. Y segundo, porque es imposible saber con certeza cuál es la privacidad de los demás, ni debemos preocuparnos por eso", explica la sexóloga.

Varios estudios sugieren que el número medio de relaciones sexuales ha disminuido en los últimos años, especialmente entre los jóvenes de 18 a 24 años. En España, la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) indica que el 17% no tiene ningún tipo de relación amorosa o sexual con nadie. Además, para el 16% de los entrevistados, la frecuencia de los encuentros empeoró después de la pandemia."

Estela Buendía, fundadora del Centro Sexológico Borobil en Bilbao, reconoce: "Lamentablemente, vivimos en un contexto que prioriza la cantidad en detrimento de la calidad. Sentimos la necesidad de aprovechar al máximo nuestras posibilidades y, si eso no sucede, nos frustramos".

La sexóloga da el ejemplo de las parejas más jóvenes, que a menudo tienen la sensación de no tener relaciones sexuales suficientes para su edad. "No es algo que pueda o deba cuantificarse. Lo adecuado es lo que hace que cada individuo se sienta bien", concluye.

2. "El sexo tiene que ser espontáneo"

Aunque las razones exactas que han llevado a la disminución de la frecuencia de las relaciones son desconocidas, los terapeutas sexuales coinciden en que el estilo de vida agitado puede ser una de las causas. Por esta razón, rechazan el mito de que el sexo debe surgir espontáneamente y no puede ser programado.

"El sexo nunca es espontáneo. Ni siquiera cuando pensamos que sí", afirma Buendía. "No surge si no hay al menos una persona que motive a la otra y promueva la relación".

Una vez desmitificado el mito de la espontaneidad, los terapeutas alientan a las personas que tienen dificultades para encontrar tiempo a programar encuentros sexuales. Silberio Sáez, profesor del máster en sexología de la Universidad Camilo José Cela, reflexiona: "Planificamos todas las cosas importantes de nuestra vida. Hacemos horarios para ir al gimnasio, planeamos un viaje o una salida con amigos y al final nos gusta. Entonces, ¿por qué debería ser diferente con las relaciones sexuales?"

Crear un espacio en las propias agendas también es útil para mejorar la calidad de las relaciones, ya que en lugar de tener relaciones sexuales cuando se está muy cansado o apurado, el hecho de haber reservado un horario durante el día permite experimentar al máximo las posibilidades de ese encuentro.

"Lo antierótico es tener una actitud negativa hacia la programación del sexo", insiste Larrazábal, quien destaca que la programación no debe confundirse con la obligación: "Cuando llegue el momento, debemos sentirnos cómodos para decir que ya no tenemos ganas".

3. "Sexo es penetración"

Los terapeutas sexuales a menudo descubren que sus pacientes, quienes lamentan la falta o rareza de las relaciones sexuales, tienen una idea equivocada de lo que es el sexo.

"Las relaciones sexuales van mucho más allá de lo que es la relación sexual en sí misma", explica García. Sería mucho más saludable pensar en la actividad sexual como un menú en el que hay muchos platos y la penetración es solo uno más.

El coitocentrismo (creer que solo hay sexo cuando hay penetración), explica el especialista, es la razón por la cual existe una brecha entre hombres y mujeres cuando se trata de hablar sobre orgasmos en encuentros heterosexuales. Así, los expertos rechazan la definición de "preliminares" para referirse a todas las prácticas —que involucran los órganos genitales en mayor o menor medida— que están históricamente relacionadas con lo que es la fase previa a la relación sexual.

"Cuando llamamos preliminares al juego erótico, que es la suma de caricias, toques y estimulación de los órganos genitales, estamos minimizando su importancia. Es como si todos estos contactos fueran el preludio de algo, cuando en realidad el juego erótico es pura y simplemente sexualidad, al igual que la penetración", destaca Larrazábal.

4. "Los hombres tienen más ganas"

"Probablemente es el mito más antiguo y difícil de erradicar de todos. Pero no, los hombres no tienen más deseo que las mujeres. Lo que tuvieron fue más permiso para expresar su sexualidad, mientras que las mujeres normalmente tuvieron una sexualidad más reprimida", responde la sexóloga Sonia García.

De hecho, aunque existen datos que muestran que los hombres se masturban más que las mujeres —una encuesta con 2 mil participantes en España indica que el 50% de los hombres se masturban semanalmente, frente al 20% de las mujeres", la variación del deseo es muy similar entre ambos grupos.

"Es curioso ver cómo hay mujeres que creyeron en esta historia, que se basa claramente en el machismo histórico que permitió a los hombres expresar su sexualidad, mientras que las mujeres tenían que parecer sumisas", explica Sáez, quien aún reconoce que este tipo de dinámica también afecta negativamente a los hombres: "Sienten la presión de tener que iniciar encuentros sexuales y sienten vergüenza cuando carecen de deseo".

5. Lubricación es sinónimo de excitación

Un error común durante las relaciones sexuales, que incomoda a las mujeres, es pensar que si no están lo suficientemente lubricadas significa que no se están divirtiendo.

"La excitación es solo uno de los muchos factores que influyen. Si la vagina no está lubricada, también depende de la fase del ciclo menstrual o de la edad. Es normal, por ejemplo, que las mujeres en la posmenopausia presenten mayor sequedad vaginal", explica Larrazábal.

Como explica la Dra. Emily Nagoski en el libro "Tal como eres - La sorprendente nueva ciencia que cambiará tu vida sexual", la "idea de que la fisiología puede mostrar si a una persona le gusta algo sexual es una falacia antigua", que tiene sus raíces en el mito de que la concepción era la parte placentera del sexo para las mujeres. Sin embargo, la explicación más probable para la inconsistencia entre lubricación y excitación es la llamada "hipótesis de reparación", teorizada hace más de una década por la Universidad de Lethbridge, en Canadá, y que fue confirmada con un estudio publicado en 2020 por los mismos investigadores.

Esta hipótesis sugiere que los órganos genitales femeninos responden más o menos a cualquier estímulo relacionado con el sexo para prepararse para la actividad sexual, y que la lubricación sirve para prevenir lesiones y no indica o promueve necesariamente interés y motivación sexual.

"Una mujer, en cualquier momento, puede tener mucha lubricación y aún así no sentir ninguna excitación sexual. Y al contrario, estar muy excitada y no tener lubricación", concluye Larrazábal.

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