Durante décadas, los estudios científicos sugirieron que el consumo moderado de alcohol era mejor para la salud de la mayoría de las personas que no beber en absoluto, e incluso podía ayudarles a vivir más tiempo. Sin embargo, un nuevo análisis de más de 40 años de investigaciones concluyó que muchos de esos estudios tenían fallas y que en realidad sucede lo contrario.
El estudio reveló que, en el caso de las mujeres, los riesgos de morir de manera prematura aumentan significativamente una vez que beben 25 gramos de alcohol al día, lo que equivale a menos de dos cócteles estándar que contienen 44 mililitros de licores destilados, dos cervezas de 355 mililitros o dos copas de vino de 150 mililitros. Los riesgos en los hombres aumentan de manera significativa a partir de los 45 gramos de alcohol al día, es decir, poco más de tres bebidas.
El nuevo informe, en el que se analizaron más de 100 estudios realizados en casi 5 millones de adultos, no se diseñó para elaborar recomendaciones sobre el consumo de alcohol, sino para corregir los problemas metodológicos que afectaban muchos de los estudios observacionales más antiguos. Esos informes concluyeron sistemáticamente que los bebedores moderados tenían menos probabilidades de morir por todas las causas, incluidas las no relacionadas con el consumo de alcohol.
La mayoría de esos estudios eran observacionales, lo que significa que identificaban vínculos o asociaciones, pero podían ser engañosos y no demostraban la relación causa-efecto. Los científicos afirmaron que los estudios más antiguos no reconocían que los bebedores de consumo leve y moderado tenían una infinidad de otros hábitos y ventajas saludables, y que los abstemios utilizados como grupo de comparación a menudo incluían a antiguos bebedores que habían dejado de beber después de desarrollar problemas de salud.
“Cuando comparas este grupo poco saludable con los que siguen bebiendo, hace que los bebedores actuales parezcan más sanos y como si tuvieran una mortalidad más baja”, afirmó Tim Stockwell, científico del Instituto Canadiense de Investigación sobre el Consumo de Sustancias y uno de los autores del nuevo informe, que se publicó a finales de marzo en la revista JAMA Network Open.
Una vez que Stockwell y sus colegas corrigieron estos y otros errores, dijo, “resulta que los supuestos beneficios de la bebida para la salud se reducen drásticamente, y se convierten en estadísticamente no-significativos”.
Stockwell afirmó que las comparaciones entre bebedores moderados y no bebedores eran erróneas por varias razones. Las personas que se abstienen del alcohol por completo son una minoría, y las que no son abstemias por motivos religiosos tienen más probabilidades de padecer problemas crónicos de salud, sufrir una discapacidad o pertenecer a entornos con ingresos más bajos.
Los bebedores moderados suelen serlo en todos los sentidos. Suelen ser más adinerados, es más probable que hagan ejercicio y sigan una dieta sana, y tienen menos probabilidades de padecer sobrepeso. Incluso tienen mejores dentaduras, señalaron los científicos.
“Tienen muchas cosas a su favor que protegen su salud y que no tienen nada que ver con el consumo de alcohol”, comentó Stockwell.
Un poco de historia.
La idea de que el consumo moderado de alcohol puede ser benéfico se remonta a 1924, cuando un biólogo de la Universidad Johns Hopkins llamado Raymond Pearl publicó un gráfico con una curva en forma de J, en la que el punto bajo del centro representaba a los bebedores moderados, que tenían los índices más bajos de mortalidad por todas las causas.
El punto alto de la J representaba los riesgos bien conocidos del consumo excesivo de alcohol, como las enfermedades hepáticas y los accidentes automovilísticos. El gancho de la izquierda representaba a los abstemios.
En décadas más recientes, el vino (y en particular el tinto) ganó fama de ser benéfico para la salud después de que las noticias destacaron su alta concentración de un antioxidante protector llamado resveratrol, que también se encuentra en los arándanos azules y rojos.
No obstante, la hipótesis relacionada a beber alcohol con moderación ha sido objeto de crecientes críticas a lo largo de los años, pues salió a la luz el papel de la industria del alcohol en el financiamiento de las investigaciones, además de que estudios más recientes han descubierto que incluso el consumo moderado de alcohol (incluido el vino tinto) puede contribuir a desarrollar cáncer de mama, esófago y cabeza y cuello, a la hipertensión arterial y a una grave arritmia cardiaca llamada fibrilación auricular.
En enero, Canadá publicó nuevas directrices en las que advertía que el consumo de alcohol no es saludable en ninguna cantidad, e instaba a la población a reducir su ingesta en lo posible. Las nuevas directrices, publicadas por el Centro Canadiense sobre Consumo de Sustancias y Adicciones, suponen un cambio radical con respecto a las publicadas en 2011, que recomendaban a las mujeres limitarse a un máximo de 10 bebidas estándar a la semana y a los hombres a un máximo de 15.
Ahora, la agencia canadiense afirma que consumir incluso dos bebidas estándar a la semana está asociado a riesgos para la salud, y siete o más bebidas semanales conllevan un nivel de riesgo alto.
Las directrices dietéticas actuales de Estados Unidos no son tan estrictas, y recomiendan que los hombres se limiten a no más de dos copas al día y las mujeres a no más de una.
No obstante, las pautas sobre el consumo de alcohol publicadas por numerosas organizaciones de salud se modificaron para incluir la salvedad de que las personas no deben beber alcohol con el propósito explícito de mejorar su salud.
Esta advertencia fue reiterada por una científica del Distilled Spirits Council, una organización de productores de licores, aunque discrepó de las conclusiones del nuevo informe.
Amanda Berger, vicepresidenta de ciencia y salud del Distilled Spirits Council, afirmó que el análisis nuevo sigue “sugiriendo que quienes beben con moderación viven más que quienes no lo hacen”, pero añadió que “nadie debería beber alcohol para obtener posibles beneficios para la salud, y algunas personas no deberían beber en absoluto”.
Sin embargo, según los autores del estudio, el análisis nuevo muestra que quienes beben moderadamente no tienen ninguna ventaja significativa a nivel estadístico en el aspecto de la longevidad en comparación con los abstemios de toda la vida.
(Por The New York Times)