Redacción El País
La ciencia los llama "resistentes a la resaca", y durante muchos años distintos expertos e investigadores han intentado descifrar por qué mientras algunas personas amanecen hechas añicos tras una noche de copas, otras se despiertan frescas como una lechuguita.

Determinar cuántas personas poseen esta peculiar inmunidad no es tarea fácil. A menudo, los estudios que se han hecho han dependido de autoinformes subjetivos, donde lo que para unos es un dolor de cabeza insoportable, para otros es apenas una molestia pasajera.

Sin embargo, en 2008 se hizo el primer hallazgo científico sobre este fenómeno, y por casualidad. Jonathan Howland, profesor emérito de la Universidad de Boston, y su equipo investigaban cómo el alcohol afectaba el rendimiento laboral cuando descubrieron que el 25% de los participantes no sufría resaca, y esto sin importar cuánto habían bebido la noche anterior.

Foto: Freepik.

Desde entonces, se han realizado múltiples versiones del estudio de 2008 con diferentes poblaciones, entre ellas estudiantes universitarios, trabajadores urbanos y rurales, adolescentes, y también personas con consumo problemático de alcohol.

En todos los casos, los resultados fueron consistentes: aproximadamente una cuarta parte de los participantes mostraba resistencia total a la resaca.

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Ante la ausencia de una comprobación científicamente avalada, los expertos ensayan varias teorías que intentan explicar por qué la resaca no afecta a 25% de la población.

• Factor genético. Algunas personas metabolizan el alcohol más rápido que otras, lo cual lleva a que los eventuales síntomas de una resaca sean o más leves o directamente inexistentes.
  
• Sistema inmunológico. El alcohol desencadena procesos inflamatorios, y quienes tienen sistemas inmunes más débiles tendrián resacas más intensas.
  
• Salud mental. Quienes no padecen de problemas de ansiedad serían más resistentes a los efectos de las secuelas del alcohol, mientras que aquellos con altos niveles de estrés y la depresión tendrían síntomas más pronunciados.

La ciencia sigue buscando respuestas a este enigma, y se hace preguntas como si aquellos que demuestran ser "inmunes" a las resacas también son menos susceptibles a otros daños del alcohol, y si esa inmunidad los lleva a consumir más por esa razón.