Una nueva clase de antibióticos puede matar bacterias superresistentes, según lo que anuncia un laboratorio

Investigadores de la farmacéutica Roche publican en la revista Nature el descubrimiento de un medicamento contra infecciones resistentes, que ya está siendo probado en humanos.

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Antibióticos.
Foto: Flickr.

O Globo - GDA
La capacidad para tratar infecciones es esencial en la medicina. Sin ella, aumentan los riesgos de trasplantes o cirugías, así como los de los pacientes que reciben quimioterapia para el cáncer, siendo vulnerables a infecciones letales. Desde el descubrimiento de los antibióticos, los patógenos se han adaptado al enemigo creado por los humanos y las bacterias superresistentes ya son una amenaza para la salud global. Causan más de un millón de muertes al año.

La resistencia es más común entre las llamadas bacterias gramnegativas, que tienen dos membranas que dificultan el paso de muchos antibióticos. Una de ellas, Acinetobacter baumannii, es una de las grandes amenazas en los hospitales y fue muy común durante la epidemia de COVID-19. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la identificó como una amenaza urgente que requiere nuevos antibióticos. Han pasado más de 50 años desde que la FDA, la agencia reguladora de medicamentos en Estados Unidos, aprobó un nuevo medicamento contra una bacteria gramnegativa.

La revista Nature publicó un trabajo, firmado por científicos de la farmacéutica Roche, que explica cómo se descubrió y desarrolló la zosurabalpina, un nuevo tipo de antibiótico que puede vencer la resistencia de A. baumannii. El equipo, liderado por Michael Lobritz y Kenneth Bradley, investigó una base de datos de alrededor de 45,000 péptidos sintéticos, moléculas diferentes de las que normalmente son la base de la mayoría de los antibióticos, obtenidas de la naturaleza. Entre ellas, identificaron varias moléculas con actividad antibacteriana, entre las cuales seleccionaron una, que luego optimizaron para mejorar su eficacia y seguridad. El medicamento, que ya curó ratones con neumonía causada por A. baumannii, comenzó a ser utilizado en humanos en un ensayo de fase I para probar su seguridad.

La zosurabalpina supera las defensas que normalmente hacen que esta bacteria sea resistente mediante un mecanismo diferente. Bloquea el transporte de una molécula, el lipopolisacárido, hasta la superficie de la bacteria, donde es necesaria para la creación de la membrana externa de estos microorganismos. Esto se logra superando solo una de las dos membranas que poseen las bacterias gramnegativas. Sin esta membrana externa, A. baumannii tiene menos probabilidad de sobrevivir y se vuelve vulnerable a otros antibióticos que podrían combinarse con la zosurabalpina para tratar este tipo de infecciones.

"Los péptidos se han estudiado como antimicrobianos durante muchos años; la colistina en sí es un péptido, pero el lugar donde actúa este nuevo antibiótico, en el transporte de lipopolisacáridos, es nuevo", explica Rafael Cantón, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). "Es interesante que pueda usarse contra Acinetobacter porque hay pocas opciones terapéuticas. Esa es la parte buena, pero no será una panacea. Hay algo que me preocupa, ya que existe la probabilidad de que desarrollen (nuevas bacterias) resistentes". 

Bruno González Zorn, director de la Unidad de Resistencia Antimicrobiana de la Universidad Complutense de Madrid, considera que este nuevo antibiótico "puede contribuir mucho porque las infecciones por A. baumannii son importantes y están aumentando". En España, alrededor del 50% de las muestras analizadas son resistentes a los tratamientos habituales, por lo que "se necesitan nuevas herramientas", agrega González Zorn. El investigador destaca que ha trabajado durante mucho tiempo con péptidos como los que los científicos de Roche están investigando y que las bacterias los utilizan para luchar entre sí. También son un arma para los bacteriófagos, virus que atacan a estos microbios y que también se utilizan contra infecciones causadas por bacterias resistentes a antibióticos. Sin embargo, en el trabajo publicado en Nature, se han superado los problemas de toxicidad o distribución, convirtiendo a la zosurabalpina en una molécula prometedora.

En la lucha contra la resistencia a los antibióticos, los obstáculos no son solo científicos.

"Además de la rapidez con la que evolucionan las bacterias, el problema es que el mercado de antibióticos casi ha desaparecido, porque es costoso lanzar una línea de investigación y desarrollar ensayos clínicos; si logramos llegar al final y obtener un nuevo antibiótico, es muy difícil rentabilizarlo", afirma Daniel López, especialista en superbacterias del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC.

Debido a la propia naturaleza de los antibióticos, que deben usarse con mucho cuidado para matar las bacterias sin permitir que estas se adapten a ellos, los nuevos medicamentos deben reservarse mientras que los antiguos, que carecen de patente desde hace décadas, aún funcionan. Esta particularidad ha llevado a instituciones como la Unión Europea a considerar incentivos públicos, como la extensión de la patente de otros medicamentos a empresas que desarrollan nuevos antibióticos, para hacer interesante su desarrollo.

En un segundo estudio, también publicado en Nature, se agregan detalles sobre cómo actúa el sistema de transporte de lipopolisacáridos hasta la superficie de la célula para generar la membrana externa y cómo el nuevo antibiótico la bloquea. Este conocimiento se utilizará para buscar nuevos compuestos destinados a desactivar este mecanismo y crear herramientas contra la resistencia bacteriana, un problema que, según algunas estimaciones, podría ser la principal causa de muerte a nivel mundial en 2050.

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