Redacción El País
Originaria de China, donde se consume desde el año 2800 a.C., la soja se ha convertido en un alimento clave gracias a su riqueza nutricional.

Según la Federación Española de Nutrición (FEN), esta leguminosa es una de las principales fuentes de proteína vegetal, destacándose por su contenido en ácidos grasos poliinsaturados, beneficiosos para el corazón.

La soja sobresale frente a otras legumbres por su aporte significativo de potasio, calcio, zinc, hierro, magnesio y fósforo, además de vitaminas A, B y E. Una porción de soja proporciona el 65% de los folatos diarios recomendados, fundamentales para el buen funcionamiento del organismo.

Uno de los componentes más destacados de la soja son las isoflavonas, compuestos con "potentes propiedades antioxidantes" que, según la FEN, actúan como reguladores hormonales. Estas moléculas pueden desempeñar un rol clave en la salud femenina, equilibrando los niveles de estrógenos y reduciendo los síntomas asociados a la menopausia.

El consumo regular de soja contribuye a la reducción del colesterol y los triglicéridos, disminuyendo el riesgo de enfermedades cardiovasculares, como la arteriosclerosis. Estas propiedades, avaladas por estudios del sitio especializado Conasi, convierten a la soja en un alimento esencial para quienes buscan proteger su corazón.

La versatilidad de la soja permite disfrutarla de múltiples maneras:

• En su forma natural: como legumbre o brotes frescos.
• Derivados: harina, aceite, lecitina, tofu y bebida de soja.
• Fermentados: en productos como miso o tempeh.

Gracias a su perfil nutricional, la soja puede integrarse fácilmente en cualquier dieta, desde platos tradicionales hasta opciones modernas.

Con su alto contenido en proteínas, minerales esenciales y antioxidantes, la soja es más que un alimento: es una herramienta para mejorar la salud integral. Incorporarla de forma regular no solo fortalece el organismo, sino que también contribuye al bienestar general.