Con los últimos informes de la Organización Mundial de la Salud, que dan cuenta de que son miles los casos de viruela del mono o Mpox en África, varios países continúan con sus medidas para evitar que la enfermedad llegue a sus territorios.
Aunque muchos manifiestan temor de que esta enfermedad se convierta en una pandemia, al igual que el COVID-19, expertos de la salud han mencionado que es posible que esto no suceda, ya que sus formas de contagio son diferentes, al igual que sus síntomas.
A pesar de que la viruela del mono se descubrió en 1958, es en la actualidad es donde se han presentado más brotes, ya que se conoce que alrededor de 75 países del mundo tienen al menos un infectado.
El COVID-19, por su parte, tuvo una propagación más rápida, pues desde que apareció afectó a más de 566 millones de personas en el mundo, que, según reportes de la Organización Mundial de la Salud, dejó casi 15 millones de personas fallecidas hasta el 2022.
En cuanto a los síntomas que presenta cada enfermedad, se recalca una diferencia importante, pues como se sabe, el Covid-19 se contagia por tener cercanía con personas que lo tengan y que presenten síntomas similares a la gripe como tos, fiebre, dolor de garganta y congestión nasal, volviéndose altamente contagioso porque solo basta tener contacto con gotas de saliva o mucosidad.
La viruela del mono por su parte, registra síntomas como fiebre, dolor de cabeza, erupciones en la piel como las que se presentan en la viruela normal y dolores musculares.
Otra diferencia importante a tener en cuenta con estas dos enfermedades, es que en el caso de la viruela del mono se han desarrollado desde hace muchos años atrás vacunas específicas.
Jynneos y ACAM2000 son las vacunas que se han utilizado para tratar esta enfermedad y que son derivadas de la creada contra la viruela normal, que fue erradicada hace más de 40 años.
En cambio con las vacunas del covid es bien sabido que los científicos tuvieron que desarrollarlas en poco tiempo y con nuevos estudios.
El SARS-Cov-2, que es como se le conoce al Covid, es un virus que ha mutado rápidamente y ha dado lugar a otras variantes como el Ómicron que tiene más facilidad de transmisión.
A pesar de que el covid-19 sorprendió a todo el mundo, haciendo que todos vivieran una situación sin precedentes, trajo consigo la concientización de las personas ante tales amenazas y la importancia de la prevención para que en la actualidad, con la llegada de casos de viruela del mono ya se piense en prepararse y protegerse.
Más allá de las lecciones sanitarias que dejó la pandemia del coronavirus, esta también impactó socialmente. En The Guardian, el columnista David Runciman publicó hace poco un artículo que, desde una perspectiva “primermundista”, intenta dar cuenta de algunas de las consecuencias que tuvo la pandemia en el cuerpo social.
“Al mismo tiempo, las consecuencias políticas más perniciosas pero más difíciles de reconocer del Covid están por todas partes. La inmediatez de la amenaza ha pasado, pero los signos persistentes del daño que hizo al cuerpo político están en todas partes. La pandemia y sus consecuencias, como los confinamientos, la dislocación económica, la inflación y la creciente frustración con las élites políticas, han expuesto debilidades preexistentes en nuestra política y las han empeorado”.
Cualquiera que, por ejemplo, haya tenido acaloradas discusiones con amigos y familiares sobre —por poner un solo caso— las medidas que se tomaron en cuanto al confinamiento o la vacunación intuirá a lo que se está refiriendo Runciman.
Por otra parte, un artículo en The Conversation del profesor emérito de Economía de la Universidad de Calgary Christopher Bruce también hace un balance sobre las lecciones de la pandemia, resumidas así:
- No existe “una” verdad
- La ciencia es una cuestión complicada, difícil de desentrañar.
- Muchos costos y beneficios de las políticas de salud no son mensurables.
- No compartimos un conjunto único de valores sociales.