Buscando a Arthur

Nuestra historia nos moldea en gran medida. Es la materia prima con la que construimos nuestra identidad. Nuestra propia historia y la de nuestros antepasados. Emociones, sentimientos y vivencias de quienes nos criaron, incluso esos ingredientes que nosotros mismos desconocemos de nuestro pasado: momentos ocurridos antes de que naciéramos o de que pudiéramos recordar, situaciones que por amor nos ocultaron pero que nos impactaron de alguna forma, porque determinaron gran parte de la forma de ser y hacer de la familia y, por ende, de nosotros mismos, aunque no lo veamos a simple viste.

En búsqueda de esas respuestas fue que conocí a Phillipe hace unos días, en un avión. El idioma francés fue el punto de conexión con este simpático caballero de 75 años, compositor y profesor de música oriundo de la Bretaña francesa, que viajó a Uruguay junto a sus cinco primas buscando respuestas y que el destino sentó a mi lado en ese vuelo. Así fue como me contó el motivo de su viaje.

Hace unos años, al fallecer su tío y heredar una de sus primas el castillo histórico de la familia, descubrieron en la buhardilla cartas que su abuelo Arthur había intercambiado con su tío durante años. Abuelo que toda la familia creía fallecido en la primera guerra mundial cuando sus hijos eran aún pequeños, según les había contado su abuela. Estas cartas revelaron el secreto guardado durante décadas: Arthur efectivamente había ido a la primera guerra mundial donde hizo su servicio militar, pero regresó. Su inclinación por la vida alegre acabó con la paciencia de su esposa que, ante la imposibilidad de divorciarse por pertenecer a la aristocracia francesa, lo echó de la casa. O mejor dicho, del chateau.

Pero la verdad busca siempre su camino para asomarse. Y Arthur, en algún momento, se puso en contacto con uno de sus hijos y se siguieron escribiendo a escondidas el resto de su vida. A partir de esas cartas, sus ahora nietos, Philippe y sus primas, pudieron reconstruir las primeras pistas hacia la verdad: saben que Arthur vino a Uruguay luego de 1920 y que vivió su vida por estas tierras, donde pasó mucho tiempo en algún campo como adiestrador de caballos de polo. También descubrieron que a mediados de 1950 fue a Argelia a comprar caballos y allí falleció a los 67 años, tras contraer un virus letal.

La primera etapa de su búsqueda fue ir a Argelia, donde lograron dar con su tumba. Y ahora intentan reconstruir el resto de la historia, la transcurrida en Uruguay. Cómo y dónde vivió, qué huellas dejó, cuál fue la verdadera vida de su abuelo. Philippe se quedará unos días más en nuestro país en búsqueda de la verdad. Esa que se asomó en forma de carta en una buhardilla y que luego de años le quitó el velo a una mentira sobre la que el árbol genealógico ya no podía seguir creciendo.

Cada dos o tres días Philippe me manda un mensaje contándome los hallazgos y fracasos de su aventura en un país donde “acá-nos-conocemos-todos” pero donde el archivo histórico está poco resguardado. Mensaje que mis hijos esperan ansiosos, como los capítulos de una serie cuyo final nos tiene expectantes.

Arthur de la Bigne de Villeneuve fue su nombre y si alguna vez escuchó de él, su familia está buscando su huella.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

Isabelle Chaquiriand

Te puede interesar