Coloso de la historia

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Acaba de morir un coloso de la escritura, del humanismo y la historia. Lo invité en abril de 1991 a dictar conferencias cuando fui Rector de Eseade. Como digo más adelante ya lo había conocido unos años antes en la Universidad de Cambridge pero en esta ocasión me encontré más de cerca con un personaje que además de ser un muy prolífico autor -escribió cincuenta libros- era de una calidez notable.

En la visita de referencia a Buenos Aires, me dedicó su libro Enemies of Society, dedicatoria que comienza “To my friend”, en esa obra apunta los errores del estatismo y la emprende con argumentos de gran solidez contra intelectuales tipo Herbert Marcuse y en general todo el marxismo y sus imitadores. Uno de los capítulos lleva el sugestivo título Schools for Atilas donde critica sistemas educativos autoritarios. También en ese libro se detiene a subrayar la importancia del lenguaje y lo disolvente que resulta para el pensamiento y la comunicación el degradarlo (parece escrito para hoy en relación a sandeces como el denominado “lenguaje inclusivo” y otras barrabasadas). Escribe en este contexto que “Aquellos que valoran el sentido de las palabras valoran la verdad y aquellos que tuercen el sentido del lenguaje estarán inclinados a propósitos antisociales.”

El querido Paul en su época juvenil era de izquierda por lo que fue editor de The New Stateman hasta que renunció al Partido Laborista y se mudó al Conservador al tiempo que denunciaba “el espíritu corporativista y totalitario” del estatismo que había comenzado a beber en su colegio de jesuitas, un cambio luego influido principalmente por Karl Popper.

El 2 de septiembre de 1984 pronunció una magistral conferencia en la reunión de la Mont Pelerin Society en la Universidad de Cambridge titulada Nineteen Eighty-Four: a False Alarm? donde muestra los aciertos de Orwell respecto a sucesos de aquel momento (para no decir nada del agravamiento de algunas facetas oscuras de hoy). Esta fue la primera vez que estuve con Paul Johnson y coincidentemente fue la oportunidad en la que la Mont Pelerin Society (la Academia Internacional, según Friedrich Hayek que fue uno de sus fundadores) me designó miembro de su Consejo Directivo. Esta disertación estuvo en línea con lo que había publicado cuatro años antes en la American Enterprise Institute traducida al castellano con el título de “La base moral del capitalismo”.

En todo caso resulta difícil poner en palabras una descripción de las características personales del pensador a que aludimos en esta nota. Como queda dicho su calidez era envolvente, su amabilidad y cortesía fueron su marca y en las largas conversaciones mostraba una mezcla de cultura y modestia que ponían en evidencia su calidad humana.

No resulta posible en un texto periodístico poner de relieve la obra ciclópea de este escritor colosal pero podemos dar una idea aproximada de sus valores al citar apenas cuatro de sus trabajos solo a título muy parcialmente ilustrativo tres del original en inglés y en la referida a los judíos trabajé en la versión castellana, en total menos del diez porciento de su producción.

En A History of the American People concluye: “La creación de los Estados Unidos de América es la más grande de las aventuras humanas. Ninguna otra historia nacional contiene esas notables lecciones para los estadounidenses y para el resto del mundo […] Los tropiezos se deben principalmente al keynesianismo -otra palabra para el intervencionismo estatal […] De hecho, el libro de Keynes La teoría general del empleo, el interés y el dinero, proponía una moneda administrada por funcionarios dedicados a estabilizar precios que significan interferencias constantes de los gobiernos lo cual es parte del problema.”

En Napoleon consigna: “Chateaubriand y Madame de Stäel fueron dos de los más dedicados enemigos de Napoleón […] El todopoderoso Estado de Napoleón fue concebido por su admirado Hegel que a su vez fue la raíz tanto del marxismo como del totalitarismo nazi […] Ningún dictador del trágico siglo veinte ha estado ajeno a los ecos napoleónicos, desde Lenin, Stalin, Mao Zedong a los tiranos como Kim Il Sung, Castro, Perón, Mengistu, Saddam Hussein, Ceausescu y Gadafi.”

En Historia de los judíos: “Los judíos han penetrado en muchas sociedades y han dejado su impronta en todas. Escribir la historia de los judíos es casi como escribir la historia del mundo […] Es una historia del mundo observada desde el punto de vista de una víctima culta e inteligente […] El judaísmo rabínico fue un evangelio del trabajo porque exigía que los judíos aprovecharan exhaustivamente los dones divinos. Exigía que los aptos y los capaces se mostraran industriosos y fecundos, entre otras cosas porque así podían afrontar sus obligaciones filantrópicas.”

Y por último en The Quest for God: “La práctica del aborto nos remite a un problema importante. El fracaso de encontrar una alternativa de alimento espiritual, sistemas que son capaces de matar, los millones de niños a los cuales no les permitió nacer, mucho menos vivir igual que lo hizo Hitler, Pol Pot, Stalin o Mao […] En la religión el antropomorfismo simplemente refleja las limitaciones de la imaginación humana.”

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