Un aforismo reza que “los políticos piensan en las próximas elecciones y los estadistas en las próximas generaciones”. Los que piensan en las elecciones levantan al cielo banderas que convocan a la simpatía popular fácil con la ventaja que implica no tener responsabilidad de dar cumplimiento a sus postulados. Los agitadores sindicales se suman a todas. Al final del asunto ellos también hacen política y pueden terminar dejando a un lado la renta sindical, sentados en un escritorio cómodo con secretaria y coche con chofer.
El alemán Bismark y los ingleses Beveridge y Lloyd George advirtieron en Europa que el acrecimiento de riqueza que produjo el capitalismo original y la revolución industrial del siglo XVIII, para alentar una sociedad que pudiese vivir en libertad con paz social, requería una redistribución inteligente de la riqueza. Así nacieron las políticas de seguridad social para las personas que están en actividad (seguros de desempleo, de salud, etc.) y para los pasivos (jubilados y pensionistas). Siglos ya de capitalismo han hecho que pese al crecimiento exponencial de la población mundial -hoy más de 7.000 millones de personas- el hambre haya planetariamente disminuido y la expectativa de vida al nacer haya crecido. Al mismo tiempo en los países con nivel de desarrollo alto -lo que incluye a Uruguay- la tasa de nacimientos viene cayendo dramáticamente. Cada vez hay menos activos para sostener a los pasivos. Y es más difícil financiar las pasividades. Se requieren soluciones mirando por dos o tres generaciones hacia adelante.
En Francia, segunda economía europea, la jubilación común completa se adquiría con 62 años de edad y 42 años de cotización (aporte). El presidente Emmanuel Macron ha propuesto que en los próximos años la edad requerida sea de 64 años hacia 2030 y la cotización de 43 años. Encarar el tema por la vía legislativa ha sido imposible y el Presidente en una decisión heroica ha dispuesto en base al orden jurídico francés que la medida tenga vigencia por decreto, prescindiendo del Parlamento en el que obtener mayoría le resultó esquivo. Multitudes en las calles, amenazas de distinto orden incluido un posible referéndum y otras posibilidades “de lucha” están en el orden del día. Lamentablemente Papa Noel no trae soluciones.
Según la OCDE la jubilación completa en la Unión Europea para mujeres y hombres tiene una media de 64,3 años para los hombres y de 63,5 años para mujeres. La exigencia de más edad para la jubilación apunta a disminuir el tiempo en que se deben pagar por el Estado los beneficios de retiro achicando el volumen del gasto mencionado.
La expectativa de vida en la UE por la mortalidad de la pandemia cayó a 80,1 años. En nuestro país que se aproxima a la realidad europea citada, la esperanza promedial de vida en 2020 era de 78,43 años (81,91 años las mujeres y 74.69 años los hombres). Y, la jubilación común plena -obviamos discriminar por sectores y franjas- se obtiene con 30 años de cotización y 60 de edad. En contra de lo que enseñan los países de mejor nivel de vida, en el gobierno del Frente Amplio en 2008 se rebajaron los años de cotización de 35 a 30 años y se habilitaron procedimientos para “probar” tiempo de servicio con testigos. Un carnaval que aceleró eficientemente el colapso hacia adelante del sistema de pasividades más importante de la república (BPS).