Homo no sapiens

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José Ingenieros fue un pensador argentino -médico siquiatra entre otras habilidades- que destaca por la universalidad de su obra “El hombre mediocre”. Un tipo humano que no tiene pensamiento propio. Actúa en función de una “cultura” hueca que le orienta a transitar por la farsa de lo políticamente correcto. Fábrica inclaudicable de malestar social destinada al tiempo electoral y la esperanza de acomodarse en el poder. Abundan ayer y hoy las pruebas al canto. Al lanzar su candidatura presidencial recientemente el intendente de Canelones Yamandú Orsi dijo lo que le mueve “es sacar al gobierno de donde está” sin la menor idea de “para qué”. Mientras administra un departamento ganado por franjas extendidas de pobreza a la que no supieron mitigar en 15 años de gobierno nacional frentista, horas de bonanza inéditas desde 2005 en adelante merced al alza de las materias primas.

La mediocridad es hija de la envidia. Habita en quienes sintiéndose impotentes para superarse en la vida sienten odio contra aquellos que perciben son más que ellos. El mediocre aspira a expandir los acólitos de la envidia. Carece de inteligencia constructiva, disciplina de estudio y de trabajo, espíritu de riesgo, rebeldía ante la dificultad y alza banderas de enfrentamiento pueriles entre compatriotas como la lucha de sexos de la Intendente Cosse.

Conjuga al “¡No!” de forma compulsiva. Su negatividad biológica le transforma mentalmente en una pared impenetrable al razonamiento. Los ejemplos históricos son infinitos. En la hora contemporánea el pedido de enclaustramiento obligatorio de la población y el patrocinio de la vacuna rusa Sputnik que hasta hoy no tiene reconocimiento científico válido cuando la pandemia; o el plebiscito contra la LUC que entre otras cosas daba mayor protección al policía ante el malón del narcotráfico presente en la realidad regional y nacional ilustran al respecto.

Su impedimento a la realización de los allanamientos nocturnos medio relevante en el combate a la droga es parte de la cosa. La pandemia, la crísis mundial por la guerra en Ucrania y los destrozos humanos y económicos de la reciente sequía, acreditan su ausencia de sensibilidad patria.

Cuando se arma la selección de fútbol nacional todos queremos la integren los jugadores uruguayos que destacan en el fútbol más exigente del mundo que está principalmente en Europa.

Hablamos del continente cuyos países tienen los mejores índices de respeto de la Libertad, el estado de Derecho, la separación de poderes, la propiedad privada, la economía libre y el más alto nivel de vida que se ha conocido a lo largo de la Historia. Socialistas y comunistas domésticos, dueños a través de la dirigencia sindical del viejo Frente Amplio, en lo de la integración del seleccionado seguramente coincidan, pero no les da la cabeza para entender que el máximo desempeño deportivo es un logro de países con democracia y economía privada.

Y, nuestro “homo no sapiens” está alineado furibundamente con la monarquía de la familia Castro en Cuba, la conjura bolivariana de Maduro en Venezuela, las andanzas de Correa en Ecuador y la patética aventura de Cristina “K” en Argentina. Esperpentos atados al populismo latinoamericano, acompañado habitualmente por la represión y el hambre y la violación más irrestricta de las libertades públicas y los derechos fundamentales.

Conclusión entre nos “habemus homo perniciosius”.

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