Son muchos los que mantienen la parla sobre la importancia de la educación pero no todos quieren decir lo mismo sobre este tema crucial. Lamentablemente por el momento la mayoría se mantiene encajada en el pasado enredada en las pesadas telarañas mentales del espíritu conservador en el peor sentido de la expresión, a saber atados al statu quo y atrapados en la trampa de la falacia ad populum, es decir si todos lo hacen está bien y si nadie lo hace está mal lo cual no nos hubiera permitido salir del taparrabos y el garrote pues todo lo demás era novedoso.
El tema medular entonces es de educación. Días pasados expuse en el evento organizado por Atlas Network y el Centro de Estudios para el Desarrollo donde resumí el tema educativo en diez puntos. Primero, la educación está inserta en un proceso de prueba y error en un contexto evolutivo puesto que el conocimiento se traduce en corroboraciones provisorias sujetas a refutación. El conocimiento no es un puerto sino una navegación permanente ilustrada magníficamente por el lema de la Royal Society de Londres: nullius in verba, esto es, no hay palabras finales.
Segundo, esto exige sistemas abiertos y competitivos en un clima contestatario y de espíritu crítico. Tercero, por lo dicho resulta una bofetada a la inteligencia el establecimiento de ministerios de educación y cultura que pretenden imponer estructuras curriculares. Cuarto, debemos dejar de lado la hipocresía de hablar de “educación pública” puesto que la privada es también para el público, ergo se trata de educación estatal, una palabreja que se intenta ocultar ya que es tan chocante como literatura estatal o periodismo estatal. Quinto, no se trata de sostener que todos los profesores de instituciones estatales se desempeñan mal, más aun los hay de gran dedicación y esmero. El tema es de incentivos. En otros términos, la forma en que tomamos café y encendemos las luces no es la misma cuando pagamos las cuentas respecto a cuando obligamos a otros a hacerlo con el fruto de sus trabajos. La manera de administrar activos fijos y gastos corrientes es sustancialmente distinta en uno y otro caso.
Sexto, por lo dicho es necesario vender todas las instituciones estatales de educación preferentemente al mismo claustro que las administran o incluso en un rapto de urgencias reglárselas, pero al momento siguiente todos los incentivos operarán en sentido distinto para la administración, la limpieza de los edificios, la sindicalización, el adoctrinamiento y demás asuntos.
Séptimo, a los candidatos que tienen las condiciones para aplicar a las ofertas educativas existentes pero no cuentan con los ingresos suficientes como una medida de transición se les entregará vouchers para que apliquen de todas las privadas la que le resulte mejor. Esto quiere decir que se financia la demanda pero no la oferta con los problemas señalados. No se diga entonces que los de menores ingresos serán excluidos puesto que no es para nada el caso. Si se insistiera en mantener la educación en el área de las botas y la consiguiente politización es debido a otros intereses non sanctos. Es de interés prestar atención a los estudios que revelan el costo por año por graduado en instituciones estatales y las pruebas de rendimientos si estuvieran bien evaluadas y dieran bien es equivalente a zanahorias estatales de gran calidad evaluadas por verduleros experimentados, el asunto es percatarse que haría la gente libremente con el fruto de su trabajo, si es lo mismo no tiene sentido recurrir a la fuerza estatal para imponerlo.
Octavo, debe resultar claro que la llamada igualdad de oportunidades es del todo incompatible con la igualdad ante la ley. Si juego al tennis con un profesional, para que me den igualdad de oportunidades habrá que encadenarle una pierna al contrincante con lo que se habrá afectado la igualdad ante la ley. La igualdad es ante la ley no mediante ella. En una sociedad libre todos tienen más oportunidades pero no iguales debido a las diferentes vocaciones, fuerzas físicas y talentos. La inaudita pretensión de limar eso es destruir la cooperación social, el igualitarismo de la guillotina horizontal hasta convertiría la misma conversación en un tedio insoportable puesto que seria como hablar con el espejo.
Noveno, la educación no es un bien público puesto que no calza el los principios técnicos de no rivalidad y no exclusión. Además debe subrayarse que en los mal llamados sistemas “gratuitos” son los más pobres los que financian vía la contracción en sus salarios en términos reales debido a las disminuciones en las inversiones por parte de los contribuyentes de jure. Y décimo, a esta altura las expresiones derecha e izquierda son tan confusas y anodinas como arriba, abajo, atrás o adelante, para ser precisos es mejor aludir a estatistas o liberales en diversos grados.
No es que no hayan problemas en la educación privada, la perfección no está al alcance de los mortales, de lo que se trata es de abrir de par en par puertas y ventanas para que entre el mayor oxígeno posible en un contexto que permita maximizar la energía creadora en competencia.