El lunes salió el dato que faltaba para completar el panorama del año pasado: la pobreza en el segundo semestre del 2022. El dato fue bueno y confirma lo que varios habían estado adelantando. La pobreza bajó empujada por la moderación inflacionaria, la recuperación del consumo, el inicio de la recuperación salarial y una serie de medidas concretas de apoyo a las familias vulnerables con menores a cargo. Si hay que resumir la información en un solo dato es que la pobreza llegó básicamente a los niveles previos a la pandemia.
Según el INE el segundo semestre de 2022 el 9,1% de las personas de nuestro país vivían en hogares por debajo de la línea de pobreza, dato casi idéntico (9,0%) al del último semestre de 2019. No parece muy sorpresivo esto si consideramos que según el BCU fue también durante la última parte de 2022 cuando el consumo privado alcanzó el nivel previo a la pandemia. A la luz de este dato creo que hay algunas consideraciones que son pertinentes.
Primero, sacando la pandemia desde 2014 la pobreza se encuentra en el entorno del 9%. Ha tenido algunas oscilaciones y tocó su mínimo histórico de 7,9% en 2017, pero cerró el 2019 sobre el mencionado 9%. Sin dudas el país experimentó una baja de la pobreza monetaria muy grande post crisis de 2002, pero esta trayectoria encontró límites a partir de 2014 y se estabilizó algo por debajo del 10%.
Segundo, 2020, 2021 y la primera parte de 2022 parecen ser la excepción a esto. En dicho período la pobreza estuvo alrededor del 11%, con un pico mayor durante 2020. Al igual que en todo el mundo, la pobreza creció durante la pandemia, pero lo hizo de forma moderada en cualquier comparación. Según los datos locales, la pobreza en Argentina saltó del 34% en 2019 al 41,5% en 2020. Sin dudas es cierto que la pobreza subió en Uruguay durante la pandemia, pero el discurso de una situación inédita y masiva de hambre y miseria no tiene asidero. Es realmente una canallada el uso político que algunos le dieron. La persistencia de cientos de miles de compatriotas pobres es una enorme deuda, pero no hay nada particularmente nuevo.
Tercero, llevar la pobreza sustancialmente por debajo del 9% será un trabajo muy difícil. El crecimiento económico es una condición necesaria, pero no suficiente. A diferencia de muchas de las personas que salieron de la pobreza luego de la crisis de 2002, la generación de nuevos puestos de trabajo puede no hacerles la diferencia a quienes persisten. Los 320.000 compatriotas que siguen siendo pobres tendrán muchas más dificultades para superar la línea. En su enorme mayoría son niños y adultos que viven con niños. Personas que además de un ingreso insuficiente tienen, tienen malas condiciones habitacionales, bajos niveles educativos, empleos de mala calidad e infraestructura urbana deficiente.
El enfoque monetario de la pobreza es importante, una parte sustancial del asunto. Pero si en Uruguay queremos avanzar en serio sobre el núcleo duro vamos a tener que tener un abordaje mucho más completo: la generación de empleos de baja calificación, cambios mucho más profundos en la educación y la integración urbana serán elementos claves.