Reflexiones sobre la Libertad

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La semana pasada se desarolló en Punta del Este el Foro de la Libertad de América Latina de Atlas Network coorganizado por el Centro de Estudios para el Desarrollo. Fue una instancia enriquecedora desde el punto de vista intelectual, en que se produjeron fructíferos debates sobre temas de fondo que hacen a la Libertad, la democracia y el Estado de Derecho en nuestro continente.

Sin ánimo de ser exhaustivo, sobre los dos días de intercambios, en que por cierto se constataron diferencias en distintos temas, me parece que puede ser interés apuntar algunos de los principales puntos que me despertaron reflexiones.

Un primer punto, que despunta cierto pesimismo, es que en varios países la batalla de los liberales en el continente ha retrocedido al punto de tener que comenzar por principios básicos como la defensa de la democracia. No es sólo que existan dictadura desembozadas como la cubana, la venezolana o la nicaragüense, es que los procesos democráticos están en cuestión en varios países, en sus formas y en su fondo. Es fundamental volver a explicar que el gobierno bajo la Ley de Locke es necesario para que las personas viven en libertad, que la democracia basada en un solido Estado de Derecho que garantice los derechos de cada ser humano es indispensable y que los gobernantes no son líderes iluminados que puedan hacer lo que les de la gana.

La propia libertad de expresión está cuestionada ante el peso de gobiernos que persiguen a los medios independientes y controlan lo que se publica o transmite. Esto, lamentablemente, es parte del paisaje actual en América Latina, aunque los uruguayos no suframos estos asuntos y, afortunadamente, hemos visto por el contrario como nuestra calificación en los índices internacionales de democracia -como el que elabora la revista The Economist- ha mejorado en los últimos dos años. Somos hoy una de las pocas democracias plenas del mundo (dónde hay solo una veintena) lo que es motivo de satisfacción para nosotros, pero pauta el complejo panorama a nivel internacional, más allá de nuestro continente.

Por cierto que la libertad económica, complemento indispensable de la libertad política para que las personas puedan seguir sus propios proyectos de vida cooperando en sociedad, también está bajo cuestión, pero en buena medida siempre lo estuvo en América Latina. Más aún, esta incomprensión de los beneficios de la libertad económica es una de las causas profundas del subdesarrollo que ha sufrido a lo largo de toda su historia.

La dificultades que enfrenta el ciudadano común para trabajar, crear o invertir son colosales en la mayoría de los países de la región, entre impuestos, trabas burocráticas y monopolios estatales. Los pequeños empresarios latinoamericanos que procuran desarrollar su negocio sin prebendas estatales son verdaderos héroes anónimos que dan día a día luchas quijotescas contra la inflación, la incertidumbre y la arbitrariedad, como puede constatar cualquier argentino para no buscar ejemplos más lejanos.

Los tiempos no son auspiciosos, ciertamente, pero la rebeldía contra esta realidad debe ser el combustible que encienda nuestras almas para dar una decidida batalla por la Libertad.

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