por Laura Chalar
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En uno de los pasajes más crudos de un libro que no los escatima, Christine, de dieciséis años, está sentada en silencio en la oscuridad de un cine mientras los dos hombres que ocupan las butacas contiguas abusan de ella. A la derecha está su amante de treinta años. A la izquierda su padre. La preocupación de Christine en ese momento era “(n)o enfadar ni a Marc ni a mi padre. Quería tratar con cuidado ambas sensibilidades”.
El abuso comenzó a sus trece años. Christine fue criada por su madre soltera, Rachel, definida en la misma entrevista como “judía, pobre, menos cultivada” que el padre. El “rechazo de clase” era la razón por la que él —de nivel sociocultural más alto— no había querido casarse con ella. Tampoco se había ocupado de la niña hasta que, siendo ésta adolescente, Rachel lo convenció de que la reconociera legalmente y se involucrara en las vidas de ambas. El resultado fue trágico.
Christine Angot ha rechazado más de una vez el término “autoficción”. En una entrevista con Ouest-France, en 2015, dijo: “Entonces ¿qué es lo que yo escribo? Ni relato, ni testimonio ni novela convencional. No lo sé”. Esta obra implacable, que sigue a dos anteriores también enfocadas en el incesto, participa de varios géneros.
Sería un error leer Viaje al este sólo como crónica de las variadas aberraciones perpetradas contra la protagonista en distintas ciudades, aunque la propia Angot brinda ese sórdido listado. Su aspecto más desgarrador, lo que lo eleva y da sentido a la lectura, es el persistente deseo de Christine —primero niña, luego mujer joven— de sentirse reconocida y amada como hija.
Este deseo, que le arranca lágrimas de emoción en el primer encuentro (“Estoy llorando porque estoy contenta. Estoy contenta…”), es el que la conduce de nuevo, siendo ya una mujer casada, a las garras del monstruo. El incesto, como ella resalta, es la total negación del vínculo filial.
Algunas páginas del libro se leen como esos sueños donde uno corre para huir de una amenaza pero no logra moverse del lugar. La pasividad de Christine ante la traición paterna y las omisiones de quienes debían protegerla —incluyendo a su madre y a su marido— muestran que el abuso muchas veces no es atribuible sólo al perpetrador, sino también a la inexistencia o fracaso de las redes de contención. Aquí, todos han fallado.
VIAJE AL ESTE, de Christine Angot. Anagrama, 2022. Buenos Aires, 220 págs.