Del ecuatoriano Javier Izquierdo
La tragedia aérea de 1983 se llevó a Ángel Rama, Marta Traba, Manuel Scorza y Jorge Ibarguengoitía. Una nueva pesquisa recupera sus voces.
El 27 de noviembre de 1983, el mismo día del recordado “acto del Obelisco” en reclamo de la redemocratización en Uruguay, un avión de la compañía colombiana Avianca con destino a Bogotá se estrelló en las afueras de Mejorada del Campo, una localidad al este de Madrid, como consecuencia de la impericia de uno de los navegantes de cabina, y de una mala decisión del piloto. Murieron 181 de sus ocupantes, incluidos cuatro intelectuales latinoamericanos que viajaban a un congreso que se iba a realizar en la capital de Colombia, por iniciativa del gobierno de ese país.
Tenían edades similares y estaban en su plenitud. Eran Marta Traba, crítica de arte argentina de 53 años, su pareja Ángel Rama, de 56, crítico uruguayo experto en literatura latinoamericana y figura de la Generación del 45, el novelista peruano Manuel Scorza de 55, y Jorge Ibargüengoitia de 55, también novelista y mexicano. Scorza denunciaba en sus obras la miseria y el sojuzgamiento que sufrían los campesinos indígenas de los Andes sin que el paso de los siglos cambiase nada, e Ibargüengoitia recurría al humor para burlarse de los dictadores latinoamericanos.
El director de cine ecuatoriano Javier Izquierdo acaba de presentar en Ginebra un documental atípico de 63 minutos sobre los cuatro llamado Barajas. El nombre refiere, obviamente, al aeropuerto madrileño cerca del cual ocurrió la tragedia (donde el avión buscaba aterrizar) y al azar al que se asocian las barajas, que tanto tuvo que ver con el final de Scorza, Ibargüengoitia, Rama y Traba. El documental es atípico porque son los propios cuatro protagonistas los que se cuentan a sí mismos. Izquierdo tiene vinculación con Uruguay porque su padre, Emilio, fue embajador de su país en Montevideo. Además, su hermana desarrolla su actividad teatral en Uruguay. El director espera presentar Barajas en Cinemateca Uruguaya; se comunicaron con él para presentarla en su festival.
La investigación
“Mientras vivía en Barcelona en 2008 salió un artículo en la prensa conmemorando los 25 años del accidente. En ese momento pensé que sería un buen tema para un documental y me sorprendió que ningún cineasta de la región se lo hubiera planteado. Algunos años después lo pude llevar a cabo. En un primer momento la idea era hacer un documental más convencional y llegué a realizar algunas entrevistas en Montevideo (Hugo Achúgar) y Lima (Manuel Eduardo, hijo de Manuel Scorza y Arturo Corcuera, que fue su amigo). Pero al enfrentarme con el abundante material de archivo vinculado a los cuatro autores (entrevistas, programas de televisión, películas) me pareció un reto interesante intentar armar la película a partir de este material”, contó Izquierdo. “Fui a visitar archivos en Bogotá, donde encontré el material televisivo de Marta Traba y decidí hacer un documental de archivo. Varias de las imágenes utilizadas se encuentran en Internet pero lo difícil es gestionarlas, ubicar a los dueños y en muchos casos, pagar por los derechos. Por suerte, obtuvimos un fondo para hacer la película”.
El director no encontró filmaciones de Rama aunque sí el audio de una entrevista radial. Y accedió, a través del hijo del crítico, Claudio Rama Vitale, a su diario personal del cual en la película lee algunos fragmentos. “Desde que lo leí, me fascinó el diario de Rama y me pareció que servía para contar la última etapa de la pareja Rama-Traba, llena de cambios de domicilio e inestabilidad, hasta llegar a París poco antes del accidente. También me parecía útil para dar a conocer a Rama, de quien prácticamente no se ven imágenes en el documental, en un plano más humano y menos académico”. Rama decidió a último momento viajar a Colombia en agradecimiento al presidente de ese entonces Belisario Betancur, que había intercedido en alguna oportunidad durante su exilio. En el documental queda recogida la preocupación de Rama por una enfermedad que atravesaba Traba y su furia con el gobierno de Ronald Reagan que desconfiaba de su izquierdismo.
Izquierdo realizó una apuesta arriesgada al vincular, a juicio de este cronista con éxito, la peripecia vital de Rama con la del desasosegado protagonista de Estas ruinas que ves (1979), una de las películas basada en una novela de Ibargüengoitia. “Me di cuenta que el protagonista de Estas ruinas que ves, un profesor universitario interpretado por el actor mexicano Fernando Luján, tenía cierto parecido con Ángel Rama y decidí utilizar escenas de esta película para ‘ilustrar’ fragmentos de su diario”. Otro aspecto interesante del documental es el rescate de la figura de Traba, una crítica de arte que exponía sus puntos de vista en programas televisivos filmados en las calles bogotanas, junto a gente que la escuchaba y no parecía entender lo que estaba planteando. Traba tenía puntos de vista fuertes que la llevaron, por ejemplo, a cuestionar a una figura consular del arte ecuatoriano como el pintor Osvaldo Guayasamín, a quien veía como un símbolo del establishment cultural. Este, por su parte, se tomaba con humor ese rechazo.
Vigencia
Siempre queda la pregunta en el aire: si eran amigos los cuatro o simplemente coincidieron en el vuelo. Izquierdo tiende a creer que Traba y Rama conocían al menos a Scorza. “Es muy probable que se hayan conocido entre los cuatro. En la biografía de Marta Traba escrita por Victoria Verlichak se menciona que Traba y Rama eran amigos de Scorza, por eso viajaban en asientos cercanos”, dice Izquierdo.
El director quedó deslumbrado cuando en el proceso de investigación se topó con la serie televisiva de Traba titulada “Historia del arte contada desde Bogotá”, y con las películas basadas en las novelas del Ibargüengoitia “adaptadas casi al pie de la letra” y en las que abunda el humor.
Izquierdo rescata la vigencia de los cuatro. “Creo que, más allá de sus diferentes estilos y géneros (algunos ya un poco anacrónicos como el indigenismo), son personajes completamente vigentes como metáfora del artista latinoamericano, curiosos por su realidad y siempre buscando nuevos horizontes”.
No es buen momento para los documentalistas latinoamericanos. “Se han recortado los fondos y bajó la cantidad de espectadores en casi todos los países. El cine documental tendrá que reinventarse nuevamente con la economía de recursos que lo caracteriza”. Su próximo proyecto es una película de ficción basada en el viaje que Guayasamín hizo en 1948 a la jungla ecuatoriana, acompañado de un grupo de artistas.