Póstumos polémicos

El dilema de publicar una novela que el propio Gabriel García Márquez quiso destruir en vida

Acaba de salir “En agosto nos vemos”, publicada por sus hijos, conscientes que están traicionando a su padre

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FALLECE EL ESCRITOR COLOMBIANO GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Gabriel García Márquez
(Archivo/ EFE)

por Luis Fernando Iglesias
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En 1995, con la emisión del documental The Beatles Anthology, se lanzaron tres discos compactos con versiones alternativas de los temas de la banda, descartes y otras viejas novedades. En cada CD se pensó incluir un tema nuevo gracias a casetes de Lennon que Yoko Ono le había entregado a Paul McCartney. Entonces McCartney, Harrison y Starr trabajaron dos canciones que salieron en los Anthology 1 y 2: “Free as a Bird” y “Real Love”. Intentaron hacer lo mismo con un tercer tema llamado “I don’t wanna loose you”. La voz de Lennon tenía interferencias y al ser monofónico no podía separarse del piano que tampoco sonaba en forma aceptable. Los tres Beatles trabajaron una tarde sobre la canción, grabaron algunas tomas hasta que Harrison dijo que era una basura. McCartney protestó y dijo que era una canción de John a lo que George respondió: “aun así, es una basura”. El Anthology 3 salió sin canción nueva de la banda. El 2 de noviembre de 2023, el mundo escuchó “Now and Then” (De vez en cuando o Ahora y entonces), nuevo título de aquella canción descartada. Gracias a Peter Jackson, director del documental Get Back y a la inteligencia artificial que pudo limpiar y aislar la voz de Lennon, el proyecto se retomó. Se agregó una orquesta de cuerdas a la interpretación de Ringo y Paul. También grabaciones de guitarras de George de 1995.

El resultado es asombroso. Giles Martin, hijo de George Martin, trabajó en la producción con McCartney, se grabó un documental de doce minutos, Jackson realizó un hermoso video clip hecho donde también aparecían los músicos fallecidos y se lanzó al mundo como la última canción de The Beatles. Fue tocada por primera vez en vivo por McCartney y su banda en el concierto del 1 de octubre en el Estadio Centenario de Montevideo.

Más allá de la opinión sobre el tema, que en concepto de este cronista es un hermoso cierre para la carrera de la mayor banda de todos los tiempos, hubo cuestionamientos sobre si era una canción de los fab four. Lennon falleció en 1980 y Harrison en 2001 aunque estén en la grabación. En una obra en colaboración de cuatro músicos dos de ellos no pudieron opinar en cuanto al resultado ni si realmente querían que fuera la última canción de la banda. Los herederos de John y George dieron su consentimiento para que así fuera.

Cuando se habla de obras literarias editadas luego de la muerte del autor, y en especial cuando éste no quería que la misma se publicase, la discusión toma otro volumen. En todo caso siempre quedará la pregunta de si fue justo o valió la pena que esa obra llegara a los lectores, si no se traicionó al escritor al publicarla y, lo que es aún más grave, si no va en desmedro de su obra. La publicación de En agosto nos vemos de Gabriel García Márquez volvió a poner el tema sobre la mesa.

Demencia senil. El 6 de marzo de 2024, coincidiendo con el cumpleaños noventa y siete del escritor y a diez años de su muerte, se publicó En agosto nos vemos, novela póstuma de Gabriel García Márquez quien trabajó esta historia durante varios años, en una carrera contra el tiempo y su salud. En 1999 se le diagnosticó un cáncer linfático y, según contó en una entrevista, redujo al máximo las relaciones con amigos, desconectó el teléfono, canceló viajes y compromisos para dedicarse a escribir y a leer. Su objetivo era concluir tres tomos de memorias y dos libros de cuentos.

De sus memorias alcanzó a publicar el primer tomo, la entrañable Vivir para contarla (2002), y luego apareció Memorias de mis putas tristes (2004), que en los borradores del escritor se llamaba “Ella”, novela que acaso fuera difícil publicar en la actualidad por el tema que trataba. “El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor con una adolescente virgen…”, cuenta en el inicio el protagonista mientras se contacta con la dueña de una casa clandestina para saber si podía ofrecerle a una joven doncella. Fue un texto menor pese a su prosa exquisita y la utilización de los adjetivos precisos, ingeniosos y a veces sorprendentes que sabía colocar como nadie. El resultado dejó un gusto amargo a varios de sus admiradores. Era un cierre mustio de la obra de uno de los escritores más importantes del siglo XX, protagonista del llamado boom latinoamericano de los años sesenta. Se esperaba algún otro tomo de sus memorias o esos cuentos prometidos para sentir esa emoción y sorpresa que otorgaba cada obra nueva del colombiano. La realidad parecía decir que eso sería imposible.

A su enfermedad se le sumó una nunca confesada demencia senil o “pérdida de memoria” como lo denominan sus hijos, lo que hacía que su objetivo por terminar la obra proyectada fuera cada vez más difícil. En el prólogo de esta novela sus hijos confiesan que su padre luchó contra viento y marea por terminarla hasta que un día dijo simplemente que el texto no servía y que “hay que destruirlo”. Sin embargo, a diez años de su muerte resuelven publicarlo, dado que una nueva lectura los convenció que tenía valores suficientes y que sería apreciada por los lectores. Contra los defectos que pudiera tener, permanecía inalterada la capacidad de invención del autor, su “narrativa cautivadora” y la vigencia del tema que más le importó a Gabo: el amor. Para ello contaron con la importante ayuda del editor Cristóbal Pera que trabajó años con el colombiano. La edición tiene una larga nota de Pera, que incluye fotocopias de originales, lo que concluye una edición sumamente cuidada con muchos justificativos para demostrar la importancia de que se diera a conocer este texto.

Maravillas de agosto. Tres días antes de morir la madre de Ana Magdalena Bach pide ser enterrada en una isla. Su hija no entendió ese pedido hasta la primera vez que visitó su tumba y “…comprendió la voluntad de su madre cuando vio el esplendor del mundo desde la cumbre del cementerio. Era el único lugar solitario donde no podía sentirse sola”. Ana Magdalena viene de una familia de músicos, es gran lectora y los libros que lee en cada viaje son mencionados uno a uno. Está casada desde los diecinueve años con Doménico Aramís, ocho años mayor que ella, “único adulto que conocía desnudo”. Tienen un hijo y una hija. Su marido y su hijo son músicos, pero la hija quiere ser monja.

En agosto de cada año, Ana Magdalena viaja a la isla para ir al cementerio, contarle cosas de su vida a su madre y llevarle unos gladiolos. Se queda una noche en un hotel y al día siguiente retorna a su hogar. Cuando ocurre el primer viaje tiene cuarenta y seis años. En el hotel se encuentra con un desconocido que la convida con una copa. Vivirá con ese hombre una aventura que tendrá un tono agridulce y un final inesperado. Este primer capítulo es puro García Márquez. La descripción de la isla, de la que no da el nombre, sus habitantes, el calor de agosto, la visita al cementerio, el encuentro con ese desconocido y la noche de hotel, seducen por la sutil maestría para narrarlo. Todas las palabras parecen estar en su justo lugar y nada sobra.

En el capítulo siguiente se describe el matrimonio de Ana Magdalena, la relación cómplice con el marido y su convivencia de veintisiete años. Los viajes a la isla vuelven en el capítulo tres, que fuera publicado en una revista como cuento independiente llamado “La noche del eclipse”. En esas visitas a la tumba de su madre siempre buscará tener una noche de amor con algún desconocido, aunque a veces el propósito fracase y en otras no sea lo que quiere. Si alguna versión circuló de que la novela estaba inconclusa, es desmentida por el desenlace en el último capítulo de esta historia. En ese final, del que conviene no revelar detalles, Ana Magdalena ha llegado a los cincuenta años y entiende muchas cosas de sí misma a través de la vida y muerte de su madre. En el comienzo Gabo pensó en seis cuentos independientes unidos por la protagonista, pero el texto final funciona como una novela breve. Cada uno de sus seis capítulos logran que el lector entienda a esa mujer que no quiere continuar su vida sin conocer “el secreto que la sustenta”, al decir de Alice Munro.

El amor. Ante el anuncio de que se editaría esta novela de Gabriel García Márquez, varias dudas y temores surgieron. El primero, y más fuerte, es si realmente era conveniente para la obra del autor incluir un texto que él mismo habría dicho que no servía y quería destruir. Eso lleva a una segunda pregunta, cuál fue la razón por la que el propio Gabo no lo destruyó.

Es casi un lugar común citar el caso de Franz Kafka que encomendó a su amigo Max Brod que todo lo que inédito suyo que apareciera “deberá incinerarse sin leerse y hasta la última página”. De haber cumplido su mandato, entre otras obras nunca habría visto la luz la novela El Proceso. Traspasar a otro esa responsabilidad, la de destruir inéditos, genera la sospecha de si realmente el autor quería que eso ocurriera.

Hay una frase de Rodrigo y Gonzalo García Barcha en el prólogo donde reconocen la traición que estaban infringiendo a su padre al anteponer “el placer de sus lectores a todas las demás consideraciones”. Concluyen que “Si ellos lo celebran, es posible que Gabo nos perdone”. La única cuestión importante de esta esperada edición es saber si valió la pena el esfuerzo de investigación y edición para publicarla.

En agosto nos vemos consigue, por sus méritos, entrar con buen pie en el corpus de la obra del autor. Es claro que está lejos de sus mejores trabajos como El Coronel no tiene quién le escriba (1961) —aunque pueda tener en su carácter de relato breve con un tema reiterativo algún punto de contacto— y ni hablar de las monumentales Cien años de soledad (1967), El otoño del Patriarca (1975), Crónica de una muerte anunciada (1981) o los soberbios cuentos de La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972).

Esta breve novela es un cierre más digno que el que había dejado la fallida Memorias de mis putas tristes. Con toques de realismo mágico, con una prosa que siempre encuentra el adjetivo justo que sorprende, los viajes de Ana Magdalena Bach son una búsqueda del sentido de su vida y del amor al acercarse a los cincuenta años. Una historia con el trazo inconfundible de un autor que, a través de la creación de personajes y lugares inolvidables, tuvo la generosidad de regalarnos a muchos jóvenes la pasión y el placer por la lectura.

EN AGOSTO NOS VEMOS, de Gabriel García Márquez. Sudamericana, 2024. Montevideo, 142 págs. Con prólogo de Rodrigo y Gonzalo García Barcha, hijos del autor. Edición al cuidado de Cristóbal Pera.

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