por Gera Ferreira
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Dos libros recién llegados renuevan la mirada sobre esta autora siempre vigente, y también instalan una polémica. Con el apoyo de una beca de residencia en la Casa de Traducción Looren de Suiza, la docente, traductora literaria y escritora Eleonora González Capria llevó a cabo un valioso proyecto que tiene como protagonista a Katherine Mansfield (1888-1923). Titulado Sopa de ciruela, vincula a diversos escenarios o dimensiones de lo cotidiano en Mansfield que la crítica no exploró en profundidad. El título de sus secciones es revelador: El hambre, El buen beber, En un café, La escasez, Recetas y retazos, En viaje y Entre jardines. Se trata en realidad de los ingredientes principales de esta sopa de ciruela muy bien servida, en la que hay comentarios sobre libros, relatos, viñetas, poemas, recetas de cocina, control de gastos, variaciones de textos, crónicas, segmentos de diarios de viaje, cartas desde cafés, en fin, una batería variopinta y deliciosa de insumos provenientes de un corpus donde se aprecia la faceta más especiada, si se quiere, de una Mansfield que insiste con la idea de tener un cuarto propio para expandirse, pese a estar casada, de tener libertad creativa y romper sus límites como autora y como mujer, y de las preocupaciones generadas por la escasez de dinero. También se escucha la voz de una artista enamorada que conoce sus luces y sombras y que no las disimula: las abraza, se da ánimo para atestiguar y resistir sus luchas internas. Este rasgo identitario, que demuestra una ternura descarnada, se percibe con honestidad en sus cartas.
Mansfield es una figura canónica perteneciente al modernismo literario inglés, de origen neozelandés, cuya obra publicada en vida es fácil de rastrear por lo enérgica y breve, por lo influyente e imperecedera. En 1911 apareció En una pensión alemana. Luego las plaquetas Preludio (1918), Je ne parlais pas francais (1919-20), y a continuación Felicidad y otros cuentos (1920) y Fiesta en el jardín y otros cuentos (1922).
Además de la selección y traducción realizada por González Capria —tarea que la tuvo remando a mansalva sobre las aguas de los numerosísimos manuscritos originales—, también se encargó del aparato de notas que acompañan esta edición que se complementa con las bellas ilustraciones de Josefina Schargorodsky. El volumen constituye un aporte invaluable a los estudios literarios sobre la autora en el universo hispanohablante, comparable, por su calibre, a la primera transcripción en inglés que Margaret Scott realizara en 1997 de los cuadernos inéditos de Mansfield, en The Katherine Mansfield Notebooks. Según indica la investigadora argentina, “la gran mayoría de los materiales aquí compilados jamás fueron traducidos al castellano y muchos de los que sí se tradujeron y aún circulan se ofrecen en versiones censuradas, expurgadas, por razones que resultan cuando menos incomprensibles y cuestionables”.
En su compilación, González Capria propone un trayecto diferente, evitando aquellas lecturas que dieron lugar al “mito Mansfield” postmortem, fuera de la ficción. Por ejemplo, el énfasis que usualmente se ha puesto en el tópico de la enfermedad o los padecimientos de la autora, debido a su prematura muerte por tuberculosis a los 34 años.
Bajo sospecha. Como si se hubiesen puesto de acuerdo, también en 2022 Chai editora dedicó esfuerzos para reeditar a Katherine Mansfield en una nueva traducción de Florencia Parodi, con introducción de la escritora Cecilia Fanti. Publicaron los Diarios, que toman como base la versión en inglés de los Diarios de Katherine Mansfield (1927) editados póstumamente por su esposo, John Middleton Murry, crítico literario y periodista inglés. En la nota introductoria se explicita que las intervenciones entre corchetes que encabezan a modo explicativo la transcripción de muchos segmentos del diario, fueron realizadas por Murry, al tiempo que se aclara que “él decidió reemplazar los nombres reales de las personas que aparecen en este diario por su iniciales para cuidar su intimidad”. Es un “cuidado” que hoy en día, gracias al avance de las investigaciones literarias en torno a la autora, puede y debe cuestionarse.
En la introducción escrita por Murry, donde realiza un esbozo biográfico, también esgrime una especie de autojustificación en cuanto a sus intervenciones, agregando “un mínimo necesario de palabras explicativas”, que en los papeles no tiene nada de mínimo, sino que más bien parece una operación tutelar sobre los manuscritos: “Ella era implacable con su propio pasado y no dudo de que lo que ha sobrevivido es casi todo lo que ella, por alguna razón, quería que quedara”, dice él.
Resulta llamativo que en ninguna de las dos introducciones, la de Fanti y la de Murry, exista ninguna mención sobre la problemática en torno a la edición de estos diarios, situación que Sopa de ciruela pone totalmente al descubierto. Basta comparar el “Diario de casa de 1915” traducido por Eleonora González Capria con su par en la edición de Chai para constatarlo. De arranque Murry omite esta aclaración de su esposa: “Estaré agradecida si los contenidos de este cuaderno se consideran de mi propiedad privada”. Según González Capria, “El Cuaderno #4 (...) quizás sea uno de los más intervenidos por Murry en la edición de los diarios de 1927. Se omiten días enteros, (...) y las alusiones negativas al propio Murry, y se tergiversa, en general, el sentido global de estas entradas”.
En los Diarios, tanto en los de 1927, como en los de 2022 (más allá del gran aporte de tenerlos ahora traducidos) conocemos a una Mansfield totalmente mediada y sesgada por los caprichos de edición de Murry, que reduce la miscelánea de inéditos a un conjunto de diarios personales de dudoso interés y legitimidad.
Según comenta Eleonora González Capria, las “críticas (de los contemporáneas y aún posteriores) apuntaron a la explotación que Murry estaba haciendo del legado de su esposa, alegando que sus intereses eran meramente financieros. (...) Pero el debate múltiple que se suscitó en la primera mitad del siglo XX fue, ante todo, ético y dirigido al acto de hacer públicos supuestos diarios privados”.
Más allá de las polémicas, en estos dos proyectos la literatura se comporta como un tejido que conecta todos los reflejos que llegan a este bowl transparente con alimentos coloridos que es la obra de Katherine Mansfield, y en la que vemos emerger sus palabras, devueltas hacia el cielo de las calles, esta vez en nuestro idioma. En esencia, ambos libros permiten no solo acceder a su literatura, sino también apreciar su estilo de vida, una percepción recuperada de esa realidad.
SOPA DE CIRUELA, de Katherine Mansfield. Eterna Cadencia, 2022. Buenos Aires, 464 págs. Traducción, prólogo, selección y notas de Eleonora González Capria. Ilustraciones de Josefina Schargorodsky.
DIARIOS, de Katherine Mansfield. Chai, 2022. Buenos Aires, 312 págs. Con introducción de Cecilia Fanti. Traducción de Florencia Parodi.