Hay que leer
Es el relato de la labor obsesiva de Collingwood Ingram, el inglés que salvó a los árboles de cerezo japoneses hace casi 100 años.
Porque es la historia apasionante de una flor cuyas múltiples variedades estuvieron a punto de perderse en Japón a comienzos del siglo XX. Allí cada primavera la floración de los cerezos es una fiesta de los sentidos, y todo un símbolo de la cultura del país. Las rescató un botánico inglés, a través de un trabajo paciente y dedicado. Collingwood Ingram vivió cien años y era millonario. Eso ayudó, pero lo principal fue su empeño, su curiosidad y el afán de preservar algo por la simple razón de que es bello. La biografía de Ingram hecha por la periodista japonesa Naoko Abe es una ofrenda de gratitud al británico y un excelente trabajo de investigación. (Anagrama)