El poeta americano

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Patricio Pron

ALGUNOS POETAS tienen vidas aventureras, vidas que inducen al asombro y a la admiración ante la sucesión de paisajes, amantes y encuentros con personajes célebres; vidas que parecen haber sido vividas para ser plasmadas más tarde en una biografía. Algunos poetas tienen ese tipo de vidas, pero William Carlos Williams, no.

El poeta norteamericano (1883-1963) nació, vivió toda su vida y murió en Rutherford, Nueva Jersey, habitó siempre la misma casa, estuvo casado con la misma mujer durante cincuenta años, lo que presupone un matrimonio feliz o una insensata vocación para el aburrimiento, y fue un obstetra respetado en su comunidad, que asistió al parto de más de dos mil niños. La fama le llegó tarde y mal porque Williams pareció no notar que le había llegado y, en cualquier caso, no la tuvo muy en cuenta. Murió en 1963 a la sombra de los dos grandes poetas norteamericanos de su tiempo, T. S. Eliot y Ezra Pound.

GATOS Y PERROS. William Carlos Williams fue a la escuela pública de Rutherford hasta 1896, luego fue enviado a estudiar en colegios suizos y franceses por dos años y más tarde a Nueva York. En 1902 ingresó a la escuela de medicina de la Universidad de Pennsylvania. Ese período y el comprendido entre 1906 y 1910 -en el que estudió pediatría en la universidad alemana de Leipzig y frecuentó a Man Ray, Francis Picabia y Marcel Duchamp- fueron prácticamente los únicos en los que se ausentó de su localidad natal, pero apenas se vieron reflejados en su obra poética, rescatada ahora para el lector hispanohablante en una Antología bilingüe introducida, seleccionada y traducida por Juan Miguel López Merino. Más importante para esa obra poética sería la amistad que Williams estableció en Pennsylvania con el pintor Charles Demuth, con Hilda Doolittle y, especialmente, con Ezra Pound.

A diferencia de Pound, y más tarde de T. S. Eliot, Williams nunca se sintió fascinado por la cultura europea; un desinterés al que pudo haber contribuido el hecho de que, a diferencia de aquellos, Williams nunca se sintió avergonzado de su origen norteamericano. Pound, que había nacido en un pueblo minero de Idaho, y Eliot, que había pasado su infancia en Missouri, se esforzaron por compensar sus orígenes provincianos adquiriendo una cultura exquisita y enorme y principalmente europea. En cambio Williams no creyó esto necesario y, al contrario, se hizo profundamente norteamericano en su literatura, lo que acabaría granjeándole la admiración de poetas como Allen Ginsberg, Robert Lowell, Gary Snyder, Kenneth Rexroth, Raymond Carver y Charles Bukowski. En palabras de Octavio Paz: "al americanismo de [César] Vallejo frente al cosmopolitismo de [Vicente] Huidobro corresponde la actitud de William Carlos Williams ante el europeísmo de Eliot".

Esta "actitud" de Williams le permitió vivir y escribir a la sombra de los maestros incontrastables de la poesía estadounidense de su tiempo pero, a la vez, estableció unos límites que definieron un territorio preciso y acotado para su poesía. Ésta se centró en los motivos de la vida cotidiana de los estadounidenses comunes, contada por ellos mismos en un "[inglés] norteamericano simple que gatos y perros pueden leer" -en palabras de Marianne Moore- y con una prosodia que Williams intentó reproducir utilizando un verso blanco de pie variable.

ROJO. La poesía de Williams se caracteriza por su concentración, su brevedad y su deliberada y aparente simpleza. También por la visualidad: en sus poemas, Williams casi nunca interviene, excepto como observador. En ellos, la descripción de personajes, paisajes o situaciones -que es preponderante- está atravesada por el acto perceptivo, el único que se permite el poeta. Williams utiliza carteles, anuncios y cartas como el modelo formal para sus poemas, que son además pioneros en dar cuenta de la forma subrepticia pero constante en que las nuevas tecnologías de comunicación introducían modificaciones en el habla cotidiana de los estadounidenses de la época. Desde Walt Whitman ningún poeta norteamericano hablaba a sus contemporáneos en su idioma y desde Whitman también no se veía un poeta estadounidense tan centrado en sí mismo y en su entorno y tan poco interesado por lo que sucedía a su alrededor. En ese sentido, no sorprende que dos guerras mundiales más la de Corea y la de Vietnam hayan pasado por la vida de Williams sin haber cambiado su forma de hacer poesía, sin merecer una sola mención en sus páginas y sin afectar su concepción vitalista y afirmativa del mundo, al que Williams pareció vivir de espaldas.

Sin embargo el poeta se definía a sí mismo como un socialista, y en algunos poemas suyos como "The Yachts" (1935) o en la introducción al volumen The Wedge (1944) anunció incluso la llegada del socialismo como un paso inevitable y necesario en la evolución de la especie humana. En 1949, en el pico del maccarthismo, la publicación de The Pink Church le granjeó acusaciones de comunista que le impidieron acceder a un puesto en la Biblioteca del Congreso tres años después y le provocaron una fuerte depresión. Un año antes de ser acusado de rojo, Williams había padecido un ataque cardíaco al que siguieron otros en los años siguientes. Uno de ellos lo dejó parcialmente paralizado, pero el poeta recuperó poco a poco el habla, aprendió a escribir a máquina con la única mano que aún podía utilizar y siguió escribiendo hasta su muerte, en 1963.

Su vida, que tan poco tuvo en común con la de los grandes poetas aventureros, acabó como suelen acabar la mayor parte de las vidas de poetas: con el reconocimiento póstumo de su obra. En mayo de 1963 fue galardonado con el premio Pulitzer por su último poemario, Pictures from Brueghel and Other Poems (1962), y se le otorgó la medalla de oro del National Institute of Arts and Letters.

SIN POSES. William Carlos Williams fue un poeta con un interés escaso o nulo por la trascendencia y las poses. Y esto en dos sentidos: porque retrató a sus personajes sin que estos posaran, como si al escribir sobre ellos les tomara una fotografía sin su consentimiento, y porque él mismo prefirió vivir como esposo y padre ejemplar, médico reconocido en su comunidad y discreto poeta de provincias que susurraba al oído de la América profunda poemas escritos en su propio idioma. La publicación de esta Antología bilingüe (Alianza, 2009) que reúne al menos un texto de cada uno de sus libros -con excepción de Paterson (1946, 1948, 1949, 1951 y 1958), la monumental obra en cinco volúmenes dedicada a esa localidad del Estado de Nueva Jersey- ofrece una excelente introducción a su obra que debería completarse con la selección de sus Cuentos traducidos por Mariano Antolín Rato (2008) y la tan demorada como necesaria traducción al español de su correspondencia, su teatro y sus excelentes ensayos sobre literatura.

Destrucción absoluta

Fue un día gélido.

Enterramos a la gata,

después cogimos su caja

y le prendimos fuego

en el jardín.

Las pulgas que se libraron

de la tierra y del fuego

murieron de frío.

El pensador

Las nuevas pantuflas rosas de mi /mujer

tienen unos alegres pompones.

Ni una sola mancha, ni una mota

en su puntera de raso o en los late /rales.

Por la noche descansan juntas

bajo su lado de la cama.

Por la mañana, entre tiritones,

las entreveo y me sonrío.

Más tarde las miro

bajar por la escalera,

pasar apresuradas por las puertas

y trajinar en torno a la mesa,

moviéndose con decisión

¡y con un bamboleo

de sus alegres pompones!

Y colmado de felicidad hablo con /ellas

en mis adentros.

(Traducción de Juan Miguel López Merino).

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