Un poeta mayor
Poemas humanos, reeditado por Galaxia Gutenberg, es un buen camino de inicio para quienes no conocen la poesía de este peruano universal.
El 17 de junio de 1923, César Vallejo (892–1938) zarpó rumbo a Francia en el vapor “Oroya”. En los bolsillos, una moneda de quinientos soles y un manual de francés, según se evoca en el prólogo de esta reedición de Poemas humanos. Dejaba tras sí un puñado de duras experiencias, incluida la prisión. Y dos libros mayores, Los heraldos negros, de 1918, todavía en la estela del Modernismo de Rubén Darío, y Trilce, de 1922, ya libro vanguardista hecho y derecho.
El resto de su vida, casi toda en París, fue de penuria económica, que se refleja en muchos de sus textos. Vivió de artículos y traducciones. Pero en París conoció, en 1927, a su esposa, Georgette María Philippart (1908–1984), a quien se debe la edición póstuma de los inéditos, entre la que destacan España, aparta de mí este cáliz, Poemas en Prosa y los Poemas humanos.
Quien aborde a Vallejo por Poemas humanos hallará una fortísima compasión por el dolor del prójimo, unida a una visión desencantada de sí mismo, que puede verse, por ejemplo, en “Sombrero, abrigo, guantes”, del que van aquí los primeros versos:
Enfrente a la Comedia Francesa, está el Café
de la Regencia; en él hay una pieza
recóndita, con una butaca y una mesa.
Cuando entro, el polvo inmóvil se ha puesto ya de pie.
Entre mis labios hechos de jebe, la pavesa
de un cigarrillo humea, y en el humo se ve
dos humos intensivos, el tórax del Café,
y en el tórax, un óxido profundo de tristeza.
Importa que el otoño se injerte en los otoños,
importa que el otoño se integre de retoños,
la nube, de semestres; de pómulos, la arruga.
Importa oler a loco, postulando
¡qué cálida es la nieve, qué fugaz la tortuga,
el cómo qué sencillo, qué fulminante el cuándo!
Vallejo conserva de su cristianismo inicial un amor absoluto por el hombre, sobre todo si pobre, no sólo visto como masa revolucionaria, según el marxismo al que adhirió de adulto, sino como persona valiosa, insustituible, golpeada por la miseria, pero también por la angustia metafísica de la muerte. No obstante, no se apaga jamás en estos versos la llamada al quehacer mancomunado para mejorar el mundo.
Bellos y tristes, de sintaxis y sonoridad complejos, que golpean el oído con estratégicos acentos esdrújulos, estos poemas muestran salpicaduras de humor ácido. Y un subterráneo pulso de esperanza.
El prólogo de Julieta Valero es breve, preciso y orientador.
POEMAS HUMANOS, de César Vallejo. Galaxia Gutenberg, 2021. Barcelona, 176 págs.