Textos
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COSTURAS, de Fabián Severo. Estuario, 2024. Montevideo, 90 págs.
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Moldeada por una entrañable emocionalidad, la literatura del artiguense Fabián Severo (n. 1981) comenzó en el territorio de la poesía y en la frontera lingüística del portuñol. En 2015 sorprendió con su novela Viralata (Premio MEC 2017). Los textos agrupados en Costuras (algunos publicados antes en sitios web, diarios o semanarios) trasladan historias cotidianas, sencillas, con una prosa que reivindica la oralidad. Acercan un mundo fronterizo de pobreza, resiliencia y valores familiares; no está exento de picardía ni de ingenuidad, pero tampoco de un viento crítico hacia un mundo centralizado y de poder que invisibiliza, ignora y utiliza a todo aquello que considera distinto.
Diario
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LA BÚSQUEDA INTERMITENTE, de Eugène Ionesco. Gedisa, 2022. Tr. Beatriz López. Barcelona, 195 págs.
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En 1986, Eugène Ionesco (1909- 1994) llevaba cincuenta años casado con su única esposa, Rodica Burileanu, y ya había agotado en parte la fama nacida de una etiqueta reduccionista que nunca le gustó: ser un autor del Teatro del absurdo. En ese año de sus bodas de oro, Ionesco escribe este diario desencantado, de una honestidad dolorosa, tan visible cuando habla de sus amores como de sus odios, que no fueron pocos. Su narcisismo lúcido, su desasosiego por la vejez, la enfermedad y el tedio vital, y su misantropía, abruman estas páginas. La definición que da de su esposa suena (quizá involuntariamente) lapidaria: “ha sido mi querida, mi madrecita, mi secretaria, mi doctora, mi enfermera, sin cesar, sin cesar, a pesar de mis borracheras, mis engaños, mi egoísmo, mis vanidades literarias…”. Rodica le sobrevivió diez años, cruzando sin él al siglo XXI.
Filosofía
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EL MANIFIESTO ROMÁNTICO, de Ayn Rand. Deusto, 2024. Santiago de Chile, 222 págs. Traducción Verónica Puertollano.
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Nacida en San Petersburgo en 1905, Ayn Rand murió como ciudadana estadounidense en 1982 y su filosofía —que definió como Objetivismo y que hoy es políticamente incorrecta— sobrevive asociada a nombres como los de Trump o Milei. Rand solo hablaba por ella, y para ella el arte de su época (años sesenta) estaba degradado. De eso trata este Manifiesto romántico, un conjunto de ensayos mayormente publicados en su propia revista, The Objectivist, en los que dio rienda suelta a su descontento con una sociedad imbuida de falso altruismo y poca racionalidad. Por otro lado, su definición de que “aquello que no merece ser contemplado en la vida no merece ser recreado en el arte” además de que exhibe el peligroso pedigrí de la censura, también se da de bruces no solo contra el arte de su época sino contra el de todos los tiempos.