Radiación y peronismo

La bomba atómica que Ronald Richter le vendió a Perón, llega ahora en clave de novela policial

Un libro de Rodolfo Santullo, desde isla Huemul a Salto y Concordia

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Rodolfo Santullo foto Diego Fraga Cean.jpg
Rodolfo Santullo
(foto Diego Fraga Cean/ detalle)

por Mercedes Estramil
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A mediados del siglo XX, un episodio delirante del peronismo tomó forma en la Patagonia argentina. Impulsado por el dudoso científico austriaco Ronald Richter, el llamado Proyecto Huemul prometía desarrollar en Argentina la fusión nuclear controlada, una suerte de “sol en la tierra” que acabaría para siempre con el problema de las búsquedas energéticas tradicionales. Para eso se destinaron millones de pesos en la construcción de laboratorios secretos en Isla Huemul, en el lago Nahuel Huapi. Perón, primero crédulo y luego oportunista, creó la Comisión Nacional de Energía Atómica y envió a algunos militares a fiscalizar el proyecto de Richter, que terminó revelándose como una absurda y gigantesca estafa.

¿Cómo saltamos de Isla Huemul a Concordia y Salto? De la mano de Rodolfo Santullo (n. 1979), novelista e historietista uruguayo nacido en México, que en La sangre llegó al río toma de base ese episodio histórico y lo ficcionaliza en un policial trepidante de acción, humor y crítica feroz. Con un sentido estratégico de la alternancia, Santullo logra que todos los personajes importen casi en igual medida: el empleado que escapa de Isla Huemul con un maletín de uranio para joderle la bomba atómica a Perón, la hermana subversiva que lo apoya, el contrabandista que los cruza, el comisario que los busca, los mafiosos que se interponen, los agentes federales que complican a todos, y hasta la madre coraje que hace buñuelos. La peripecia alucinante de esa fauna humana va a cien por hora en la primera parte de la novela, en la segunda hay un remanso en los diarios ficticios del empleado Melitón Carranza y en documentos reales del Proyecto Huemul, y en la tercera retoma el vértigo con un acople impecable de todos los hilos de la acción. El resultado es una historia absorbente, sin golpes bajos, ceñida sin presiones a los tópicos del género: un comisario con más suerte que cerebro y un subordinado alegremente estúpido; mafiosos en vigilada armonía familiar; baristas soplones; pólvora, sangre y cuerpos deformados.

La sensación al ir leyendo y viajando por La sangre llegó al río, es la de que, además de leer un buen libro de acción y aventura, se vio una película. Cada escenario contiene la escena perfecta y el tiempo justo. El regado intermitente de humor no satura y el relato cumple lo que promete, que la sangre, de verdad, llegue al río. Ojalá se filme.

LA SANGRE LLEGÓ AL RÍO, de Rodolfo Santullo. Tusquets, 2023. Montevideo, 214 págs.

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