Reedición

La poesía de Circe Maia es una charla cercana, al oído, con preguntas sofocantes y dilemas que inquietan

“Destrucciones” se titula el libro, ahora con ilustraciones de Caro Ocampo

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Circe Maia
Circe Maia
(Archivo El País)

por José Arenas
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Circe Maia es una de las poetas más importantes del Uruguay que, por calidad, profundidad y trayectoria, es reconocida como una de las escritoras más trascendentes en habla hispana. Su poesía, de verso cuidado, de palabra certera, crea con el lector una familiaridad cálida que permite atravesar los versos como una charla profunda pero cercana.

Cuando se lee la obra de Circe Maia raras veces hay que irse al más allá, al muy más allá para descubrir qué idea de carácter filosófico y trascendente se esconde tras los colores de la simpleza. Ella dice bajito, al oído, e inmediatamente los ecos de sus palabras resuenan en sentencias que remiten a universos internos, dilemas inquietantes, preguntas que sofocan. Su poesía se le parece: detrás de esa mirada mansa, hay una poeta en armas. Parafraseando a Alfredo Fressia, es una poeta con piel de cordero.

Los versos de Circe.
Sus versos parten de una profunda presencia de lo visual. La luz, la sombra, el color, el paisaje, la descripción de una pintura, todo eso es punto de partida para mucha de su obra que, alquimia de la poética mediante, se convierte en el tiro de gracia donde la luz del sol cayendo sobre un objeto y no sobre otro es la vida eligiendo un nuevo camino. Pero la reflexión no desemboca en melancolía, no hay una necesidad del llanto nostálgico, sino una filosófica aceptación de elementos con los que se construye el pensamiento. En la poesía de Circe Maia una pregunta es mucho más perturbadora, mucho más emocionante que un verso que se lamenta. Se trasluce la silueta de una profesora de Filosofía donde sus versos crean nuevas cuestiones, ponen la realidad sobre el terreno de lo movedizo y, en general, evitan dar respuestas o definiciones.

Y cuando la escritura es la forma estética para el tránsito de un duelo y una pérdida, las preguntas que subyacen tras el texto son muchas más, y los abismos que se esconden detrás de las palabras se convierten en cornisas aún más peligrosas.

El luto y lo destruido.
Psicológicamente, dicen que no hay luto más arduo que el que pueda hacerse por la muerte de un hijo o una hija. Hay una anomalía natural demasiado inesperable. El ser humano puede estar más o menos preparado para la pérdida de sus coetáneos y, más aún, de sus mayores, por más cercanos que sean y por más individual que sea cada una de las experiencias. Pero lo cierto es que la muerte de un hijo rompe los esquemas naturales del orden de partidas. Un hijo que se muere es un quiebre inesperado, desconcertante, algo innombrable. En ese sentido, se puede decir que, tras la muerte de su hijo, Circe Maia bautiza con desgarrada mesura, con muy afilado cuidado, el hecho trágico: se trata de una destrucción. En una poética del duelo, el mundo comienza a quebrarse.

Lo primero que se destruye es el verso. El título del libro, Destrucciones, alcanza toda la obra. La poesía de Circe Maia se va de la organización tradicional del poema escrito en verso y trasmuta a una prosa poética que por momentos es prosa nada más, y donde lo “poético” se produce en el coleto íntimo del lector. Dista mucho de una narrativa poética en llamas a lo Di Giorgio o a lo Girondo, por poner un par de ejemplos. Esta serie de cuadros narrativos organizados en pequeñas diapositivas con títulos escuetos (“Destrucciones”, “Mito”, “Tela”, “Ritmo lento”, etc.) tiene un devenir de apariencia tranquila, de emoción contenida y poesía mesurada. Como en la obra —en general— de Circe Maia, nada está desbocado y las imágenes se van construyendo con pequeños detalles descriptivos que, una vez que cada una de estas intervenciones finaliza, se revelan como una esquirla del vacío, una pavorosa presencia de lo ausente. Aquel verso que la poeta trazó con ejercicio de tejedora se desbarata con la “destrucción”, y no existe lugar para La Poesía, la muerte toca las palabras y no permite ver algo concebido en tal cosa como “un poema”. Por eso se presenta un libro de narrativas poéticas, de textos escritos con la esgrima tradicional, cotidiana, de los días que siguen irrefutablemente. La voz poética se transita sobre lo prosaico aunque, detrás de cada imagen haya un símbolo certero e irreprochable de lo que sucede cuando todo lo cubre el duelo.

“Una experiencia muy lejana: a los tres años de edad un niño comienza a tirar sus juguetes (…) a través de los barrotes de su balcón”, dice la poeta, abriendo el tono del libro. La primera imagen del texto inicial —“Mundos”— es el acorde de sonidos inquietantes que propone la clave en la que habrá de leerse el libro. La niñez, la edad, los objetos y la destrucción serán símbolos fundamentales que aparecerán a modo de tópico en Destrucciones, el tiempo se llevará a todos por igual, volverá inútiles a los objetos o los destruirá, las personas envejecerán o desaparecerán, y en el universo del texto todo se volverá una foto donde las siluetas retratadas empiezan a desaparecer en espectral destino.

Ilustraciones.
Esta reedición —el libro apareció por primera vez en 1986— aparece ilustrada con obras de Caro Ocampo que realmente logran un diálogo con los textos. No se trata de ilustraciones puestas allí a modo de decorado, lo escrito interactúa con las imágenes de tal manera que las obras se vuelven textualidades con la misma carga de información que cada una de las diapositivas que escribe Circe. Las fotos distorsionadas con agua que la artista hace dialogar con la narrativa de este universo de “lo destruido” tiene el mismo tono que los textos, como una canción donde la música y la letra coinciden de una manera perfecta y ninguno de los dos elementos va para un norte diferente. El mundo que las imágenes de tono vintage que el agua borronea son una proyección plástica de la muerte que todo lo muerde.

La obra de Circe Maia se ha consolidado como una de las más deslumbrantes en el habla hispana. Destrucciones es un fragmento peligrosamente poético en su opus completo, un desliz fundamental. Corre el riesgo de hacer explotar los sentidos de sus lectores. Es un recordatorio permanente de aquello que se ausenta. “Un súbito impulso, una orden secreta nos hace salir de allí lo más rápido posible, sin volver los ojos”, dirá Circe, casi definiéndose.

DESTRUCCIONES, de Circe Maia. Criatura, 2024. Montevideo, 44 págs.

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