Nueva novela
La escritora, dramaturga, actriz y poeta uruguaya supo construir, con lenguaje exquisito, una novela que se lee de un tirón.
Leonor Courtoisie (Montevideo, 1990), autora de Irse yendo, es una excelente prosista. No por usar un lenguaje exquisito, sino por ser capaz de construir una novela oscura, depresiva, obsesiva en la reiteración de fórmulas verbales, fragmentaria, sin orden cronológico y que, no obstante, se lee de un tirón. Cierto que es un texto breve, pero también hay libros de ciento y pocas páginas que se le caen de las manos al lector.
La novela gira alrededor de la protagonista y narradora, una actriz y escritora que llega a los treinta viviendo con su madre y su hermano en el caserón deteriorado de su abuela muerta, del que deberán irse porque pronto será vendido, para ser demolido y dar lugar a una torre de apartamentos. El texto pasa revista a los fracasos propios —laborales, amorosos, artísticos— y a la decadencia, hipocresía y disfuncionalidad de una familia de clase media alta venida a menos, que incluso ha llegado a fabular un árbol genealógico con algunas raíces en la realeza europea.
La autora aprovecha el relato para juzgar, desde la derrota y el miedo de la protagonista, sin piedad y con puntería, a la sociedad uruguaya, o por lo menos montevideana. La depresión, la obsesión por el suicidio, la precarización de las relaciones laborales y las expectativas, la llamada a emigrar porque en la patria no hay futuro ni viabilidad, la violencia discreta de muchas buenas familias, la sexualidad como intento de escape al hastío, afloran en el texto con frases contundentes y precisas.
Como telón de fondo simbólico, los espacios y los elementos que los pueblan, como el gomero enorme al fondo del caserón, que hay que matar porque ya ataca los cimientos del inmueble. O los techos de las viejas casas, que dejan de verse para dejar lugar a edificios altos, que a su vez impiden ver el río como mar o cualquier otro horizonte. O la misma casa.
Courtoisie tiene sólidos y reconocidos antecedentes como dramaturga, directora y actriz, además de haber publicado un libro de poesía (Todas esas cosas siguen vivas, 2020). El libro se abre con dos acápites, el segundo de ellos de la escritora uruguaya Alicia Migdal (Montevideo, 1947), quien vuelve a ser mencionada al final del texto en homenaje explícito a su novela corta La casa de enfrente, de 1988. Es bueno que quien inicia viaje con tan buen pie reconozca a quien le abrió camino.
IRSE YENDO, de Leonor Courtoisie. Criatura editora, Montevideo, 2021. 132 págs.