Recopilación de notas periodísticas

Lester Bangs, o los tiempos cuando la crítica musical honesta era despiadada, despertando amor u odio

Escribió que Keith Emerson era un tipo corriendo por todo el teclado como Liberace tratando de interpretar a Mozart, con una sobredosis de anfetaminas

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Lester Bangs
(foto Océano)

por Luis Fernando Iglesias
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Voy a escribir todo lo que pueda, eso es lo que quiero hacer, llevarlos en visita guiada por mis atribuladas venas, intentando que los frescos impresos en las paredes interiores de mi propio cráneo les resulten lo más comprensible posible, con la menor cantidad posible de verborrea a la antigua usanza”. En este texto de 1968 de Lester Bangs, inédito hasta la publicación de esta segunda recopilación de sus artículos, se encuentra la esencia de la escritura del periodista y crítico de música. Estos capítulos de un posible libro que no fue, son también la parte más floja de la recopilación. Tiene interés histórico, sin duda, pero es un aluvión de frases que intentan justificar su vida además de buscar espantar a mentes conservadoras. Así detalla desde lo que bebe a las revistas que elegía para masturbarse en el baño, explicando su técnica para hacerlo. Es el embrión de ese estilo provocador que lo hizo una personalidad entre los críticos de música, inmortalizado en la película Almost Famous (Cameron Crowe, 2002) donde era representado por un brillante Philip Seymour Hoffman. Allí Bangs se reúne con un adolescente que quiere escribir sobre música e ingresar al mundo del rock. “Si vas a ser un verdadero periodista de rock, no vas a cobrar mucho, pero tendrás discos gratis… estás entrando a un momento muy peligroso del rock and roll…”, donde el silencio es más trascendental que el noventa y nueve por ciento de lo que se escucha. Le advierte que encontrará mujeres, drogas, alcohol, diversión y que los músicos lo adularán. Ese es el camino para perderse. Le da un consejo para evitarlo: “tienes que ser honesto y despiadado”.

Gonzo. Bangs nació en 1948 y falleció en 1982 con treinta y tres años de edad a consecuencia de una mezcla de alcohol y pastillas. En 1969 entró a la revista Rolling Stone con un fuerte artículo sobre la banda MC5 donde les reconoce un sonido poderoso para “ocultar una paupérrima escasez de ideas”. Lo despidieron en 1973 luego de una nota sobre el álbum The New Age de Canned Heat en la que elogiaba a los músicos pero llamaba a sus canciones “anodino amasijo de fritanga”. Fue editor de la revista Creem y publicó en The Village Voice, entre otros. Furibundo, agresivo e impregnado por sus excesos, los artículos son reflejo de ese momento de la música y de una parte de la sociedad norteamericana. De estilo punzante que no escatimaba adjetivos cuando quería destruir a un álbum, a una banda o un solista, abunda en contradicciones. En una primera nota sobre Exile on Main Street, el fundamental álbum doble de los Rolling Stones de 1972, la crítica es ácida. Meses después lo considera una obra maestra. Es interesante ver la evolución de las reseñas sobre los álbumes de los setenta de los Stones. Opiniones indulgentes o bastante críticas sobre Goats Head Soup (1973) o It’s Only Rock ‘n’ Roll (1974). Su estilo encaja en el llamado periodismo gonzo, escribe en primera persona y suele ser protagonista de sus historias sin buscar objetividad o ecuanimidad. Juicios duros, terminantes con los que consigue algunos pasajes brillantes y otros divertidos. Hay artículos alargados donde hace gala de su histrionismo coleccionando diatribas contra bandas, músicos, personas o el momento histórico que le tocó vivir.

El mundo y la música.Puede ser la muerte una bendición…” es parte del título de un reportaje ficticio a Jimi Hendrix publicado en 1976. Uno de sus mejores artículos donde pone en boca del guitarrista frases como “hay momentos en los que sospecho… que detesto al reputísimo blues. Cualquier negro arruinado detrás de una mula que no tenga nada que llevarse a la boca te puede cantar un blues. Solo le doy al blues porque es divertido y fácil de escuchar de vez en cuando y porque sé que los gringos no creen que un espectáculo de música de un negro valga un pimiento si no escuchan algo de esa música.” De paso fustiga a músicos como Alice Cooper o David Bowie.

Otro punto alto es la crónica, triste y despiadada, de la carrera y muerte de Sid Vicious, bajista de Sex Pistols donde aprovecha para pegarle a todo el movimiento punk. Cuando habla de Emerson, Lake & Palmer reconoce que no pudo entrevistar al tecladista Keith Emerson dado que estaba enojado por como lo trataron en la revista Creem. Arma una crónica interesante con los otros dos músicos, pese a que en un reportaje Bangs dijo que Emerson, Lake & Palmer era la esterilidad llevada a su pináculo. De Keith Emerson escribe que nunca hizo un solo original y que es un “tipo corriendo por todo el teclado como Liberace tratando de interpretar a Mozart con una sobredosis de Dexamyl” (anfetamina famosa en los setenta que ya no se fabrica).

Una larga crónica sobre Jamaica —en tiempos donde el reggae hacía eclosión en Estados Unidos— en búsqueda de Bob Marley junto a otros músicos y costumbres ocultas de ese lugar necesitaría un recorte. Algo que no debía preocupar al autor que amaba sorprender con sus juicios. Refiere a la angelical cantante canadiense Anne Murray como “puro SEXO, con mayúscula” que no ven los quemados por la pornografía al no entender el erotismo y excitación que le provoca. Alaba a Patti Smith con su álbum Horses (1975) mientras le pega a su admirada Stevie Nicks y al disco solista Bella Donna (1981), “sin duda, lo mejor es la producción de vanguardia, la pasión ronca de su voz y sus melodías, que son tan tenaces que sigo escuchándolas dos meses después de comprar el disco y concluir que era una mierda”.

Es el paradigma del periodista sin pelos en la lengua “honesto y despiadado”, que vivió la vida en un constante vértigo y desborde provocando odio y admiración. Este libro, tan apasionante como irregular, muestra su forma de mirar la incongruencia del mundo, de la música y de sus propias debilidades contándolo de un modo impensable para nuestro tiempo. Sus textos pertenecen a un mundo y a una crítica que desapareció. Tal como dice REM en la canción “It’s the End of the World as We Know It (And I Fell Fine)” de 1987, que se podría traducir como “Es el fin del mundo tal como lo conocemos (Y me siento bien)”, donde entre los varios nombres que canta Stipe aparece con toda justicia el de Lester Bangs.

VENAS AL FRENTE, FESTINES DE SANGRE Y MAL GUSTO, de Lester Bangs. Edición de John Morthland. Libros del Kultrum, 2023. España, 586 págs. Traducción de Paco Arrieta.

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