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Un lugar llamado Antaño de Olga Tokarczuk fue publicada originalmente en 1996 y es la tercera novela de la autora.
Es la tercera novela de Olga Tokarczuk traducida al español luego de obtener el premio Nobel 2018 y exhibe el camino de una escritora especialmente inclinada a componer frescos sobre la base de relatos cortos, enlazados por sus temas, sus personajes o afinidades, cuyo despliegue más ambicioso lo alcanzó en Los errantes, premio Man Booker International, ya reseñado en estas páginas.
Un lugar llamado Antaño fue publicada originalmente en 1996, es la tercera novela de la autora, dentro de una obra que abarca una veintena de libros, y aborda la historia de una comunidad polaca, desde la Primera Guerra Mundial hasta los años sesenta, con una mirada mitificadora que cruza las ricas fábulas del catolicismo y la historia del siglo XX, al extremo de imantar una suerte de naturalismo alucinado, similar al que en América Latina se identificó como “realismo mágico”. Ángeles de la guarda, personajes y figuras del Viejo Testamento, una lúdica y libre apropiación del Génesis, comparecen en una deriva de historias que involucran a muchas sacrificadas mujeres y hombres mayormente despreciables y abyectos, todos parejamente impregnados por la rusticidad de la vida rural, la convivencia con la naturaleza y las crueldades de la guerra. La campesina y el molinero, la puta y la loca, el señor poderoso, el idiota, la violada, el hombre bestia, el soldado alemán, el soldado ruso, son algunos de los tipos humanos que se dan cita en el pueblo de Antaño.
Una vez más, si se tiene en cuenta su novela Sobre los huesos de los muertos, las convicciones feministas y ecológicas de Tokarczuk, más sus inclinaciones por la astrología, compiten con sus destrezas de escritora, introducen valores deliberados y reducen la solidez literaria de un relato que ya de por sí, enfrenta dificultades. La línea de tiempo es prolongada y son muchos los personajes del pueblo, abordados siempre en situaciones puntuales y fragmentadas, de modo que las segundas y terceras generaciones irrumpen a menudo de forma intempestiva, y el crisol no acaba de asentarse sobre una continuidad narrativa. Los personajes pierden visibilidad, y si avanza la cronología, el paso del tiempo no gana dimensión en el lector, en cada capítulo enfrentado a una situación que comienza, pero no acumula.
Habrá que aguardar nuevas traducciones de sus obras para comprender si el Nobel a Tokarczuk ha sido otorgado más que a una obra consumada, a una talentosa escritora en desarrollo.
UN LUGAR LLAMADO ANTAÑO, de Olga Tokarczuk. Anagrama, 2020. Barcelona, 257 págs.