Lisa Halliday y el amor desparejo

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Lisa Halliday. Foto Phil Soheli
Philipp S. Soheili

Narrativa que se las trae

Ser la ex de Philip Roth no se la hizo más fácil. Pero la literatura triunfa.

Tanto si fue matrimonio de años o amantazgo de días, ser pareja de un escritor famoso no es cosa fácil (si la pareja también escribe, las dificultades se pueden multiplicar) y ahí están para demostrarlo tantos nombres. Desde la tenaz esposa de Tolstoi, Sofía Behrs, que transcribía con devoción las miles de páginas de las novelas de él, o la Zenobia Camprubí aburridamente instalada a la sombra de Juan Ramón Jiménez, a la Idea Vilariño que llevó a poesía sus tormentos con Onetti o la Joyce Maynard que biografió los ninguneos de Salinger. Por eso, cuando el mundo se enteró de que Lisa Halliday tenía pronta una primera novela, algo tembló.

Lisa Halliday (Massachusetts, 1977) era empleada en una agencia literaria cuando conoció a Philip Roth. No era cualquier agencia sino la del famoso “Chacal” Andrew Wylie, un todoterreno a la hora de captar autores importantes o en plan de serlo (fue un hito quedarse con Martin Amis “quitándoselo” a Pat Kavanagh, esposa de Julian Barnes, hecho de derivó en la enemistad profunda de los dos escritores ingleses). Halliday y Roth (n. 1933), distantes unos cuarenta y cuatro años, tuvieron su asimétrico y breve romance. Parte de esa historia está aquí, contenida por un dique tierno pero salpicada de amargura.

Asimetría se divide en tres secciones, dos bastante largas —“Insensatez” y “Locura”— y una coda titulada “Los discos de la isla desierta de Ezra Blazer”. La primera se centra en la relación entre un escritor estrella cercano a la decrepitud (Ezra Blazer) y una joven empleada de la agencia que lo representa (Mary- Alice). Él la llama desde un “número oculto”, la apoya económicamente y le enseña mundo sin exhibirla; ella actúa de aprendiz, amante disponible y enfermera reticente. Todo el tiempo parece que Halliday va a derrapar, pero no. Sobre el coloquialismo y aparente ligereza de su prosa se va imponiendo una solvencia que crece en la segunda parte, con la historia de Amar Yaafari, un iraquí estadounidense detenido en el aeropuerto de Heathrow para una comprobación de rutina que se eterniza. En la tercera la autora da el golpe de gracia volviendo a Ezra Blazer (es decir, a Philip Roth) a través de una entrevista delirante, en una disección tan amable como demoledora sobre los meandros de la vida y el arte. Gran depresivo, Roth/Blazer deja en el aire una frase digna de repetir cuando dice que la depresión es “el derrumbe inevitable después de una felicidad insostenible”.

Asimetría se publicó en 2018, mismo año en que muere Roth, no sin antes —según Halliday—haberla leído y celebrado. Los lectores pueden celebrarla también, vale la pena.

ASIMETRÍA, de Lisa Halliday. Alfaguara, 2018. Tr. de Berta Monturiol. Barcelona, 312 págs

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